Los directores de banco, los políticos y los agitadores mediáticos no paran de azuzar el debate sobre la supuesta inviabilidad de las pensiones públicas. Y puesto que sobre el resto del gasto público recogido en los Presupuestos Generales del Estado parece que no tienen ninguna observación ni crítica, hemos de concluir que están de acuerdo en todas las partidas, excepto la destinada a cubrir las modestas pensiones de quienes se han dejado la vida trabajando, o que hacen el trabajo sucio de las aseguradoras para imponernos, lenta per insistentemente, las pensiones privadas; pensiones que sólo podrán sufragarse –y a riesgo de perder todo lo invertido, como ya hemos visto en varios casos– quienes disfruten de sueldos mucho más elevados de los que cobra la mayoría.
El gobierno socialista (y esto hay que destacarlo) ha vuelto a proponer nuevos ataques a las ya maltrechas pensiones (curiosamente perpetrados por otros ejecutivos del mismo partido) que sumar a los nada inocuos Pacto de Toledo o la reforma de 2011. Bien es cierto que antes espera pactarlos con sus agentes sociales (antes sindicatos de clase) para evitarse cualquier molesta protesta. Saben que para ese silencio sindical tendrán que hacer nuevos pagos a las arcas confederales, pero la tranquilidad en las calles y en las zonas comerciales bien merece ese abultado desembolso: total, mientras el gasto no vaya a nuestros mayores, no hay problema.
Parece poco serio que discutibles expertos, que no se enteraron de evidentes casos de saqueo a las arcas públicas, de la estafa de los bancos o la crisis que ni intuyeron en 2008, en el tema de las pensiones ya estén seguros de cómo van a evolucionar la población, la esperanza de vida o el empleo en 2048. Y es que lo que ahora proponen Sánchez y su equipo es elevar la jubilación real a los 65 años y 6 meses; es decir que aunque se tenga más de 38 años y medio cotizados ya no se podrá acceder al retiro nada más cumplir los 65 años. Algo que apenas reportará recursos a la llamada hucha de las pensiones, puesto que quienes lleguen a la edad establecida en 2048 habrán empezado a trabajar, lógicamente, a partir del año 2000 y en plena reforma laboral, con empleos precarios e intermitentes y con salarios como los que ya conocemos en nuestras propias familias. Sólo se nos ocurre pensar en un ensañamiento contra los pensionistas, porque con estas condiciones que nos preparan a la gente mayor lo de seguir aumentando la esperanza de vida –razón esgrimida para retrasar la edad de jubilación– va a resultar casi imposible.
Otra de las grandes ideas del PSOE, a mayor gloria del capitalismo salvaje, es ampliar el período tomado para el cálculo de la pensión de 25 a 35 años; algo complicado para quienes encontraron su primer empleo (por llamarlo así) a después de los 30 años y con más temporadas en el paro que cobrando un sueldo. Recordaremos que esta etapa se ha ido ampliando de los dos últimos años, a los 10, a los 15 y, desde la reforma de Zapatero, a 25 años a partir de 2022. Lo de subir a 67 tacos la edad legal de jubilación lo dejaron para 2027.
Pero en la Asamblea de Pensionistas de CGT no damos crédito a lo que también vemos aprobar estos días por este gobierno socialista, insistimos. Y es que recientemente se ha informado que los cargos públicos gozan de unas retribuciones nada despreciables, sobre todo si estamos en temporada de vacas flacas como parece. Entre los 202.000€ anuales del presidente del Congreso y los casi 73.000 de un ministro oscilan los sueldos de los grandes padres de la Patria, de nuestros servidores públicos. Eso nos dicen. El propio presidente Sánchez tiene un jornal de casi 83.000 euros del ala. Pero es que sin necesidad de permanecer 38 años en el tajo, todos los expresidentes se embolsan 75.000€ y algunos gastos más en despacho, funcionarios, etc.
No es difícil calcular que si todos estos personajes tuvieran unos sueldos aceptables, pero no tan desorbitados, y el exceso lo cotizaran a la Seguridad Social el déficit de la hucha de las pensiones no sería tan elevado. Bueno, y para que se vea que no sólo hacemos propuestas descabelladas: con una mayor cotización de los grandes salarios, con la declaración de todas las horas extras, con salarios como los de los países de nuestros entorno y con algunas medidas similares más, los jubilados podríamos morir tranquilos y los políticos no estarían sufriendo por los pensionistas de 2048.
Mientras no se haga nada positivo por las pensiones, los jubilados seguiremos gritando que “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”.
Assemblea de Pensionistes i Jubilats de CGT-València
València, 16 enero 2019