Las imágenes de los disturbios han dado la vuelta al mundo, pero los participantes en la manifestación, muchos periodistas y hasta el Colegio de Abogados da una versión muy diferente.
Desde 1996 los brasileños no llevaban a cabo una huelga general. Pero la reforma laboral y la del sistema de pensiones pendiente de ser aprobada por un Congreso ahogado en escándalos de corrupción, han encendido los ánimos de los trabajadores que ocuparán las calles en defensa de sus derechos y contra el gobierno de Michel Temer.
“Institucionalización de la precariedad laboral”
El miércoles por la noche la Cámara de los Diputados aprobó la reforma laboral que ahora tendrá que pasar por los votos del Senado para que sea definitiva. La nueva norma altera 100 artículos de la actual CLT (Consolidación de las Leyes del Trabajo). El cambio fundamental será que a partir de ahora primará la negociación entre el trabajador y la empresa antes que lo legislado. Lo acordado tendrá fuerza de Ley en trece puntos clave como la jornada laboral, las vacaciones, el tiempo de descanso, la remuneración, el banco de horas extra, etc. Sin embargo, en puntos como el décimo tercer sueldo o el seguro de desempleo lo que diga la legislación tendrá prioridad sobre la negociación particular.
Represión:
No conseguí quedarme en la manifestación ni siquiera una hora. La Policía Militar empezó a lanzar bombas lacrimógenas desde el minuto uno sobre los manifestantes pacíficos. Había estudiantes, niños, familias enteras que solo querían hacer oír su voz. Pero la Policía venía con la intención de reprimir. Yo me pasé toda la tarde intentando escapar de las bombas”, cuenta a El Confidencial Vanessa, una profesora de instituto que ayer participó en la primera huelga general de Brasil en más de 20 años.
Las imágenes de las manifestaciones contra la reforma laboral y de las pensiones impuesta por el Gobierno de Michel Temer, que se desarrollaron en las principales ciudades del país tropical, han dado la vuelta al mundo. En Río de Janeiro se han registrado varios disturbios y hubo al menos siete autobuses incendiados en Lapa, el barrio bohemio conocido entre los turistas por su convulsa vida nocturna. El día después de la huelga, dos de los siete heridos oficialmente registrados siguen hospitalizados.
En el día de resaca post-huelga el asunto más comentado en las redes sociales y en los círculos de amigos es, sin lugar a duda, la brutal represión de las fuerzas de seguridad. Muchas personas han recurrido al Facebook para denunciar abusos policial, subrayando que no fueron originados por la furia destructiva de supuestos vándalos y sí una iniciativa planificada al detalle para acabar con las protestas. “No os fiéis de lo que las televisiones y los periódicos, los mismos que apoyaron el golpe militar de 1964, están queriendo vender. [La represión] no tenía nada que ver con los autobuses quemados o los cristales rotos”, escribe en su muro Juliana Krapp, periodista de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Río de Janeiro.
“Yo estaba allí, junto a millares de otros trabajadores que protestaban pacíficamente contra el brutal recorte de derechos que representan las reformas laborales y de las pensiones. Fuimos cobardemente cercados y nos convertimos en el blanco de bombas, spray de pimienta y bolas de goma”, cuenta Juliana, que estaba participando en un acto reivindicativo en Cinelândia, en el centro de Río, que ella define como “pacífico y amigable”, cuando la Policía Militar empezó a lanzar bombas. Juliana denuncia que se trató de una emboscada, de una táctica de la Policía para rodear a los manifestantes y hacerles desistir de participar en el acto.
“Había niños llorando, ancianos, muchas personas que se sintieron mal, totalmente en pánico. Mi amiga y yo conseguimos escondernos en un edificio donde ya había una pequeña multitud exprimida. Una mujer acostada en el suelo lloraba a moco tendido, gritando que su hija se había quedado fuera. Estamos en una guerra, pensé. El olor a gas hizo que subiéramos las escaleras cada vez más”, relata esta periodista. “Por miedo a que la Policía entrara en el edificio, decidimos seguir hasta el barrio de Lapa. Era todo terrorífico e increíble. En Lapa había más correría y más bombas”, añade Juliana, que describe con pelos y señales su odisea terrorífica hasta conseguir ponerse a salvo.
«Querían reprimir el derecho a la huelga»
“Los agentes tiraban bombas de forma indiscriminada contra personas que no estaban haciendo absolutamente nada. Fue horrible”, relata Rosa, asistente social. “Desde las protestas de 2013 que no veía semejante violencia en las calles de Río de Janeiro. Lo peor de todo es que no se estaba reprimiendo a unos manifestantes agresivos. Lo que querían era reprimir nuestro derecho a la huelga. Ha sido una demostración de fuerza del Gobierno Temer”, señala Vanessa. “Los policías han actuado como verdaderos bandidos, atacando a la población por el simple hecho de estar protestando en la calle. Parece que estamos volviendo a los años más grises de la dictadura”, añade Marcos, bailarín profesional.
Relatos de violencia y abusos policiales se han multiplicado en pocas horas en las redes sociales y en los grupos de Whatsapp de amigos y compañeros de trabajo. Es difícil encontrar a un solo manifestante que no haya presenciado alguna acción represiva de la Policía Militar. Esta actuación ha llevado al Colegio de Abogados de Río de Janeiro (OAB/RJ) a publicar un comunicado criticando la actuación policial y reivindicando el derecho de huelga de los ciudadanos.
“La sección de Río de Janeiro del Colegio de Abogados de Brasil quiere repudiar pública y vehementemente la violenta acción de la Policía Militar contra millares de manifestantes que participaban en un acto al final de la tarde de este viernes, día 28, en Cinelândia”, escribe Felipe Santa Cruz, presidente de la OAB/RJ. “Nada justifica la embestida, con bombas y porras, contra una multitud que protestaba de modo pacífico. Si hubo excesos por parte de algunos activistas, la Policía debería tratar de contenerlos dentro de la legalidad. Pero el ataque con métodos de emboscada y la posterior persecución por barrios de personas que solo ejercían su derecho a la manifestación representa un grave atentado contra la Constitución y el Estado democrático de Derecho. Brasil ha pasado más de dos décadas bajo el yugo del autoritarismo. No podemos admitir ningún ensayo que nos haga regresar a aquellos tiempos sombríos. Es la alerta que la OAB/RJ, en su papel institucional, hace en este preocupante momento de nuestra historia. Democracia siempre”, concluye Felipe Santa Cruz.
“Lo que aconteció ayer en Río de Janeiro fue una demostración de la falta de carácter y sensibilidad de estos sinvergüenza que están en el poder. Estos tipos no tienen la más mínima autoridad para usurpar nada más del pueblo trabajador. Les falta moral. Quieren cambiar las reglas de las pensiones de personas que comenzaron sus vidas profesionales y planearon su jubilación contando con estas reglas”, asegura Beto Fininho, profesor universitario y compositor de samba. “Ya no mola hacer desfiles y protestas pacíficas, con ancianos y niños, y volver a casa con los ojos ardiendo, heridos por balas de goma y con la cola entre las piernas. Lo peor es que todo esto, supuestamente, es para cubrir déficits. Además de ser una mentira, si hubiese déficit, no sería por culpa del trabajador, y sí por culpa de la incompetencia y de la corrupción”, agrega.
Es interesante destacar que, como viene siendo cada vez más común, muchos brasileños han preferido informarse a través de las redes sociales y de los medios independientes que en los últimos años han florecido en Internet. La prensa internacional también ha desempeñado un papel muy importante para que muchos brasileños pudiesen acceder a más información. “Cuando necesitamos recurrir a los periódicos extranjeros o a los medios alternativos para saber lo que acontece en nuestro propio país, es una señal de que la cosa pasó de guatemala a guatepeor”, asegura Damião, ingeniero y productor musical.
Fuentes: Agencias, Publico, Confidencial, V. Saccone, (Reuters)