Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase obrera consiguen trabajos de clase obrera

 ¿Por qué los chicos de orígenes obreros abandonan la escuela a la primera oportunidad que se les presenta y se dedican a trabajos descualificados? A lo largo de tres años Paul Willis estudió profundamente estos problemas, siguiendo la trayectoria de un grupo de chicos británicos desde sus dos últimos años en la escuela hasta sus primeros meses en el trabajo. Aprendiendo a trabajar es, hoy en día, un clásico de los estudios de sociología y antropología.

Este libro es producto de una investigación llevada adelante por el autor en un barrio obrero inglés, ficticiamente denominado Hammertown, de alrededor de 60.000 habitantes. El trabajo se centró en estudiar a los jóvenes del barrio que estaban cursando los últimos años de escuela, a la par que comenzaban a hacer sus primeras experiencias laborales.

Aprendiendo a trabajar constituye un aporte sustancial para la comprensión de la reproducción social en las sociedades modernas. Su importancia radica en que ofrece una interpretación de la vida en la escuela que evita, por un lado, la mirada de las biografía individuales de quienes recorren sus aulas, así como tampoco reduce, por el otro lado, la escuela a la mecánica estructural de los aparatos ideológicos de estado que junto a la familia y otras instituciones “clásicas” funcionan para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.

La obra se estructura en dos partes y un apéndice final. En la primera parte se encuentra la etnografía “en crudo” y, por lo tanto, allí están también los significados y sentidos más ricos. La segunda parte, en cambio, está dedica al análisis de la etnografía, mientras que el apéndice final es un agregado donde se recogen las apreciaciones de varios de los “sujetos de estudio”, después de haber leído algunos de los materiales que finalmente compusieron la obra.

Citas
  • A pesar de su carácter absurdo, el trabajo capitalista, al menos en este primer período de sus vidas, llega a significar para los alumnos de clase obrera, una afirmación de su libertad […] (Sin embargo) podríamos apostar que la desilusión no está muy lejos. Es básicamente una cultura de ajuste y de compromiso: un intento creativo por hacer lo mejor en unas condiciones duras y embrutecedoras. Durante un período específico de sus vidas, los alumnos obreros creen que habitan en torres donde no llega el dolor. Irónicamente, a medida que la fábrica se convierte en prisión, la educación se…
  • La cultura contraescolar entiende realmente lo que podría denominarse la diferencia entre la lógica individual y la lógica grupal (…). La lógica del interés de la clase o del grupo es diferente de la lógica de los intereses individuales. Para el individuo de la clase obrera la movilidad social puede significar algo. Algunos individuos de la clase obrera pueden “hacerlo” y cualquier individuo particular puede ser uno de ellos. Sin embargo, para la clase, la movilidad no significa nada en absoluto. La única movilidad verdadera en este nivel sería la destrucción de la sociedad de clases.
  • Por lo tanto, ciertamente, existen razones objetivas para cuestionar si es sensato invertir el “yo” y sus energías en títulos cuando tanto su eficacia como su objeto deben ser puestos en duda. La cultura contraescolar plantea este problema -al menos en el nivel cultural- a los obreros; la escuela no se lo plantea en forma alguna.