El próximo 24J a las 11:00 horas en el Mercado de Abastos de València volvemos a recordar a Valentín González. Compañero asesinado por la policía a los 20 años durante la huelga convocada por los trabajadores de la colla del mercado de Abastos.
Valencia, 1979. La policía franquista ASESINÓ impunemente al trabajador de la VALENTÍN GONZÁLEZ RAMÍREZ, rompiéndole el corazón de un pelotazo de goma a bocajarro.
Valentín González Ramírez nació en Valencia en 1958 en el seno de una familia trabajadora. Era el mayor de 2 hermanos, persona muy cariñosa, alegre y familiar, aficionado a la fotografía, la música, el cine, los deportes y salir con su novia y amigos. Gran amante de los animales, no le gustaba ver a los pájaros enjaulados, los que tuvo siempre estaban sueltos por la casa. Realizó estudios primarios, y cambió varias veces de trabajo, hasta que con 18 años pudo entrar a trabajar en la colla del antiguo Mercado de Abastos de Valencia, junto a su padre.
Cuando se legalizaron los sindicatos, se afilió junto con muchos de sus compañeros en la CNT de Transportes de Valencia. En Junio de 1979, las collas convocaron una huelga legalizada y pacífica, puesto que los asentadores del mercado les debían parte del salario por trabajos ya realizados, necesario para cobrar la paga de ese verano. Todo transcurría con total normalidad, los camioneros que llegaban a descargar se solidarizaban con ellos no poniendo ninguna pega por no descargar la fruta de los camiones.
Los policías franquistas cargaron sin motivo sobre los trabajadores al grito de uno de los mandos: “A cargar”, “es que no tenéis cojones”, “he dicho que carguéis”. A los trabajadores empezaron a caerles porrazos por todas partes, lo cual les llevó a refugiarse en una caseta. Para que salieran la policía les tiraba por la ventana botes de humo, según salían les daban más porrazos, entre ellos al padre de Valentín, que se giró y dijo “ya está bien de pegar a mi padre”. Entonces un policía le disparó a bocajarro una pelota de goma directa al pecho, la cual le reventó el corazón. Era el 25 de junio de 1979.
Tendido en el suelo aun le pegaron con una porra. La policía no permitió que su padre se acercase. Ingresó ya cadáver en el hospital. La autopsia diagnosticó “parada cardiaca”. El día 26 un centenar de sus compañeros hicieron guardia ante un círculo de carretillas alrededor de una silueta de tiza pintada en el suelo. Dos días después fue su entierro. Se convocó una huelga general, la cual se siguió en toda Valencia. Más de 200.000 personas acompañaron el ataúd con la bandera de la CNT del joven anarquista, recorriendo los 10 kilómetros desde el hospital Clínico al cementerio. Los barcos habían sonar las sirenas.
Las calles estaban vacías de autobuses. Algunos comercios cerraron. Igualmente, las empresas del metal, construcción, madera, químicas, en el ayuntamiento los funcionarios no trabajaban. Los carteros no repartían correspondencia. La televisión apenas contaba nada. Un año después del asesinato se celebró el juicio, al padre de Valentín le prohibieron la entrada. Los franquistas se lo guisaron y se lo comieron, a la familia le entregaron 1 millón de pesetas y al policía lo destinaron a Euskadi. Y todo arreglado. Nadie dimitió, todo olvidado, estaba en marcha “la transición”. Como contaba Paqui, hermana de Valentín, “con el asesinato de mi hermano volvió el miedo”.