«De los bolcheviques no decía gran cosa. Los consideraba como a babeufistas consumados. Para él, Lenin y sus teorías, como el comunismo de Carlos Marx y de todos los marxistas, no era otra cosa que las teorías de Babeuf barnizadas con algunos modismos de actualidad. Un día nos preguntó si de regreso a España escribiríamos algo sobre Rusia.
—Si escribís un libro hablando de Rusia, tituladlo “Comment on fait pas une revolution» (“Cómo no se hace una revolución”). Porque toda la crítica que se haga de los bolcheviques y de su modo de interpretar la revolución debe tender justamente a demostrar cómo no es posible hacer una revolución adoptando sus sistemas y premisas.
Acuciado por el deseo de conocer cuáles fueran las cuestiones de su predilección en aquel momento, nos dijo contestando a preguntas nuestras:
—Temeroso de que los bolcheviques inutilicen lo que pueda escribir de la revolución, nada escribo sobre ella; tomo apuntes nada más. Estamos también demasiado cerca de los acontecimientos y de sus hombres para que el pensador no sea influenciado excesivamente por los unos y por los otros. Esta es la principal razón de mi abstención.»
Extracto de Ángel Pestaña: Setenta Días en Rusia. Lo que yo vi. Barcelona, 1924.