Hace ya setenta años, en el mes de mayo de 1945 las tropas aliadas se encontraron en su avance hacia Berlin, con los campos de la muerte dispersos por el territorio del Reich alemán, campos en Polonia, Austria y Alemania que fueron el destino final de millones de personas condenadas por el nazismo a una muerte terrible por medio del trabajo esclavo o por el asesinato masivo en los campos de exterminio.
El testimonio de los supervivientes y el material filmado recogido por los ejércitos aliados han sido el soporte de la memoria del horror. Cómo el fascismo puede considerar a colectivos enteros “prescindibles” en función de su orientación política, sexual o religiosa, es una pregunta para que los libertarios no tenemos respuesta. Nuestro respeto por la libertad individual y el sentido de la solidaridad y el apoyo mutuo como base de la organización social hace que nos hallemos siempre enfrentados a lo que el fascismo significa.
Compartiendo viaje con los compañeros de la Amical de Mauthausen, entidad que desde su fundación en 1962 y desde la clandestinidad impuesta por el franquismo ha trabajado en la preservación de la memoria de los deportados españoles y el apoyo a ellos y sus familiares iniciamos Carlos y yo, miembros de la Fundación Salvador Seguí, junto con otras ciento cuarenta personas, este itinerario por tres de los campos nazis en territorio austriaco. El primer lugar que visitamos fue el castillo de Hartheim, donde médicos nazis realizaban lo que denominaban eutanasia y que no era más que el asesinato programado de enfermos y deficientes mentales, considerados por los nazis como una carga social que debía ser eliminada. Aquí se hicieron los primeros ensayos de asesinato colectivo utilizando los “camiones fantasma” donde las víctimas viajaban en una caja cerrada donde morían por inhalación del monóxido de carbono de la combustión del motor. Este método resultaba “poco eficiente” y empezaron los ensayos con gas , terminando con el desarrollo de un tóxico letal y barato, el famoso gas Zyclon B, que se utilizó para los asesinatos masivos.
La visita a los campos de trabajo de Ebensee, Gusen y Mauthausen, Konzantrationslager clasificados por los nazis como campos de trabajo y no de exterminio, pese a lo que murieron decenas de miles de prisioneros en ellos me produjo honda impresión al recordar las imágenes publicadas y los testimonios de los supervivientes. Hasta qué punto la capacidad de resistencia del ser humano hace posible sobrevivir a aquél infierno en algunos casos hasta cuatro años? Es una pregunta a la que sólo los que lograron salir vivos tienen respuesta. La otra pregunta que me hago es : Hasta qué punto pueden llegar la maldad y la perversidad humanas? Pese a que la historia de los hombres está llena de muerte y violencia , el nazismo subió el listón hasta cotas no alcanzadas anteriormente. El desarrollo de un plan de asesinato masivo, de industrialización de la muerte fue diseñado por sicópatas como Heydrich y Himmler y llevado a cabo con entusiasmo por los miembros de las SS. Los resultados son de sobras conocidos.
Debemos estar alerta y no bajar la guardia porque se está dando en Europa un resurgimiento del fascismo que se organiza políticamente para obtener espacios de poder. Es una amenaza real y visible, sino queremos volver a repetir la historia debemos concentrar todas nuestras energias en aplastar el huevo de la serpiente antes de que eclosione y vuelva a amenazar nuestra existencia.
Joaquin Ortin (Fund. Salvador Segui, Barcelona)