Jill Stark
Publicado en The Age Victoria, 05 December, 2015
Traducción: Bloque Libertario Internacional
Ellos están encerrados en una lucha por la libertad. Libertad de la opresión, libertad de las clases dominantes, libertad del “hombre”. Ahora, la batalla está en el peldaño de su puerta. Literalmente.
El Club Anarquista de Melbourne – hogar para un grupo de personas fuera de los cánones sociales quienes rechazan las “estructuras jerárquicas del poder” y creen que la ganancia es nociva – desacredita a los magnates capitalistas que están rodeando su recinto por tiendas de moda para quienes se hacen llamar «hipsters». La tienda desvencijada que se encuentra en St. Georges Road, Northcote, que ha sido el anfitrión del toquín de punk rock «F**k the Budget» y de muchas protestas en solidaridad con anarquistas españoles, pronto se encontró en medio, a manera de sándwich, de grandes desarrollos comerciales. Sin embargo, mientras los martillazos y los sonidos de los taladros los rodean, los anarquistas insisten en que no irán a ninguna parte.
“Estamos aquí para quedarnos. Hubo resistencia por parte de la comunidad local acerca de tener estos edificios comerciales así que muchos de los vecinos nos han dicho que están contentos de sigamos aquí, entre los edificios,” dijo Chris, de 21 años, miembro del Club Anarquista de Melbourne. Parece como un guión de la serie de televisión El Castillo. De hecho, ellos podrían ser millonarios si hubieran aceptado la oferta de compra después de que esta área aumentara su valor de suelo después del proceso de gentrificación del norte de la ciudad de Melbourne. Los anarquistas aseguran que nadie se les acercó para hacer esta oferta. Tal vez al interior del Club, mismo que no tiene líderes y rechaza fundamentalmente estructuras ejecutivas del poder, el mensaje simplemente no fue transmitido.
“Hubiera pensado que tal vez las empresas constructoras habrían pensado que era un inmueble de gran valor sin embargo no recibimos ninguna propuesta, tal vez sabían nuestra respuesta de antemano», dijo Chris. “Estamos aquí simplemente para educar a la gente: estamos aquí para la comunidad. Ellos están aquí para construir edificios altos y feos y sacar mucho dinero con eso.” Más importante para el club ha sido su protesta en la que argumentan que desde que los trabajos de construcción comenzaron para construir un edificio de 69 departamentos y tiendas de moda, su recinto ha cambiado y presenta grietas en las paredes.
Mientas que el club, atiborrado desde el suelo hasta el techo con libros acerca de cómo derrocar al estado, estaba deteriorado en el momento en que estos anarquistas lo convirtieron en su recinto. Los miembros del club dicen que están considerando demandar a la constructora Verve en el Tribunal Civil y Administrativo de Victoria para remunerar el costo de los pagos para la reparación. “No existe ninguna razón para creer que el edificio realmente se colapsará pero en términos de viabilidad a largo tiempo no es bueno tener este tipo de daños estructurales”, dijo Chris, un estudiante de electricidad en la universidad TAFE.
Una parte de la biblioteca comunitaria abierta a todo público, en el Club Anarquista de Melbourne.
La constructora Verve concordó en que ha habido mucho movimiento pero insistieron en que no ha habido ningún error en la construcción, misma que ha sido validada y firmada por los ingenieros de la compañía. “Nosotros sugerimos que ellos consigan a un ingeniero independiente para que venga y evalúe el edificio, sin embargo ellos [los anarquistas] no pueden tomar una decisión. Si alguna medida debe ser tomada esta debe ser evaluada de manera colectiva”, dijo el gerente del proyecto de la constructora, Angelo Natoli.
“No existe ninguna persona responsable con quien hablar y que se responsabilice. Ellos definitivamente no son el vecino tradicional.” Entonces ¿cómo es que cualquier cosa se puede hacer en un sistema fundado en la anarquía? Es una pregunta que muchas personas de Melbourne se preguntan cuando pasan enfrente del edificio desvencijado que ha sido sede del club desde el año 2008. ¿Qué tipo de ideas peligrosas y de desobediencia civil han sido maquinadas al interior de estas paredes? Cuando el periódico The Sunday Age visitó el club la semana pasada, parecía más como una casa compartida desordenada que un espacio para gestar disidencia política.
Propaganda política editada por los integrantes del Club.
Taylor Freeman, un revolucionario con poca pinta de revolucionario que vestía una camiseta de tela de raya fina y unos zapatos negros lustrosos, dijo que el grupo, mismo que se reúne todos los domingos en la tarde, era el lugar en donde había encontrado mayor propósito de todos los que antes había formado parte. “El anarquismo es la mayor forma de libertad humana, en donde nadie habla en tu representación. Si esa persona nos habla a nosotros eso sucederá en una reunión colectiva y se decidirá en grupo, en una democracia consensuada”, dijo el hombre de 25 años de edad. “Y esto no sucede únicamente en situaciones difíciles…. Cuando alguien de un grupo social decide ir por una pizza nadie dice soy el Fuhrer de la pizza y esta es la pizza que tendremos y esa es la forma en que será. Es la forma en que naturalmente nos organizamos todos los días.”
Fraser Karhunkynsi, de 34 años, un plomero con rastas y un arete en la nariz mismo que actualmente estudia para ser masajista, cree que los anarquistas se han ganado una mala reputación sin justificación. Los anarquistas son simplemente personas amigables, que es justamente “lo que el mundo necesita”. “En el momento en que escuchas la palabra anarquía piensas en la quema de banderas y en tirar bombas de petróleo, escena que no dista más de la realidad”, dijo. “En su esencia el anarquismo radica en construir comunidades. Cuando hay un medio de producción y no tienes a un jefe al mando poniendo su ego encima de todo lo demás todos trabajan juntos.” Pero no todos quieren ser amigos. Chris no aceptó usar su apellido por miedo a posibles represalias de los miembros del Frente de Patriotas Unidos –un grupo de la extrema derecha que ha tenido enfrentamientos con este grupo anarquista, el más reciente de ellos ocurrió en mes pasado-.
A pesar de que las constructoras los estén aplastando y que los fascistas los intimiden, los anarquistas insisten en que ellos ganarán la guerra. También ellos han invitado a todos para que se unan. “A menos que seas un jefe o alguien que está en la posición de contratar o despedir a alguien” dijo el señor Freeman. En cuando a los dueños de los departamentos que se instalaran en este nuevo desarrollo de moda, el club anarquista puede ser una monstruosidad pero también puede ofrecer una pizca de autenticidad urbana que el dinero no puede comprar.