Las protestas del
llamado movimiento 15M no decaerán, al contrario de lo que muchos predicen fallidamente sin cesar. El estallido podría no
haber sucedido el 15M. Podría haber sido antes, o tal vez después, pero lo cierto es que ocurrió porque tenía que ocurrir.
La tensión que se acumula sin pausa en las capas de la sociedad que más sufren los desmanes
económicos acaba alcanzando, tarde o temprano, un punto crítico en el que necesariamente esta debe escapar de alguna
forma.
Las protestas convocadas para el 15 de mayo y las posteriores acampadas fueron tan solo el catalizador de
la reacción esperable para la cual ya se reunían todas las condiciones necesarias.
A finales de mayo estalló en las
calles la indignación que desde hacía tiempo se había gestado en las asociaciones ciudadanas (plataformas para la huelga
general y contra los recortes sociales) y en Internet (movimientos en blogs, foros y redes sociales). Sin embargo, todavía
hoy la rabia y la ira —las caras de la desesperación— no han hecho acto de presencia.
La autoconsideradas clases
medias comienzan a darse cuenta de que no son más que clases precarias con atuendos chic, perfumes recargados, tecnologías de
ciencia-ficción y abalorios fashion que han sido sostenidas artificialmente en la nube consumista por el crédito masivo y la
explotación exportada. La vivienda, sin ir más lejos, el bien básico y primordial de toda familia, solo podía ser adquirida
bajo esclavitud hipotecaria de 30 años y aún hoy sigue a niveles lejos de toda sensatez económica. Los precios suben, los
sueldos bajan o desaparecen, las horas extra se agolpan impagadas por temor al vacío, y la televisión, las drogas y la
diversión anestesian el escaso tiempo libre para esquivar los insistentes golpes de la realidad.
La consciencia de
esta situación se abre paso al ritmo al que aumenta el paro, la insolvencia, la precariedad laboral y la incertidumbre, pero
también al ritmo de la información transmitida en las calles y en los tajos, en Internet y en los libros, que poco a poco va
calando en las mentes predispuestas por el acontecimiento mediático del 15M. Lenta pero inexorablemente, el velo de seda rosa
va dejando entrever la carne cruda, en descomposición, de la carroña sobrante del festín capitalista: una masa excedente de
humanos-mercancía que debe ser entregada a los cuatro jinetes de apocalipsis para mantener bajos los salarios, largas las
jornadas y crecientes los beneficios. El molino satánico del mercado no admite contemplaciones. La imposible gran
transformación es impuesta una vez más.
Las sociedades son mastodontes cuyos pasos no toman segundos, sino años, y
tres años después de la implosión financiera e inmobiliaria de 2008, los resortes de subsistencia comienzan a saltar por los
aires. Las familias sin ingresos ya a duras penas pueden encomendarse a unos familiares que no tienen la capacidad de
sostenerlas eternamente, y menos aún cuando estos también sufren la devastación en sus carnes. Las expropiaciones de
viviendas, evidencia trágica de que los bancos nunca asumieron riesgo alguno, arrojan a familias enteras al asfalto, la
beneficencia y la desesperación. Y el movimiento del 15M de hoy no es ni la sombra de lo que será el estallido de
desesperación rabiosa que acontecerá tan pronto nuevos latigazos del dios Mercado restallen sobre la herida supurante del
ciudadano-trabajador-consumidor.
Las brumas que ocultan el futuro no dejan atisbar mucho, pero sí lo suficiente
como para apuntar probabilidades. El Partido Popular, alienación mediante, logrará los votos de sus víctimas y pronto
continuará con las profundas reformas ansiadas por la camarilla empresarial. El PSOE, en su deriva social-liberal, ya no será
votado más que por ingenuidad, confusión o miedo a la derecha. Mientras tanto, el movimiento del 15M poco a poco abandonará
su pacifismo suicida al son de una ciudadanísima policía entregada sin rechistar a hacer de matón en este robo a gran escala.
Los ánimos caldeados durante la campaña electoral llevarán a Rubalcaba a una difícil elección: usar demasiada fuerza dañaría
su imagen en los medios, usar poca podría ser insuficiente contra un movimiento que ya se acerca al Ministerio del Interior y
a otras instituciones del gobierno, que es de su partido. Pero esto no importará mucho, pues el nuevo presidente será
probablemente Rajoy, el cual no dudará en usar abiertamente la fuerza tras escenificar un prefabricado acercamiento y
alejamiento al 15M que lo dibujará en los medios como movimiento ajeno al diálogo, sucio, conspirador y demás cantinela. Al
mismo tiempo, el agua empezará a hervir con nuevas reformas y malas noticias económicas. La desesperación crecerá, y la
tensión hará lo propio. Los sindicatos oficiosos dejarán de sentirse atados al no haber entonces un gobierno pretendidamente
de izquierdas. Los sindicatos combativos desarrollarán su ya declarado proyecto de huelga general. Una hostia volará por
aquí. Otra por allá. La manipulación televisiva polarizará a la población y la derecha dará alas al fascismo como
contrapartida callejera a la izquierda activa. Los ignorantes contumaces y los crédulos, alentados por discursos revertianos
de cojones y naciones, se prestarán enardecidos al salvapatrias de turno, que los lanzará a la calle como escuadras del odio…
Y entonces, solo entonces, podremos ver si nuestra sociedad ha aprendido algo del pasado, si ha aumentado su conciencia
política y social, si ha conseguido ir más allá del trabajo y el estudio como meras actividades mecánicas. Sin conciencia
generalizada, una nueva lucha de pobres podrá surgir mientras que los culpables de la situación continuarán enriqueciéndose a
su costa.
Destruid vuestros televisores antes de que sea demasiado tarde. Leed variado y sin prejuicios. No os
arrastréis servilmente ante el abuso y el derrotismo. Concienciaos y concienciad. Es preferible prepararse para un futuro
oscuro y que luego sea más claro de lo esperado a que este nos descubra desnudos y sin capacidad para reaccionar.
(Publicado originalmente en mi blog: http://laprisionmental.wordpress.com/2011/08/08/de-los-trazos-del-pasado-a-los-trazos-del-futuro-movimiento-1
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