Entrevista a Toni Tortosa, delegado sindical de CGT-País Valenciano en el BBVA.
Nueve sindicatos –Comisiones Obreras, UGT, CGT, ACB, CIC, ELA, LAB, SCAT y SEC- han convocado concentraciones el 23 de marzo antes las sedes centrales del BBVA. Denuncian el despido de 50 trabajadores en los últimos meses y que otros 600 figuran en listas de “bajo desempeño” que ocultan –según las organizaciones sindicales- una estrategia para infundir el miedo al despido. El BBVA obtuvo unos beneficios de 3.475 millones de euros en 2016 y su presidente, Francisco González, unas retribuciones de 4,9 millones de euros. Los trabajadores denuncian un “goteo” de despidos, mientras los directivos de la corporación perciben sueldos “inmorales” y los beneficios empresariales aumentaron más de un 30% respecto a 2015.
Las concentraciones contra el recorte de plantillas y la presión a los empleados tendrán lugar entre las 10,00 y las 11,00 horas en las oficinas centrales del banco en Madrid, Bilbao, Valencia, Terrassa, A Coruña, Sevilla y Las Palmas. Los sindicatos han forjado un discurso unitario, en buena medida por la evidencia del “acoso diario” en las oficinas y el amedrentamiento, sostiene Toni Tortosa, delegado sindical de CGT-País Valenciano en el BBVA. Este economista de 42 años, lleva 17 trabajando en el banco, actualmente como analista de riesgos.
-Más de 27.000 personas trabajan en BBVA-España. ¿Existe actualmente miedo al despido en las sucursales?
Hay una sensación de miedo expandido por todas las oficinas del estado español, que se traslada desde la jefatura y las direcciones territoriales. Eso sí, cuidan mucho las palabras a medida que aumenta el “escalón”. Todos corremos el peligro de no continuar en el banco si no se cumplen los objetivos. El argumento siempre consiste en que la empresa no está obteniendo los resultados que espera, algo que la realidad –y los beneficios en la cuenta de resultados- desmiente. Por ejemplo se presiona al trabajador para que venda productos de muy difícil venta en la situación actual; y en caso de que no lo hagas pueden llegar a echarte.
-El BBVA ganó 3.475 millones de euros en 2016, un 31,5% más que en 2015. ¿Con qué criterios se marcan los objetivos a los trabajadores?
En el banco hay objetivos por dirección territorial, zonas, oficinas y también a escala personal. Cada empleado tiene señalados sus objetivos. En el BBVA se ha adquirido la costumbre de publicar ratios ordenando del primer empleado al último por tipo de producto, con la pretensión de que aquellos que se sitúan en los últimos lugares tengan miedo. Se traslada así la idea de que en la empresa sobra gente, que te pueden incluir en las listas de “engagement” o “bajo rendimiento” y echarte.
-El banco señala que este extranjerismo apela al “compromiso y el esfuerzo voluntario de los trabajadores de una organización en pro de su desarrollo y su crecimiento”; también afirma que el “engagement” encierra “la fórmula mágica con la que lograr el apoyo y la identificación de los usuarios con su marca”. ¿En qué consiste el “engagement”?
El departamento de “Talento y Cultura”, que es como ahora se llama en el BBVA a los Recursos Humanos de toda la vida, estableció hace dos años un programa denominado “Pool de bajo desempeño”, que ahora se ha convertido en el colectivo “engagement” porque somos muy de palabras inglesas. El banco “vendía” que se trataba de ayudar a la motivación y recuperación de talentos; de identificar a las personas que no aportaban lo suficiente a la empresa para ayudarles a salir de esa situación, a mejorar, a que vendieran más y estuvieran más a gusto en el banco. Pero en realidad se está utilizando en sentido contrario, como advertencia al empleado. Si no vende, o no acepta los traslados que se le ofrecen, o no asiste a las reuniones por la tarde fuera del horario laboral se le puede incluir en la lista. Y su puesto de trabajo corre peligro. No hay un trabajo de seguimiento y formación de estas personas, simplemente se les comunica que están en el colectivo.
-En el organigrama del BBVA la sección de Talent & Culture apunta a un fin concreto: “Impulsar nuevos esquemas de gestión de talento y adaptar la cultura al nuevo entorno”; y el “engagement” sería, por tanto, una herramienta de presión…
Sí, utilizan las ratios para decirte “cuidado que estás ahí, en la cuerda floja”. Y teóricamente si te encuentras entre los últimos te pueden echar, sin embargo las 22 personas ya despedidas de este colectivo de “bajo desempeño” no eran las últimas de ningún ranking, sino que se las acusaba de estar “por debajo de la media”. Esto significa que las listas están utilizándose para amedrentar.
-¿Cómo se están ejecutando los despidos?
En junio de 2016 fueron despedidos 14 trabajadores de manera deliberada (dos de cada dirección territorial), el mismo día y a la misma hora, sin causa que lo justificara. A ello se añaden otros 28 trabajadores despedidos entre noviembre y diciembre en los Servicios Centrales. Se llamaba al despacho a las personas afectadas, una a una, y se les planteaba la aceptación del despido o una baja voluntaria, sin que pudieran consultar la opción que más les favoreciera. A continuación el banco despidió a ocho empleados en Madrid, Barcelona, Andalucía y Navarra. Es un “goteo” continuo, hasta llegar a las cerca de 119 bajas por despido hasta el tercer trimestre de 2016.
-¿Se ha planteado un expediente de regulación de plantilla?
No lo ha habido en sentido estricto en el BBVA, aunque se han heredado los ERE de las cajas absorbidas. En marzo de 2012 el BBVA adquirió la UNNIM (cuyo origen eran Caixa Manlleu, Caixa Sabadell y Caixa Terrassa) por un euro y se aplicó un ERE con 619 bajas. En abril de 2015 el BBVA anunció la compra de Catalunya Banc, donde también se aplicó un Expediente de Regulación de Empleo.
-Llama la atención la acción sindical unitaria. En la junta de accionistas del banco celebrada el 17 de marzo en Bilbao, los sindicatos pronunciaron un discurso conjunto, suscrito por Comisiones Obreras, UGT, CGT y ACB; Y en las concentraciones del 23 de marzo participan nueve sindicatos.
Somos muchas organizaciones sindicales, cada una con sus particularidades, pero tenemos muy claro que nuestra labor consiste en ayudar a los compañeros. Cuesta ponerse de acuerdo en prácticamente todo, pero es tal la sensación de miedo y acoso diario que, con matices, se ha mantenido un discurso unitario. La intervención ante la junta de accionistas suponía el 94% de la representación sindical.
-A finales de 2016 la entidad financiera anunció el cierre de 132 oficinas en febrero…
El BBVA ha decidido que sobra estructura, por lo que están reduciendo el número de sucursales. A nosotros nos gustaría que se negociara con la representación de los trabajadores cómo se quiere estructurar el banco; y qué pretenden hacer con la plantilla, pero no sabemos nada. No cuentan con los sindicatos. En los despidos el banco actúa persona a persona y, sólo a posteriori, nos vamos enterando de lo que ocurre. En los últimos despidos en bloque de los Servicios Centrales de Madrid, citaron a los compañeros individualmente a una sala, en la que se reunía al trabajador, su jefe directo y el responsable de Recursos Humanos. Se les dijo a los trabajadores que no contaban con ellos, que firmaran la baja voluntaria o que se atuvieran a las consecuencias. Así, sin más.
-¿Se hacen eco los medios de comunicación de estas prácticas empresariales?
En general se presta muy poca atención en los medios informativos a lo que ocurre con los empleados de banca. Se está mucho más pendiente de, por ejemplo, los resultados y las fusiones bancarias o las innovaciones tecnológicas que de la supresión de plantillas. En uno de los anuncios del banco se dice: “Desde el móvil Ana abre su cuenta Online BBVA con un selfie”. Pero lo cierto es que nos están “reduciendo” de manera bestial. Para el BBVA siempre sobra alguien, no hay “zona de confort”, y no porque falte trabajo, sino porque se externaliza a otro tipo de empresas controladas por los bancos. Siempre con salarios más bajos. Así, el BBVA ha constituido OP Plus, una empresa a la que se han ido trasladando servicios administrativos que antes se realizaban en las oficinas (formalización de pólizas, cotejo de documentos y otras operaciones más de carácter administrativo que comercial). Los sueldos son muy inferiores a lo que se pagan en banca.
-En 2016 el presidente del banco, Francisco González, percibió 4,9 millones de euros. ¿Se hace referencia a los directivos en la convocatoria a las concentraciones del 23 de marzo?
En una entrevista Francisco González afirmó lo siguiente: “La crisis financiera global se debe a muchas cosas. Algunos banqueros se han dejado llevar por el corto plazo y la codicia, y han hecho mal las cosas”. En cuanto a la convocatoria, se recuerda que la otra cara de los despidos son las retribuciones inmorales de 2.200 directivos, faltos de talento para el cargo que desempeñan e incapaces de alcanzar las cifras de beneficios que justifiquen sus propios puestos de trabajo. El comunicado también destaca que se está preparando el terreno para acelerar el “banco digital”, mientras atentan contra nuestro empleo.
-¿Hay una estrategia de sustitución de plantilla, es decir, deshacerse de los trabajadores más veteranos y favorecer la entrada de jóvenes peor pagados?
En el BBVA se van amortizando los puestos de trabajo al tiempo que se jubila o desaparece el personal de las oficinas. Cada vez somos menos desempeñando las mismas funciones. Además, en toda la banca se están produciendo de manera sistemática prolongaciones de jornada, horas extraordinarias no pagadas y por las que no se cotiza a la seguridad social. Tanto es así que dos sentencias de la Audiencia Nacional –en relación con Bankia (diciembre de 2015) y Abanca (febrero de 2016)- establecen que los bancos han de registrar las jornadas laborales de los empleados.
-¿Y el recurso a la inspección de trabajo?
De momento hemos denunciado la situación en el banco, ante el departamento de Recursos Humanos, tanto personalmente como por escrito. Hemos dado cuenta de las presiones y pedido la supresión de estos colectivos de “bajo desempeño” y “engagement”. Siempre intentamos negociar con el banco, aunque ellos no quieran hablar con nosotros. Se intenta hacer las cosas de la manera más rápida y menos conflictiva, pero una de las dos partes no quiere hablar y niega el problema.