Según la encuesta de población activa, casi tres millones de personas son catalogadas como inactivas ya que se
dedican a tareas en el hogar. 2,6 millones son mujeres.
(Redacción)
de personas, de las que 2,6 son mujeres, se dedican a las labores del hogar. Por ello, son catalogadas como “inactivas”. El
Colectivo Ioé indica que “entre los criterios político-ideológicos de su metodología destaca el concepto de trabajo, que se
restringe al mercantil-monetario y excluye como tal al no mercantil”. Desde Ioé se apunta que, según la encuesta de empleo,
en el Estado español, el tiempo dedicado a trabajo doméstico superaba en un 23% al dedicado a trabajo extradoméstico, por lo
que “considerar ‘inactivas’ a las personas que trabajan en el hogar es una desvalorización social de dicho
trabajo”.
Económicas y de la Autogestión, José Luis Carretero, indica que la exclusión de este sector social es “paradójica por una
parte, pues se consideraría no desempleadas a personas a las que, sin embargo, no se daría un acceso directo a las
prestaciones de la Seguridad Social, sino uno limitado ymediado por su relación personal con los cotizantes efectivos, lo que
nos lleva a la carga patriarcal: el trabajo de cuidados no mediado por el mercado capitalista desaparecería como ‘actividad’,
y pasaría a estar enmarcado en el mundo ‘doméstico’ y ‘familiar’ y, por lo tanto, sería inhábil para generar derechos
públicos (prestaciones de Seguridad Social, desempleo, etc.), alimentando la dependencia de sus autoras con respecto a las
cambiantes y muchas veces asfixiantes determinaciones de relaciones personales que no siempre funcionan”. Por otro lado, la
feminista y economista Amaia Pérez Orozco señala que “las estadísticas se han centrado en la experiencia masculina en el
mercado laboral. ¡Siempre ha habido mujeres de clase obrera! La diferencia es que las experiencias laborales (mercantiles) de
las mujeres son más móviles, más flexibles, de entrada y salida. Y por eso se ha criticado siempre que las estadísticas
laborales nunca han dado cuenta de la actividad laboral real de las mujeres”.
de bienestar”, con la mitad de la población excluida del mercado laboral y no computada dentro del desempleo. Pérez Orozco
explica que “por eso, desde los feminismos, decimos que el pleno empleo nunca existió. Es más, decimos que es imposible que
exista, porque el empleo (el trabajo de mercado) siempre necesita un montón de trabajo de fuera de mercado para
sostenerse”.