Hasta ahora han
resultado fallidas las torpes campañas orquestadas para desprestigiar la rebelión popular del 15-M, que ha desconcertado a
medio mundo; el otro medio estábamos deseando algo así y nos hemos sumado con inusitada alegría. Ha
sido un soplo de esperanza, a pesar de que monseñor Rouco afirme que los jóvenes de las acampadas tienen el alma
vacía.
convocatoria distribuida por Internet para la manifestación del 15 de mayo, pero cuando tantas miles de personas salimos a
la calle, la reacción de la ultraderecha mediática se fue cargando de belicosidad. En un primer momento intentaron vincular
esa respuesta ciudadana con el entorno abertzale y con lo que ellos llaman grupos antisistema; insulto inventado por los
que defienden este injusto orden social para descalificar a los que luchamos contra él. La convivencia pacífica demostrada
en las acampadas posteriores y la actitud no violenta con que se respondió a las cargas policiales en varias ciudades,
dejaron también al descubierto la manipulación contaminadora de periodistas de dudosa profesionalidad y medios con nula
objetividad.
Han sido patéticas y contraproducentes las provocaciones de infiltrados en las acciones del 15-M y
el montaje de alguna televisión sobre movilizaciones en Barcelona… ¡con escenas de la revuelta griega! Tampoco fueron muy
convincentes las entrevistas a comerciantes o ciudadanos cuyos intereses -distorsionados y exagerados para la ocasión- se
pretendía defender frente a la protesta, bulliciosa pero sosegada, de personas hartas de no ser tenidas en cuenta, salvo en
las campañas electorales.
Que estos nefastos personajes de verbo venenoso llamen “perroflauta” a todo indignado, es
una forma poco rigurosa de encuadrar a multitud de gentes diversas (la mayoría sin perro ni flauta) a las que une el hastío
y el rechazo a una forma de vida que ha sido desprovista de sus verdaderos placeres por el capitalismo consumista e
insolidario. Seguramente en el calificativo de dichos tertulianos se incluyen movimientos recientes como el ecologismo, la
antiglobalización, la okupación, el antimilitarismo y otras propuestas, desde las que se ha conseguido ir sensibilizando a
la población sobre los peligrosos riesgos que entraña abrazar irreflexivamente el credo del sistema de pensamiento único y
capitalismo salvaje.
Al final, viendo que esto no es flor de un día ni cosa de cuatro nostálgicos de la
revolución, al propio sistema y a sus servidores no les ha quedado más remedio que reconocer la importancia del fenómeno y,
eso sí, ponerse a estudiar cómo lo pueden neutralizar o reconducir; de ahí esa fingida disposición a recoger algunas de sus
propuestas (que ellos hipócritamente dicen compartir) y su empeño en pedir que el movimiento se dote de una organización
estable, de un programa y, sobre todo, de unos líderes (a los que ellos puedan ofrecer dinero y poder, suponemos).
Con estas pretensiones vuelven a demostrar que no han entendido nada; que por lo que la gente clama en las calles es por
un cambio profundo de sociedad, un reparto justo del trabajo y de la riqueza, unas relaciones sociales, políticas y
económicas en las que todas las personas podamos participar directamente y en pie de igualdad.
Antonio Pérez
Collado Secretario General de CGT-PV