El Sindicato Federal de Telefónica de la CGT envió este martes el siguiente mensaje a la
plantilla de la empresa, con el triple objetivo de denunciar la situación de estas compañeras y compañeros, valorar en su
justa medida las absolutamente ineficaces comisiones de negociación emanadas de un sistema creado para mal lavar imágenes
y, por último, transmitir que estamos por y para combatir los excesos de la empresa más allá de la fallida comedieta
representada en las mesas abiertas donde solo está la empresa y sus socios sindicales.
La semana pasada nos sobresaltó la lectura de un comunicado de una organización sindical en
el que “constatan con preocupación” como se cuestiona la competencia y eficacia de “la mejor red de ventas de toda
Europa”, según declaran directivos de Telefónica. Interpretan así el exceso fiscalizador en la burocratización a la que es
sometida mediante la exigencia continua de justificar cada actuación, cada visita, cada oferta, de los informes añadidos
a la habitual cumplimentación en las aplicaciones de seguimiento y control existentes, incrementando inútilmente la carga
de trabajo de la ya pesada tarea comercial, disminuyendo la autonomía en la gestión individual y convirtiendo a los
mandos intermedios en simples controladores de personal en lugar de facilitar su tradicional tarea de soporte, seguimiento
de incidencias y solución de conflictos.
Continúan explicando que este contexto de excesiva carga mental deriva en
la proliferación de malas formas, gritos y amenazas, dificultando la convivencia en un ambiente previamente enrarecido
por el enorme esfuerzo y desgaste del personal para aproximarse a los objetivos marcados por la empresa, que utiliza las
dificultades como excusa para elevar la presión sobre la plantilla hasta límites absurdos, sustentando las relaciones
laborales en el miedo y la coacción. Finalmente culpan de la situación a la “grave incapacidad de gestión” de la
Dirección -que plantea constantemente fórmulas de flexibilidad laboral pero aplica recetas rígidas y burocráticas que
deterioran el clima laboral y la calidad de atención al Cliente- a la que lanzan un enigmático “no permaneceremos inertes”
e indican que la actual deriva “tiene contestación en nuestra Normativa Laboral y la vigente legislación”.
En CGT coincidimos con el análisis descrito: la empresa enmascara su ineficaz gestión incrementando la presión sobre la
plantilla para que cumpla unos objetivos cada vez más utópicos en el laberinto económico actual. Es como si nos hiciera
responsables de la disminución de ingresos, en lugar de a la crisis-estafa que reduce nuestros derechos laborales y
ciudadanos y empobrece a nuestra potencial clientela. Efectivamente, la adición de tareas redundantes, la reducción hasta
la eliminación de la necesaria autonomía individual en el manejo de ciertos aspectos del trabajo propio, las amenazas,
malas formas y coacciones no son ningún instrumento válido para fomentar el negocio pues, contrariamente, envilecen tanto
las relaciones laborales como las comerciales. Dicho esto ¿por qué hablamos de sobresalto si estamos en línea con ese
diagnóstico? En primer lugar, porque chirría desagradablemente leer “… preocupación… exigencia continua… excesiva carga
mental… gritos y amenazas… miedo y coacción… mal clima laboral… grave incapacidad de gestión…” en el comunicado de un
sindicato presente en la Comisión de Comercial (la llamada ‘mesa’ de comercial) y el resto de ‘mesitas’ territoriales o
provinciales. ¿Acaso no es el lugar en que pactan con la empresa lo que después llega a la Comisión de Negociación
Permanente como acuerdos cerrados sin posibilidad real –el juego de las mayorías- de ser debatido y, en su caso,
modificado por la aportación de otras organizaciones? ¿No suelen hacer bandera de esos pactos que siempre divulgan como
mejora? La pregunta grave es ¿Cómo se produce la denuncia de una situación tan insostenible, en un importante área como
Comercial, por parte de quienes tienen hilo directo con la empresa, responsable de esta situación? ¿No sería razonable
entonces que se apearan de su torre mayorista y abrieran las posibles soluciones a la participación de otras visiones
–organizaciones con capacidad negociadora, comités provinciales, plantilla…- que enriquezcan el resultado final, que
eviten llegar a extremos como el actual? Salvo que, claro está, que todo esto no sea más que apariencia o escenificación
de unas discrepancias que, finalmente, sean ‘subsanadas’ en petit comité, vendiendo después con descaro las maravillas y
seguridades del nuevo acuerdo o contexto.
Porque realmente todo indica que esa beligerancia algo descafeinada -…te
daré con la normativa…- ni siquiera se corresponde con la acción y la actitud sobradamente demostradas en el Comité
Intercentros, que rechaza, anula, desvía y hace desaparecer cualquier aportación o intento de progreso que no venga de su
propio rodillo, que no explica el recorrido de las propuestas, que informa tarde, insuficiente y parcialmente del resultado
de sus movimientos, que da largas a las necesidades de la plantilla… pero siempre emplea grandes esfuerzos en desfigurar
o encubrir los verdaderos objetivos de este sistema de supuesta representación.
Lamentablemente son más que
indicios: allanar el camino a la aplicación de las necesidades de la empresa, disimular y pulir la manifiesta ambigüedad de
los textos para que deban ser interpretados y apaciguar a la plantilla, no vaya a ser que se nos rebele…
Comisión de Comercial: ¿pa qué?
Secretaría de Comunicación CGT Telefónica