“¡No contéis con nosotros!”. Cuatro insumisos griegos de las ciudades de Tesalónica y Ioannina –Alexis Kosmas, Vangelis Zikos, Mijalis Tolis y Chrysanthos Stathas- firmaron en septiembre de 2011 una declaración colectiva contra el militarismo. “No contéis con nosotros, somos vuestros enemigos sociales y de clase”. A sus casas fueron a buscarlos con una instancia oficial –con los sellos y marcas del ejército, rúbricas de los militares- para convertirlos en soldados. Ellos se negaron a formar parte de una “maquinaria asesina”, a ser carne de cañón o un número más de lo que la Geopolítica llama tratados de paz o de guerra. No querían tampoco proteger las patrias y las fronteras, pues estas dividen a los seres humanos, según argumentaron. Se remitían a las ciudades-estado de la antigüedad, en las que los esclavos no tenían por qué luchar por los intereses de sus dinastías, sino que, por el contrario, tenían todo el derecho a rebelarse.
El servicio militar obligatorio se introdujo en Grecia en 1911. Actualmente se estipula en nueve meses para todos los varones mayores de 18 años (este plazo se amplía en la armada y la fuerza aérea). Mientras el Estado griego desarrolla el ejército profesional, el Parlamento aprobó en 1997 una ley que reconocía teóricamente la Objeción de Conciencia e introducía la prestación social sustitutoria, actualmente de 15 meses en la mayoría de los casos. Sin embargo, el informe de Amnistía Internacional 2015-2016 califica este servicio alternativo en Grecia de “punitivo” y “discriminatorio”; y recuerda que la justicia penal militar continúa procesando a quienes se niegan a realizar la “mili” y el servicio civil alternativo. Los insumisos se exponen a condenas de hasta dos años de prisión, además de fuertes multas.
Mijalis Tolis es insumiso a los ejércitos desde mayo de 2011, y considera que la “mili” es uno de los pilares del poder de la patria y el capitalismo. Participa en grupos antifascistas, el sindicato de repartidores y vive en una “okupa” de Ioannina, ciudad del noroeste griego situada a 65 kilómetros de la frontera albanesa. En el Ateneo Libertario del Cabañal (Valencia) ha presentado el documento de 30 páginas “Militarismo en tiempos de Syriza”, publicado por el colectivo por la insumisión de Ioannina, Xupoluto Tagma (Batallón Descalzo). Pese a que los activistas del grupo son civiles, critica Mijalis Tolis, quienes se sientan ante el banquillo por no realizar el servicio militar son juzgados por tribunales castrenses. “Si te cogen una primera vez te juzgan y como la pena resulta inferior a dos años, no ingresas en la cárcel; pero te pueden detener, y juzgar de nuevo; y así sucesivamente…”. Tolis ya suma dos condenas a ocho y diez meses de cárcel, y otras dos multas por valor de 6.000 euros cada una, a las que van agregándose los intereses. Esto sucede, lamenta, mientras los salarios en los trabajos menos cualificados no alcanzan los 500 euros. En cuanto a la prestación civil, afirma que no es realmente “alternativa” ni “sustitutoria”; reviste, por el contrario, un carácter “vengativo”, dura seis meses más que el servicio militar y en muchos casos se realiza en una ciudad que no es la de residencia.
Tras una primera condena en el Tribunal Militar de Rouf (Atenas) en 2014, Tolis fue juzgado en mayo de 2015 por el mismo delito en el Tribunal Militar de Ioannina. Mientras el primer caso se hallaba en fase de apelación, se juzgaba de nuevo al insumiso por el mismo delito, “para garantizar la persecución continua a los negadores del ejército”, destaca la página Web libertadeconciencia.
En junio de 2015, el insumiso anarquista Thanos Chatziangelou negó la legitimidad de la instancia que le juzgaba, el Tribunal Militar de Rouf: “Vosotros sois servidores del Estado y enemigos de la sociedad, defendéis los intereses del capital local y transnacional”; fue condenado a diez meses de cárcel y una suspensión de tres años. La Oficina Europea para la Objeción de Conciencia (EBCO) también denunció en el verano de 2015 el juicio “injusto” seguido en el Tribunal Militar de Apelación de Atenas contra el objetor Dimitris K. Sotiropoulos, de 48 años, que resultó condenado a diez meses de prisión. El documento “Militarismo en tiempos de Syriza” enuncia la explicación que subyace al cúmulo de casos: “En la época de Syriza, el Estado griego, el ejército y el militarismo actúan a todo gas”. El colectivo Batallón Descalzo no sólo se refiere a persecuciones, juicios, multas y castigos económicos, cita asimismo “redadas a los domicilios de objetores, sin órdenes judiciales”. Una de ellas se produjo el 20 de mayo de 2015, cuando la policía helena se presentó en la vivienda familiar de Th. Nedelkopoulos, en situación de búsqueda y captura y acusado de evitar el reclutamiento. La misma acusación le supuso, un mes después, una pena de 16 meses de cárcel a D. Chatzivasiliadis, objeto además de una tercera multa por valor de 6.000 euros.
El documental “Libertad de conciencia”, realizado en 2009 por el colectivo Alfalfa, se retrotrae a ejemplos anteriores, como el de Mijalis Maragrakis, primer objetor de conciencia en Grecia por razones no religiosas. Ingresó en prisión en marzo de 1987. En la época se fraguó un importante movimiento de apoyo a Maragrakis, en Grecia y en el extranjero. En abril de 1988 entró en la cárcel otro objetor a la milicia obligatoria, Thanasis Makris. Organizaciones y movimientos que se mostraban divididos ante otras causas, hicieron un frente común, apoyado por entidades como la Oficina Europea para la Objeción de Conciencia, la Internacional de Resistentes a la Guerra o Amnistía Internacional. Mijalis Maragrakis llegó a emprender tres huelgas de hambre, con una duración total de 140 días (la primera se prolongó durante más de dos meses). Andreas, insumiso griego y miembro del grupo Alfalfa, critica que desde 2009 el Estado griego no haya cambiado las leyes y el modelo. “Sólo se han modificado los plazos, pese a gobernar un partido ‘progresista’”.
Se define de manera directa, “comunista libertario”. Mijalis Tolis apunta que el gobierno de Syriza –en el poder desde enero de 2015- ha decidido poner “parches” y facilitar determinados “arreglos”, para ganar tiempo y no “quemarse” con los objetores hasta las elecciones de 2019. ¿Proliferan los ejemplos de insumisión en Grecia? “Puede haber una decena de casos al año”, lamenta el activista. El hecho de que al frente del Ministerio de Defensa esté Panos Kammenos, del partido derechista Griegos Independientes, no es lo decisivo: “Hay formado un gobierno de coalición con Syriza, no cabe establecer esas diferencias”. De sus dos condenas, la que se le impuso durante el mandato de Tsipras (diez meses en 2015) es superior a la pena que afrontó durante el anterior gobierno conservador (ocho meses, en 2014). Además, el gasto público en Defensa se situó en el 2,6% del PIB en 2015, frente al 2,3% en 2014. El gasto público en Defensa per cápita también escaló de los 383 euros por habitante en 2014 a los 422 euros por habitante en 2015. Como ejemplo del creciente peso del ejército, menciona los centros de acogida y campos de reubicación para personas refugiadas. “Grecia está participando en la guerra de Siria”, afirma en conversación previa a la presentación del texto “Militarismo en tiempos de Syriza”.
Pero participar no implica necesariamente situarse en primera línea de combate, puede hacerse también vigilando las fronteras de la UE. Es lo que hace Grecia. Mijalis Tolis puntea antecedentes decisivos como el ingreso del país en la comunidad europea, en 1981; y en la OTAN, en 1952. Además de estos compromisos, en 2012 Grecia levantó una valla –rematada con alambres- de 10,3 metros de longitud y cuatro metros de altura en el río Evros, en el noreste del país (frontera con Turquía). “El vallado lo financió el Estado griego y lo construyeron los gobiernos anteriores, pero Syriza no lo ha retirado”, resalta Tolis. La estrategia de frontera cerrada ha forzado a que inmigrantes y refugiados busquen rutas alternativas por mar, y tengan que pagar a las mafias. Pero sobre todo hay un coste en vidas humanas. Según el Observatorio Internacional de las Migraciones, entre enero y diciembre de 2016 perdieron la vida en el Mediterráneo 4.733 migrantes y refugiados, 1.127 más que en el mismo periodo de 2015. “Cada vez más reclutas son enviados a la frontera norte de Evros, donde la agencia Frontex y el muro limitan el flujo de inmigrantes y refugiados creados por el Estado griego y sus aliados”, se afirma en el texto “Militarismo en tiempos de Syriza.
Después de dos “rescates” de la economía helena, las negociaciones del ejecutivo de Tsipras con la Troika alcanzaron un punto decisivo en el verano de 2015. La crisis de la deuda y la austeridad causaban estragos entre la población. Proliferaron entonces los análisis sobre la evolución del gasto militar. El economista y miembro del consejo científico de ATTAC, Eduardo Garzón, subraya que el gasto militar griego entre 1995 y 2011 suponía más de la cuarta parte (26,3%) de la deuda pública del país en 2011. El economista añade que el gasto militar en Grecia superó en ocasiones el 3% del PIB, mientras que la media de la UE se situaba en el 1,2% del PIB. Todo ello, al tiempo que el Estado heleno poseía más vehículos blindados que Alemania, Francia e Italia juntos, y quintuplicaba la ratio de soldados por habitante de España. Grecia llegó a ocupar la cuarta posición en el elenco mundial de compradores de armas en 2007 (antes de la crisis). Entre la ristra larga de irregularidades y tejemanejes, figuran los del exministro de Defensa y padre fundador del PASOK, Akis Tsojatzopoulos, condenado a 20 años de prisión por blanqueo de dinero y corrupción. Se le implicó, por ejemplo, en la aceptación de sobornos por parte de las grandes compañías de armamento, y en oscuros episodios como la compra de cuatro submarinos a la empresa alemana Ferrostaal.