El 3 de junio de 1979 durante la Jornada Internacional contra la Energía Nuclear, convocada trás el accidente de Harrisburg, fue asesinada Gladys del Estal Ferreño en Tudela (Navarra), durante una manifestación antinuclear.
El 3 de junio de 1979 fue asesinada Gladys del Estal Ferreño por el guardia civil José Martínez Salas en Tudela (Navarra), durante una manifestación antinuclear. El asesino fue juzgado el 14 de diciembre de 1981 en Pamplona en un proceso lleno de irregularidades, y condenado a sólo un año y medio de cárcel, que no llegó a cumplir, casi la misma pena que la de un ecologista de Mallorca (un año de cárcel), cuyo único delito fue colocar una pancarta de protesta contra la muerte de Gladys.
Gladys del Estal tenía 23 años cuando la mataron, vivía en el barrio de Eguia en Donostia, era programadora de informática en una pequeña empresa y compaginaba su trabajo con sus estudios de Químicas.
Gladys era militante ecologista. Pertenecía al Grupo Ecologista de Egia y a los Comités Antinucleares de Euskadi. Participó en la organización de numerosas actividades ecologistas, como marchas ciclistas y manifestaciones contra la central nuclear de Lemoniz.
Gladys marchó a Tudela el 3 de junio a la llamada de los Comités Antinucleares para participar en la «Jornada Internacional contra la Energía Nuclear». La Guardia Civil irrumpió violentamente en el Paseo del Prado, donde se celebraba pacíficamente el acto antinuclear, que estaba autorizado.
En una sentada posterior, fue golpeada por el guardia civil José Martínez Salas con su arma, un fusil Z-70, sonando un disparo a resultas del cual cayó tendida en la calzada.
Gladys llegó muerta al centro hospitalario. La protesta contra su asesinato fue unánime y general, con manifestaciones y huelgas en todo Euskadi y en otras zonas del Estado. Gracias a su sacrificio y al de otros muchos, fue posible paralizar los dos grupos nucleares de Lemoniz.