- El ateneo valenciano celebra entre el 3 y el 9 de marzo unas jornadas culturales para conmemorar su aniversario
“Lo que sorprende es que todavía hoy quede gente que pueda creer que existen políticos honrados, jueces justos, militares honorables, empresarios paternales, policías al servicio del pueblo o banqueros generosos”. La revista “Al Margen” hablaba de ese modo de los “Excelentísimos bandidos” en el verano de 1994. Veinte años después pervive la esencia de la revista, aunque los artículos vayan adaptándose a los tiempos: “La tragedia griega y el drama español”; “Enfermedad y cárcel: doble condena” o “Refugiados: ni Dios, ni Amo, ni Estado”. La publicación es uno de los elementos de continuidad del Ateneo Libertario Al Margen (Valencia), que en marzo cumple su treinta aniversario y lo conmemora con unas jornadas culturales. Entre el 3 y el 9 de marzo están previstas presentaciones de libros (“Fascismo de baja intensidad”, del poeta y ensayista Antonio Méndez Rubio), audiovisuales (“El tiempo de las cerezas”, del realizador Juan Felipe), conferencias (“El anarquismo que viene”, a cargo del escritor y activista Tomás Ibáñez) y exposiciones.
La idea de impulsar el ateneo libertario se fue cociendo a partir de 1984, aunque tal vez los orígenes puedan rastrearse anteriormente, en diciembre de 1979, cuando se produjo la escisión de la CNT durante su Quinto Congreso. Dos años antes que Al Margen, surgió Radio Klara, emisora comunitaria de la ciudad de Valencia. Bullían los proyectos en el inicio de los años 80, y uno de ellos consistía en impulsar un ateneo libertario. En las reuniones previas participó gente heterogénea: del movimiento libertario, de la CNT, procedente de grupos de afinidad anarquista o de Radio Klara. El siguiente paso consistió en pagar cuotas, recolectar fondos y comprar el local (en la calle Baja número 8, en pleno casco histórico de Valencia), tarea en la que desempeñó un rol central Ángel Olivares, del Sindicato de Jubilados de la CNT. “Hizo de mediador y puso mucho dinero”, recuerda Rafa Rius, miembro del Ateneo Libertario Al Margen. Después se realizaron las obras para adecuar el local, inaugurado finalmente en marzo de 1986.
“En su momento pusimos el nombre de Al Margen intencionadamente, porque había muchos ateneos vinculados a la CNT y que le daban prioridad al sindicato”, explica Rius. “Nosotros queríamos permanecer equidistantes entre la CNT y la CGT”. Además, se trataba de recuperar lo que históricamente representaron los grupos de afinidad de los ateneos. Coincidieron en Al Margen personas que procedían del sindicalismo, también del movimiento libertario, con un objetivo: la difusión de las ideas contestatarias y de la cultura crítica y libertaria. Por eso, subraya Eloísa Gosálbez, “desde el primer momento fue muy importante contar con una biblioteca”. “Siempre ha habido una buena relación con otros ateneos”, agrega Marisa Juan, quien participa en el centro social desde la primera época. “Aquí a nadie le pedimos el carné”. Quienes se mantienen hoy del núcleo inicial, procedentes en su mayoría del anarcosindicalismo, definen el ateneo como un espacio “asambleario, abierto, heterodoxo y en el que se respetan todas las opiniones, además, cada persona aporta la cuota que puede”.
El Ateneo Libertario Al Margen empezó a caminar en 1986 con actividades muy similares a las de hoy. Exposiciones, presentaciones de libros, charlas y una pequeña biblioteca, entre otras. Además, el espacio de la calle Baja se abrió a las asambleas de otros movimientos sociales, como grupos ecologistas, Radio Klara, el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC), la organización de solidaridad con el pueblo saharaui Salam y la revista “Si Volem”. Fuera del local, el ateneo participaba en los carnavales “alternativos”. También Al Margen ha sido foco de campañas con más que aceptable recorrido. Una de ellas surgió de una cena que reivindicaba la memoria de Valentín González, joven anarcosindicalista que murió en junio de 1979 por el disparo de una bala de goma efectuado por un policía nacional. El hecho ocurrió cuando el joven trataba de ayudar a su padre, mientras un agente le golpeaba durante una huelga de las “collas” de carga y descarga del Mercado de Abastos de Valencia. El ateneo tenía como objetivo que el Instituto de Enseñanza Secundaria de Abastos tuviera el nombre de Valentín González, para lo que se recogieron firmas. No se logró, pero aquella primera cena sirvió para que todos los años se organice una concentración, a la que se han sumado la CNT y la CGT, en el lugar de la muerte de Valentín González.
Continuando con el legado de los viejos ateneos, la cultura centra las actividades de Al Margen. Además de una revista trimestral para fomentar el “debate libertario”, se han organizado certámenes de cuentos y de narrativa social. “En alguna edición llegaron a presentarse un centenar de obras”, recuerda Eloísa Gosálvez. Durante tres años también se impulsó un certamen de ensayos y, con el fin de difundir la Idea, editaron en septiembre de 1999 junto al Ateneu Enciclopédic Popular de Barcelona y el colectivo Etcétera, el libro “Erich Mühsam. Su vida, su obra, su martirio”, del anarcosindicalista alemán Augustin Souchy. Erich Müsham (1878-1934) participó en la revolución bávara de los consejos, por lo que fue declarado culpable de “alta traición” en julio de 1919 y condenado a quince años de cárcel en una fortaleza. Continuó con su actividad anarquista hasta que fue detenido en 1933, ya en época de la Alemania Nazi. En el campo de concentración de Sonnenburg Erich Müsham fue torturado y en el de Oranienburg, estrangulado en una celda.
¿Se puede calificar como “política” la actividad de un ateneo libertario? Ante las elecciones generales de 1986, las segundas en las que resultó vencedor Felipe González, Al Margen elaboró un manifiesto del que se difundieron ocho mil copias, con la consigna “Permanece Abstento al espectáculo”. “Se explicaba el porqué de la abstención, la postura libertaria ante los comicios”, afirma Rafa Rius. El manifiesto se repartió por los barrios, “hoy continúa vigente y lo seguimos lanzando”. Cuando las tertulias todavía eran escasas en los medios convencionales, Al Margen contaba con una en Radio Klara: “Desafecciones. Caminata por el amor y la muerte”.
Marisa Juan recuerda que en los primeros años 80 “había pocos ateneos libertarios en Valencia, cuando cerraron el ateneo Progrés abrimos Al Margen; otro anterior, en los barrios de Marxalenes-Parreta, lo quemó la ultraderecha”. Los centros sociales para divulgar la cultura libertaria aparecían y desaparecían en función de lo que los militantes decidieran. Todavía en su primera etapa, el colectivo empezó a participar en la Feria “Alternativa” de Valencia. Recibían hasta 60 publicaciones “alternativas”, y mantenían relación con el centro social Okupado de la calle Palma. Una de las iniciativas más señaladas fue la exposición del fotógrafo Mateo Gamón, que evocaba el espíritu y ambiente de las barricadas de mayo del 68.
Pero, recuerda Eloísa Gosálbez, “el local de la calle Baja se fue deteriorando y comenzamos a buscar otro”. Consiguieron vender la primera sede del Ateneo y se trasladaron a la actual, un antiguo almacén en la calle Palma número 98, también en el centro histórico. “Hicimos una pausa en nuestra actividad, mientras se rehabilitaba el nuevo local con el apoyo de muchos compañeros”. Pasadas tres décadas, recuerdan sobre todo el trabajo de carpintería del compañero Tarín. Y continuaron los ciclos de cine, cursillos, exposiciones, recitales de poesía, presentaciones de libros y senderismo. Por el Ateneo Libertario Al Margen han pasado el politólogo Carlos Taibo, los historiadores Frank Mintz, Miquel Amorós y Eduard Masjuan, autor de “La ecología humana en el anarquismo ibérico”; el escritor Tomás Ibáñez (“Anarquía es movimiento”); Marta Ackelsberg, autora del libro “Mujeres libres”; el cineasta y escritor José María Nunes; los militantes históricos del anarcosindicalismo Abel Paz y Lucio Urtubia; y el médico y militante anarquista argentino Eduardo Colombo.
Los primeros Encuentros de ateneos libertarios (“Buscando el Norte”) se celebraron en Al Margen (llegaron a convocarse cinco en todo el estado español). Desde el primer día también han actuado como punto de colaboración en la Mostra del Llibre Anarquista de Valencia. Con el fin de mantener vínculos con el barrio del Carmen, se implicaron hace aproximadamente una década en la iniciativa “Pintem junts”, que consistía en estampar grafitis y murales en las paredes de la barriada. Por esos años tuvo lugar una iniciativa a la que también se adhirieron, “Música al escaparate”, dedicada a apoyar a los músicos a los que no se les permitía tocar en la calle. Hacían sonar sus instrumentos dentro de los locales comerciales, donde no podía multarles la policía local. Colaboran por otro lado en “Ciutat Vella Batega”, coordinadora de las asociaciones del casco antiguo de Valencia.
También tenían un fuerte carácter reivindicativo las marchas a la prisión de Picassent, en las que participaron. “Durante una temporada los compañeros dejaron de publicar el boletín A Golpes, de apoyo a los presos, y lo editamos en Al Margen”, apunta Rafa Rius. A la Semana Cultural, que el ateneo organiza todos los años, se suman cerca de 25 publicaciones y discos como los de poemas musicados por Lucho Roa, o del cantaor “Caldito”. Y dos cortos, “La Vespa verde”, a partir de uno de los cuentos surgidos de las “veladas literarias”, que celebran como “grupo de afinidad”; y “El entierro de Tarín”, uno de los activistas más veteranos del ateneo. Entre el 3 y el 9 de marzo celebrarán el 30 aniversario.