Detrás de las llamadas de grandes empresas se esconde un sector desconocido que factura 1.700 millones y crece al ritmo que caen las condiciones de sus trabajadores.
El pastel de la atención telefónica de una sola multinacional se reparte entre varias empresas de ‘call center’, que trabajan a su vez para un abanico de firmas, a menudo competencia. Transcom, por ejemplo, también da servicio al Banco Santander y al BBVA. La diferencia para conseguir la mejor porción la marca el que es capaz de optimizar al máximo los procesos, de sacar todo el partido a cada llamada y de obtener el máximo beneficio en cada operación.
El aumento en la carga de trabajo ha sido consecuencia del cambio en el modelo de contratación por parte de las grandes marcas. Al principio se contrataba por número de trabajadores, pero se modificó por un paquete de horas de servicio, que volvió a cambiarse para adoptar el modelo más extendido en la actualidad: facturar por volumen de llamadas atendidas.
Vivir en Badajoz y trabajar en Portugal
El caso más extremo de optimización a costa de las condiciones laborales, según los sindicatos, es el de la empresa Marktel, que da servicio a Vodafone-ONO. Con dos sedes en Madrid y Valencia, en 2013 inauguró otra en Elvas, una pequeña localidad de Portugal a 20 kilómetros de Badajoz. Desde la ciudad extremeña se trasladaban cada día del pasado verano Miguel Ángel, y Julio*, dos extrabajadores que compartían el trayecto para ahorrar gasolina. Aunque sus tareas eran completamente en español (como sus compañeros, como la empresa), su contrato y condiciones fiscales eran portugueses. “No compensa trabajar allí, fue un mes perdido porque no pudimos ni traernos la cotización, ya que teníamos que estar mínimo un año”, explica Miguel Ángel.
Cobraban menos de 500 euros al mes por una jornada de seis horas. Marktel ya tiene un convenio propio que prevalece sobre el del sector de ‘call center’, y en lugar de los 710 euros brutos mensuales que establece el texto estatal (por jornada de seis horas), tiene acordados 693 para sus sedes españolas con el mismo cargo, una cifra lejos de la que ganaban en Portugal como “trabajadores fronterizos”, donde ninguno de los convenios tiene efecto.
Tanto a él como a Julio* (nombre cambiado), les garantizaron que su sueldo fijo aumentaría considerablemente si hacían un mínimo de once ventas, algo “muy fácil” según les dijeron, pero a lo que ninguno llegó. “Te lo ponen todo muy bonito a la hora de que vas a comisionar pero luego te das cuenta de la realidad, que poca gente lo hace”, añade Julio, que fue despedido a los dos meses, como a la mayoría de los compañeros que entraron con él. Ni Marktel ni Vodafone han respondido a la solicitud de una entrevista para este artículo.
Fuente El confidencial