El empuje creciente de los librepensadores y del movimiento laicista, a nivel mundial, por una sociedad más libre y más democrática, por lograr la definitiva emancipación del ser humano, por conseguir la separación del poder civil de las organizaciones religiosas, por eliminar los atavismos históricos y el patriarcado inducidos, históricamente, por las organizaciones religiosas y por el capitalismo internacional, requiere que sus reivindicaciones tengan, además de la agitación social y de la reivindicación permanente, un reflejo simbólico significativo. Para ello se ha establecido una fecha, la del 9 de diciembre, donde conmemorar el “Día Internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia”, con el fin de que se celebre anualmente en los entornos mundiales.
La razón que ha llevado a Europa Laica y a otras organizaciones laicistas y de librepensamiento a señalar esta fecha tiene su origen en la correspondiente del 9 de diciembre de 1905, cuando se proclamó la ley francesa de Separación del Estado de las religiones que supuso un hito mundial, siguiendo la estela de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Pero, además de ello, la fecha elegida tiene, en nuestro país, el alto valor simbólico y de reconocimiento a la fecha del 9 de diciembre de 1931, de proclamación de la Constitución de la II República española, que supuso una ley de leyes de carácter emancipador del ser humano y esencialmente de las mujeres, siguiendo la senda de la ley francesa y superando, con creces, constituciones laicistas de otros países. Además, la fecha coincide con el pórtico del 10 de diciembre en donde se proclamó por la Sociedad de Naciones, una vez acabada la II guerra mundial, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) en 1948.
En este Día Internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia de 2014, se denuncia la vulneración que, en todo el mundo, se hace del derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y expresión, fruto en muchos casos de la enorme influencia que las confesiones religiosas mantienen en los gobiernos, de forma muy diversa, marcando las políticas económicas, educativas y jurídicas en mayor o menor grado. Organizaciones religiosas patriarcales que no aceptan los principios de la DUDH, sobre todo en los que afecta a la libre conciencia de las mujeres y de los menores. Y que incluso, en pleno siglo XXI, se apoderan de los Estados convirtiéndolos en teocráticos y confesionales, en donde los dogmas religiosos son a su vez la ley civil, vulnerando la libertad de conciencia y todo tipo de derechos de ciudadanía (esencialmente hacia las mujeres y los menores), con total impunidad.
Se celebra en España este 2014, especialmente, para condenar la injusticia con la que el Estado español trata a las víctimas y a sus familiares por los crímenes internacionales o de lesa humanidad cometidos a partir del golpe de Estado fascista y nacional-católico que derivó en la guerra y la dictadura. Hechos que significaron una atrocidad contra la libertad de conciencia, de pensamiento y expresión, y cuyos autores han vivido y aún viven en la más absoluta impunidad. Las recomendaciones de la ONU al Estado español, los exhortos de los tribunales de Ginebra, Estrasburgo y Buenos Aires, así como el pronunciamiento de numerosas entidades defensoras de los Derechos Humanos, insisten en la necesidad del reconocimiento político y jurídico de las víctimas del franquismo, y por tanto como sujetos de derechos, de manera que se permita juzgar dichos crímenes en el propio Estado español estableciendo los principios de Verdad, Justicia, Reparación (y no repetición). Aún se les debe, por ello la creación de una Comisión oficial de la Verdad, con carácter y eficacia institucional. Debe ser un instrumento para acabar con la justificación histórica y política de la barbarie.
En este día, como a lo largo de todo el año, las organizaciones laicistas exigen un espacio común y público de solidaridad, justicia social y compromiso, frente a la voracidad privatizadora del capitalismo depredador y frente a todas formas de beneficencia y de caridad, y para ello reclaman iniciativas transformadoras que busquen la completa emancipación de la persona y la implantación -real- de los principios republicanos de libertad, fraternidad, igualdad y solidaridad, así como el ejercicio efectivo de todos los Derechos Humanos.
Y para finalizar, una reflexión: durante estos días de inicio de diciembre se celebran unas festividades. Los poderes públicos han maniobrado para que el comercio y otros sectores pongan más énfasis en la fiesta católica del día 8, que en la festividad civil de la Constitución de 1978. Ello es independiente de que, por diversas circunstancias simbólicas, históricas y políticas, partes del texto constitucional no complazcan a una parte importante de la ciudadanía y se esté reclamando o una reforma en profundidad o un verdadero proceso constituyente.
El anteponer festividades netamente católicas en los ámbitos políticos, sociales y escolares, a conmemoraciones civiles como pueda ser el día de la Constitución o, por ejemplo, la conmemoración de los Derechos Humanos, demuestra los atavismos religiosos y patriarcales históricos que padecemos y que actúan en contra de la laicidad de las instituciones del Estado y de la libertad de conciencia.
En mi opinión, un Estado republicano, democrático y por lo tanto laico, que garantice realmente los principios de libertad, participación social, igualdad, justicia social y solidaridad, que amplíe los derechos civiles fundamentales de la ciudadanía, son la clave para un nuevo Estado de Derecho al que deberíamos aspirar para superar los atavismos del pasado.
Francisco Delgado
Presidente de Europa Laica