Reformular el anarquismo ante los retos del presente, someter los planteamientos libertarios a discusión e imaginar prácticas de autogestión en la sociedad actual son los objetivos del libro “La apuesta directa. Debate libertario y ciclo político” (Enclave), obra colectiva que se ha presentado por primera vez en la Mostra del Llibre Anarquista de Valencia. En ello hay “una cierta urgencia”, afirma Mario Domínguez, profesor de Sociología de la Universidad Complutense y autor del epílogo: “Lo importante es oponernos y contraatacar con fuerza a la guerra de clases que el capitalismo libra ya de modo descaradamente dictatorial”.
El libro aborda desde una perspectiva radical y transformadora muchos de los problemas actuales. Sobre el Estado de Bienestar, el militante anticapitalista y doctor en Historia Contemporánea Juantxo Estebaranz recuerda que ha sido “la mayor realización del totalitarismo del capitalismo desarrollista y que ha sido éste el que ha culminado el camino de desposesión iniciado con el propio capitalismo”. En plena crisis y desmonte del “estado social”, pueden ahora plantearse “propuestas paliativas para nuestras necesidades más básicas que sean germen de una autoorganización popular”.
El activista cultural e historiador Octavio Alberola señala en un artículo titulado “Los retos del movimiento emancipador en el siglo XXI” que la gente se está “reencantando” por la política como en otras ocasiones. Alberola entra de lleno en la disyuntiva entre “vieja” y “nueva” política: “Y eso pese a que el discurso actual de los nuevos políticos no deja de ser tan artificial y demagógico como el de los viejos; de ahí el extraordinario esfuerzo mediático para promocionar a estos nuevos mesías”.
Por otra parte el politólogo Carlos Taibo recuerda las palabras con las que el escritor francés George Bernanos se refería al realismo: “La buena conciencia de los hijos de puta”. Según Taibo, “frente a este mezquino realismo no podemos hacer otra cosa que recordar que quienes creemos en la autoorganización, la autogestión y la autonomía estamos aquí, y que no somos pocos”. No se aleja demasiado de esta línea de análisis José Luis Carretero, miembro de la Confederación Sindical Solidaridad Obrera, quien finaliza su artículo con la propuesta “Inventar una nueva ética y una nueva estética”. Según Carretero, “la principal batalla ganada por el Capital en estas últimas décadas ha sido la batalla cultural, la batalla por el sentido”. Por tanto, “hay que inventar un nuevo arte de vivir, una nueva estética en todo (en el cine, en el teatro, en la poesía, en la literatura política…), que nos permita apostar por la revolución social (…)”.
En un artículo de 26 páginas el Grupo de Reflexión para la Autonomía indica algunas de las dificultades mayores que se plantean en la praxis: “El paradigma social dominante promueve la comodidad y la rapidez, cuando el proceso de cambio revolucionario es duro y lento; este paradigma empuja a muchas personas a aquello que podríamos denominar inmediatismo, a querer resultados y a esperarlos ahora mismo”. En el texto se propone una “revolución integral”, que supere “el falso dilema entre cambio social o cambio personal (…); no podemos pretender hacer ninguna modificación sustancial del orden establecido si no nos autoconstruimos al mismo tiempo como sujetos con voluntades, voluntad y riqueza interior”.
El colectivo Cul de Sac se centra en “la deserción del mundo industrial”, y expresa esta necesidad sin medias tintas: “Consideramos absolutamente incompatible la civilización industrial con el anarquismo”. Entre otras razones porque “la contracara de la cómoda, high-tech y policromada existencia moderna son las cientos de millones de personas que subsisten a duras penas en medio de la miseria y desesperación más lacerantes”. El artículo tiene un recuerdo para los ludditas, obreros manuales cualificados de la industria del tejido que en la década de 1810 combatieron los procesos de mecanización. En la conclusión, el texto de Cul de Sac coincide con otras aportaciones del libro: “Nuestros pasos deben ir orientados a la creación de espacios de autonomía en los que gestionar la mayor parte de nuestras vidas”.
José María Olaizola, exsecretario general de la CGT entre 1993 y 2001, realiza una fuerte autocrítica y reconoce el peso de las nuevas experiencias políticas. “Es innegable que Podemos ha creado ilusión, ha supuesto que decenas de miles de jóvenes hablen de política (…)”. Además, Podemos “está ocupando la mayoría del espacio correspondiente a lo que podemos llamar izquierda alternativa, combativa, libertaria”. Otro asunto secularmente polémico en el mundo libertario es el de la participación electoral: “Ni votar ni no votar, por sí solos, van a solucionar nada (…); no creo que los problemas actuales dependan de si se participa en las elecciones o no”, afirma Olaizola.
Javier Encina y María Ángeles Ávila realizan una introducción a la noción de “desempoderamiento”. No se trata de tomar al poder (mediante vanguardias o con partidos por la vía electoral), ni de promover el “empoderamiento” o de forjar un “contrapoder”. Se trata por el contrario de poner en el centro la “autogestión”. En el modelo de “desempoderamiento” son las mujeres quienes protagonizan la participación, y las revoluciones además no se fían a un largísimo plazo sino a “vivir el Mundo Nuevo desde ahora”. Constituyen un referente los Caracoles zapatistas y las Juntas Vecinales de El Alto (Bolivia). La propuesta parte de la “microfísica del poder” (Foucault): “El poder aparece en todos los espacios y territorios en que vivimos, y en algunos somos prisioneros de la conducción del poder y en otros conducimos con nuestro poder”.
La participación electoral y la aceptación del poder estatal “nos hace más vulnerables y dependientes, porque ambas se sustentan en la enajenación de la propia voluntad”, afirma Rafael Cid, periodista y analista de Radio Klara, Kaos en la Red, y Rojo y Negro. Frente a los discursos rupturistas e hipercríticos que se quedan en la virulencia verbal, Rafael Cid afirma que toda renuncia a los medios alternativos “anuncia una derrota política, ética y personal”. Es la coherencia entre fin y medios para desbordar el actual estado de cosas. “Las revoluciones, las protestas, las rebeliones o las simples disidencias brotan cuando el individuo que está inmerso en la masa recobra su autonomía como zoon politikon”, remata el periodista.
En uno de los artículos de Carles Sánchez y Socorro Pérez, del colectivo Etcétera, diseccionan el origen de la crisis económica y matizan muchas de las versiones oficiales. “La caída de la inversión, uno de los elementos más significativos de la última crisis, no quiere decir que no haya inversión, sino que no se realiza en la misma empresa, ya de por sí deslocalizada o sobrecapacitada”. La plusvalía y las inversiones buscan una mayor rentabilidad en el sector financiero, es decir, la formación de capital ficticio. Los autores desmienten otro de los lugares comunes que se reiteran en los discursos: la necesidad de recuperar la economía productiva. Pero “las empresas más importantes de la economía productiva participan en el llamado mercado de capitales, donde emplean el dinero de todas las formas posibles”. No se daría por tanto tal disyuntiva.
El exsecretario general de la CNT y conductor de autobuses en Córdoba, Alfonso Álvarez y Paco, pone el énfasis –en un artículo titulado “Sindicalismo o barbarie capitalista”- en los efectos nocivos de la ideología “ciudadanista”: “Ha destruido la vieja visión obrerista de la sociedad, se ha unido al desclasamiento de los trabajadores, alocadamente subidos al tren de una clase media que la crisis está deshojando con rapidez”. Imposibilidad de planificación vital, jornadas cada vez más largas, despido prácticamente gratuito, caída de los salarios… “Una gran mayoría somos más dependientes del factor trabajo en nuestra vida de lo que lo fueron las dos generaciones precedentes”, subraya el sindicalista. Las reivindicaciones laborales tienen hoy, sin embargo, menos adeptos que otras causas defendidas por los movimientos sociales. A ello no es ajeno el mecanismo de elecciones sindicales, según el autor, “creado para corromper y paralizar a todas aquellas organizaciones que se presten a participar de él”.
En un artículo de “Experiencias y reflexiones”, la Federación de Estudiantes Libertarios destaca cómo en Madrid -surge tras el 15-M y el movimiento contra el Plan Bolonia- Tomalafacultad, una estructura que coordina las asambleas de estudiantes de facultad. Son precisamente las asambleas las que desempeñan el rol principal en la participación política y la movilización, no los órganos ni juntas de representación. Entre otros hitos en el recorrido reivindicativo, destaca la ocupación del rectorado en 2013 por parte de estudiantes de la Universidad Complutense, que pedían mejoras en el sistema de becas. En marzo de 2014, coincidiendo con las Marchas del 22-M, se decidió la ocupación del vicerrectorado. Tomalafaculatad convocó una huelga el 26 de marzo. La policía, con el visto bueno del rector de la Complutense, José Carrillo, detuvo a 54 personas y entró, lo que tampoco constituye una excepción, en el recinto universitario.