Las organizaciones firmantes de este manifiesto, desde nuestra responsabilidad asumimos trabajar en común, con respeto a las diferencias, con generosidad honestidad y seriedad para que lo aquí propuesto sea posible, y hacemos un llamamiento a las personas trabajadoras de València, a las organizaciones y movimientos sociales para que se sumen y compartamos luchas.
Tenemos que ser muchas más, debemos ser capaces de dejar de lado lo podrido, y debemos dar respuesta y alternativa a todo lo que cimente al régimen actual. Es necesario establecer ya una clara línea divisoria, una frontera entre lo corrupto y lo saludable.
La violencia que ejercen las clases dominantes sobre la mayoría de la población se traduce en miles de familias desahuciadas de sus hogares, millones de trabajadoras y trabajadores con sueldos de miseria como alternativa al paro y la exclusión, la explotación de los más débiles que tiene como máximo exponente a las personas migrantes, el machismo sobre las mujeres como terrible arma de dominación sobre el 50% de la población, etc.
Así mismo, la depredación que generan los valores dominantes, de los que mandan, no respeta nada ni nadie. Se hace negocio con todo, con nuestra muerte y nuestra vida, convertidas en simple atrezzo de sus lujosas vidas. Ante esta evidencia, no cabe duda de que poco les importa la destrucción de nuestro hábitat, seguros de que ellos siempre tendrán donde refugiarse, ante el naufragio del planeta y la humanidad.
El expolio de lo común es otra de las dinámicas que se impone a nuestra sociedad; la sanidad, la limpieza, el agua, la electricidad, la educación, el transporte público, los servicios sociales, son convertidos en mera mercancía para mayor beneficio de los de siempre. “Nuestros” gobernantes participan gustosos del festín,
conocedores de que recibirán el correspondiente premio de sus amos, y venden lo que entre todas y todos hemos construido durante decenios de trabajo, luchas y esfuerzos.
Ante esta realidad acuciante, que debería remover las conciencias de todas las personas sensibles ante los enormes sufrimientos que las actuales políticas están infligiendo a nuestro pueblo, los sindicatos abajo firmantes conscientes de que la situación necesita ante todo de nuestros mayores esfuerzos para combatir y cambiar esta realidad, y que solo seremos capaces de ello si unimos nuestras fuerzas de forma generosa, poniendo por delante lo que compartimos ante las supuestas diferencias, manifestamos que:
- Las organizaciones sindicales deben estar sólo al servicio de los/as trabajadores/as (en activo, parados/as, precarias/os, estudiantes, jubilados/as…), de sus intereses como clase social y actuando al margen de favores económicos y de injerencias políticas ajenas al mundo del trabajo. Su ámbito de lucha y acción se encuentra en los centros de trabajo, y en todos los ámbitos y lugares que afectan a nuestras vidas, enfrentándose a la precariedad, el paro, la pérdida de derechos laborales, oponiéndose al empeoramiento de las condiciones de vida de los/as trabajadores/as, y por la defensa de cualquier derecho social y cívico.
- Entendiendo que las personas no somos meras productoras-consumidoras, debemos solidarizarnos y confluir en las luchas con los movimientos sociales que defiendan todo aquello que nos es necesario y común como clase: sanidad, educación, servicios sociales, protección del medio ambiente, derecho a la vivienda, al aborto libre y gratuito… y construir así una corriente de apoyo mutuo en la contestación social, conscientes que todos estos problemas tienen un origen común, y que solo con el cambio real
del sistema político-social, con la transformación de la sociedad y de sus valores, las personas tenemos un futuro posible. - Los servicios públicos y sociales no son una donación caritativa sino el fruto de lo obtenido a consecuencia de las luchas de los/as trabajadores/as que nos precedieron. Son conquistas de la clase obrera a las que no podemos renunciar. Tenemos que preservar y fortalecer estos derechos y reclamar nuestra participación en su gestión como trabajadores/as y usuarios/as.
- Defendemos el concepto de sindicato como herramienta de lucha colectiva imprescindible contra el capitalismo. Denunciamos y nos oponemos a la actuación y el papel del sindicalismo oficial, y a la falsa representación que se otorgan de todos los/as trabajadores/as. Su propia trayectoria, actuaciones y comportamientos hablan por sí mismos. El descrédito del sindicalismo, la baja sindicación de los/as trabajadores/as y la pérdida de la conciencia de clase es su único logro en más de tres décadas, entre otros motivos a causa de su insultante nivel de corrupción y clientelismo.
- Creemos que es necesario recuperar los valores y el orgullo de pertenecer a la clase obrera. Somos mayoría. Sin nosotros/as nada es posible. Debemos construir y reforzar todas las herramientas encaminadas al reparto equitativo de la riqueza entre todas las personas, exigir respeto y derechos, y
organizarnos para oponernos a las agresiones laborales y sociales que está llevando a cabo la clase empresarial y política al unísono para aumentar y defender sus beneficios y privilegios, a costa de
nuestros sacrificios y del futuro de las siguientes generaciones. - La clase trabajadora sufre desahucios, mientras es obligada a financiar obras faraónicas, útiles sólo para llenar los bolsillos de políticos, empresarios y banqueros; allá donde les interesa destruyen el tejido productivo y el empleo, y nos encaminan hacia una crisis no sólo económica, sino medioambiental,
energética y de recursos. - La corrupción es otro síntoma de la enfermedad, y siendo gravísimo el expolio que estamos sufriendo y pagando todas las personas trabajadoras, no se puede circunscribir solo a las actuaciones que se declaran ilegales; la utilización de cualquier cargo político o sindical para beneficiar y colocar a «los
suyos» y/o para la promoción personal, hacer de agencia de colocación, el compadreo con y entre políticos/sindicalistas y empresarios, el enchufismo, optar a cargos de representación por sus beneficios, etc, son modos de actuar que pudiendo no ser ilegales son éticamente reprobables y dañan a la clase trabajadora, fomentando el favoritismo y la competencia entre iguales, debilitando nuestros valores y rompiendo la unidad. - Reivindicamos la huelga general como la mayor herramienta de lucha en manos de los trabajadores. Afirmamos su efectividad y vigencia, así como la necesidad de articularla fuera de los viejos parámetros de la fábrica o el taller. Huelga general de la producción sí, pero también de consumo y social. No
queremos otro paro general de 24 horas de cara a la galería que contribuya a provocar más frustración y desmovilización entre los/as trabajadores/as. Debemos construir una huelga general desde abajo. - Los abusos que sufrimos día a día en los puestos de trabajo, la precariedad, el paro, las reformas laborales, la pérdida de poder adquisitivo y el empeoramiento de las condiciones de vida, junto a la actitud cada vez más despótica y prepotente de la patronal, constituyen por sí solas razones sobradas no para una huelga, sino para unas cuantas.
- El actual nivel de represión por parte del estado hacia los movimientos sociales y sindicales no es más que su respuesta natural en defensa de los privilegios de las clases sociales a las que representa: políticos, banqueros, empresarios… Por si faltaran razones para ello, este es otro motivo para que unamos fuerzas, y nos defendamos activamente y eficazmente ante los ataques sufridos, respondiendo ante los mismos solidariamente, haciendo cierto el lema de «que si nos tocan a una nos tocan a todas».
- Rechazamos cualquier ley de huelga, porque su único objetivo real es eliminar de facto este derecho, o como poco controlarlo y criminalizarlo para anular la capacidad de impacto de una respuesta obrera a sus ataques económicos y políticos contra los/as trabajadores/as.
- Denunciamos el falso discurso del derecho al trabajo cuando sólo se utiliza y abandera si existe una convocatoria de huelga, convirtiéndose en papel mojado dicho derecho el resto del tiempo. Derecho al trabajo sí, pero digno, para todos/as, y todos los días. Basta de manipulaciones que fomentan el esquirolaje, el miedo y la división entre la clase trabajadora.
- Entendemos que ningún cambio real es posible sin el concurso y la movilización de la clase obrera. Si se pretende algo más que lavar la cara al régimen la participación de nuestra clase es imprescindible. De hecho, constituye la única posibilidad real de quebrar el status quo favorable a las oligarquías, tanto a nivel local, como de país, estatal o europeo. Sin que la clase trabajadora tome la palabra no hay salida a la Europa de la austeridad y a un sistema en manos de oligarquías antisociales.
- Debemos romper el discurso del régimen que pretende dividirnos. Clase trabajadora somos todas; las que estamos en activo, las que no tienen empleo, las personas en precario, las cuidadoras, las perseguidas, las marginadas, las discriminadas, las desahuciadas, todas formamos parte de lo mismo, y compartimos explotación y destino. Solo cabe que trabajemos para que otro mundo sea posible, una sociedad auténticamente democrática, sin clases, donde no haya lugar para ningún tipo de explotación
económica, ni opresión social, patriarcal o nacional, por razón de sexo, raza, orientación sexual, nacimiento, etc, y donde cada pueblo pueda ser permanentemente libre de decidir su destino y sus relaciones con los otros.
Las organizaciones firmantes de este manifiesto, desde nuestra responsabilidad asumimos trabajar en común, con respeto a las diferencias, con generosidad honestidad y seriedad para que lo aquí propuesto sea posible, y hacemos un llamamiento a las personas trabajadoras de València, a las organizaciones y movimientos sociales para que se sumen y compartamos luchas. Tenemos que ser muchas más, debemos ser capaces de dejar de lado lo podrido, y debemos dar respuesta y alternativa a todo lo que cimente al régimen actual. Es necesario establecer ya una clara línea divisoria, una frontera entre lo corrupto y lo saludable.
Hay que escoger estar de un lado o de otro, o con los poderosos o con las personas damnificadas, ya no caben ambigüedades.
València, junio de 2017
Confederación General del Trabajo (CGT) Intersindical Valenciana (IV)
Confederación Nacional del Trabajo (CNT) Coordinadora Obrera Sindical (COS)