hecha del periodo mejicano de la vida militante del autor. A mi juicio hay serias lagunas documentales en El eco de los
pasos
:
de los años 30′ sobre defensa confederal.
«Hoy», la versión original de la ponencia de García Oliver sobre comunismo
libertario, discutida y profundamente modificada en el Congreso de Zaragoza de 1936.
«Plan Camborios» de 1937, encaminado a organizar una amplia guerrilla en la retaguardia
franquista.
también:
Caballero
y sus ramificaciones.
esos documentos terminarán por ser de fácil acceso. Otros, me temo que se hayan perdido definitivamente. La prodigiosa
memoria del autor ha colmado en cierta medida esas ausencia.
1931, García Oliver es combatido ásperamente en el seno de CNT. La historia prueba que la mayor parte de los esquemas teóricos y
políticos de García Oliver eran correctos. Algunos, y no de los menos importantes, fueron adoptados por las
organizaciones confederales y llevados a la práctica, otros fueron desechados. No conozco ninguna crítica global de esos
esquemas a pesar de su coherencia íntima. Pero las críticas parciales coetáneas dirigidas contra García
Oliver siguen siendo mantenidas, de manera dispersa, como esencialmente válidas. Esas críticas, formuladas por
historiadores vinculados a CNT, inspiran el sentimiento de que lo
que se combatía eran las finalidades ocultas que en sus diáfanas y públicas proposiciones se creía
descubrir.
del talante iconoclasta del anarquismo. Hubo militantes destacados que gozaron en vida y después de muertos de un respeto
casi absoluto. Sus errores, si errores eran, se imputaban a deficiencias, pero no provocaban procesos de intención. En
nombre de los intereses del grupo, también CNT ha corrido un velo
púdico sobre graves desfallecimientos de algún notorio militante. La crítica apasionada, mendaz, que motivó García
Oliver, sólo tiene parangón con la que se ensañó en vida con el Noi del Sucre. El eco de los
pasos
está esmaltado de reacciones contra esa circunstancia, que nos ponen en presenciade una sensibilidad profundamente herida. ¿Cuándo transcribe la bella defensa que de si hizo el Noi del
Sucre en 1921, en la Conferencia Nacional de Sindicatos de Zaragoza, no se está defendiendo el propio
García Oliver contra la calumnia que lo ha perseguido? En esas páginas, como en tantas otras, está
advirtiendo a CNT de los peligros que para ella entraña la calumnia
de sus militantes por sus propios compañeros. La calumnia, porque está inspirada por finalidades políticas y tiene
consecuencias políticas, al igual que las tiene el ocultamiento de hechos desfavorables en nombre de los intereses supremos
de una organización que se pretende libertaria, ocultamiento que García Oliver tampoco considera saluble.
El interés por estos aspectos de la vida orgánica se manifiesta en muchas de las páginas de El eco de los
pasos. En ningún otro texto ha hallado una mejor exposición de los mecanismos
internos que permitían a CNT juzgar a sus militantes y a éstos
defenderse contra la arbitrariedad: la propia defensa de García Oliver frente a las acusaciones de
González Mallada y la descripción del procedimiento que hubiera debido seguir Manuel
Buenacasa para enfrentarse, sí la consideró injusta, con la condena que le infligió CNT.
puedo permitir en estas páginas analizar 5 procesos de la vida de CNT en los que la personalidad militante de García
Oliver se halla directamente involucrada por sus historiadores, no necesariamente de manera
correcta:
revolucionaria
»
relaciones entre CNT y
FAI
Comité de Milicias
individual, y que ésta fue obra de marginales, de incontrolados, de hombres que con su acción comprometían a la verdadera
CNT contra la voluntad de ésta. El eco de los pasos pone de relieve que la
respuesta violenta a la violencia del Estado y de la patronal era un fenómeno «orgánico» en el
sentido muy estricto de la palabra. Fue «orgánica» la decisión de ajusticiar al primer ministro Eduardo
Dato. La generalización de la respuesta violenta a la violencia que se expresó en el
asesinato de Salvador Seguí y de Paronas fue decidida por el conjunto de la militancia
barcelonesa, por entonces ampliamente mayoritaria en CNT. La
creación del grupo «Los
Solidarios
», con la función de golpear en los vértices de la represión, fue encomendadaa García Oliver -entonces militante de 20 años- por el comité de acción nombrado en la reunión
del Besos e integrado por 4 miembros de los dos órganos superiores confederales, hombres que se distinguieron a lo
largo de su vida pública por su moderantismo: Pestaña, Peiró, Piñón y
Marcó. Sin embargo, la posición de García Oliver ante la violencia individual aparecía
formulada desde la época en que organizaba, en un clima de áspera violencia, la Comarcal confederal de
Reus:
militantes en el plano individual, debe hacerlo en la acción colectiva»
página 57, y antes de su primer exilio en Francia (1926). García Oliver desarrollará esta idea ante
instancias orgánicas.
individual le llevará a teorizar y a defender la aplicación de la «gimnasia revolucionaria» desde
los primeros años de la Segunda República. Es éste otro de los aspectos controvertidos de la trayectoria de
García Oliver, tachado de aventurerismo por muchos sindicalistas de la época, para buen número de los cuales
la «gimnasia revolucionaria» debilitó a CNT. Esta táctica no era sólo un arma interna contra la fracción
confederal treintista. Como método de lucha tuvo su ensayo general en los sucesos del 8 de enero de 1933, movimiento
preparado en lo esencial por el Comité de Defensa confederal de Cataluña, integrado entonces por casi todos los
militantes que constituirán el grupo «Nosotros», sucesor sólo de
alguna manera del grupo «Los Solidarios». La significación y los
resultados del aparente fracaso que constituyó lo que fue calificado de putsch, fueron ampliamente discutidos en las
organizaciones confederales en los meses posteriores. La organización, el desarrollo y las consecuencias de esa
manifestación de la «gimnasia revolucionaria» constituyen uno
de los capítulos más importantes de la historia de CNT porque en él
convergieron problemas de táctica y estrategia, pero también problemas de estructura orgánica y de finalidad última de CNT; capítulo que todavía presenta muchos puntos oscuros y sobre el que,
a mi criterio, se detiene poco El eco de los
pasos
.
acontecimientos posteriores demostrarán que la «gimnasia revolucionaria» había hecho de CNT la primera fuerza obrera de España y que hizo posible que sus
organizaciones respondieran victoriosamente al golpe de Estado militar en 1936. La «gimnasia revolucionaria» era la manifestación práctica del
análisis global que hacía García Oliver de la situación política española. Transcribiendo una conversacion
suya con Durruti y Ascaso en 1931, dice García
Oliver:
neutro, sin sufrir vaivenes de derecha ni de izquierda, se consolidará y sería la paz. Un espejismo de paz, pues seria una
república gobernada en defensa de los mismos intereses que defendió la monarquía. España necesita hacer su revolución. Y
porque la necesita, la hará. Y prefiero que sea una revolución anarcosindicalista, siquiera sea porque, alejados de toda
influencia histórica, tendría el sello de la originalidad».
la acción de García Oliver. Hilo conductor que tiene que defender incluso dentro del núcleo de sus más
Íntimos, dentro del grupo «Nosotros», pues el putsch de finales de 1933, cuyo objetivo es apoyar
a las izquierdas políticas frente a la derecha victoriosa electoralmente, representa un triple fracaso para García
Oliver, porque rompe la línea de conducta política que él defiende en CNT, porque se hace en contra del acuerdo del grupo «Nosotros» y porque la figura de
proa de ese movimiento será el propio Durruti, saltando por encima de los acuerdos del grupo. Dejo la
palabra al propio García Oliver:
a entrar en una fase decisiva. Ahora, me decía, las izquierdas tendrán que acudir a la sublevación. Y habría que estar
prevenidos, para no ser arrastrados por ellas. Nosotros no debíamos hacer el juego insurreccional a nadie. Opinaba que los
acontecimientos se producirían de manera que nos permitiría hacernos con la dirección revolucionaria de España. Los motivos
alegados para la insurrección -impedir la entrega del gobierno a las derechas- no tenían por qué afectar a los trabajadores
de CNT, porque si los derechistas triunfaron se debía a que por nuestra
propaganda antielectoral los trabajadores no habían votado. Nuestra propugnada «gimnasia revolucionaria»
alcanzaba solamente a la práctica insurreccional de la clase obrera al servicio del comunismo libertario, pero, nunca para
derribar ni colocar gobiernos burgueses, fuesen de derecha o de izquierda».
preparación y el desarrollo de la sublevación de octubre de 1934 demostró la validez del punto de vista defendido por
García Oliver. El movimiento fue el resultado de un pacto entre Largo Caballero y
Companys, a espaldas de CNT; lo que equivale a
decir contra CNT, y en Cataluña lo fue descaradamente desde que el
movimiento se inició. Dice García Oliver:
Alianza Obrera, a la que estaba adherida la Regional de CNT. La única que secundó dicha consigna, erróneamente o no. Pero la orden del
movimiento revolucionario fue dada por el Comité del Frente Popular, sin conocimiento previo de CNT. En concreto, por socialistas y comunistas. No obstante, los militantes
confederales, generosos, secundaron enérgicamente el movimiento y le dieron profundidad revolucionaria. En Barcelona lo
acontecido fue de comedia. Dencás, cabecilla máximo de Estat Cátala, dirigía el movimiento
desde el edificio de Gobernación. Badía, segundo que aspiraba a primero, acompañado de policías catalanes,
de guardias de asalto y de algunos «escamots», paseaba con descaro, Thompson en mano, deteniendo a anarquistas y a
militantes de CNT. Asaltó los locales de Solidaridad Obrera
y algunos otros locales de CNT»
tratadistas condenan todavía hoy la inercia de CNT en la
circunstancia.
es lugar común una CNT dominada por la
FAI. Las relaciones entre una y otra fueron siempre origen de polémicas en la propia CNT. Hoy esas polémicas vuelven a tener actualidad. En El eco de los
pasos
se habla mucho de la FAI, pero de forma poco convencional. Peirats hapodido decir:
constantemente en nombre de la FAI tuvieron más influencia que nosotros mismos, que la representábamos
oficialmente. Me refiero a Francisco Ascaso, Buenaventura Durruti y Juan García
Oliver. Estos hombres tenían su pequeña FAI».
relaciones entre ambas organizaciones siempre fueron ambiguas y ello es lo que hace posible la afirmación de
Peirats y otras afirmaciones de García Oliver formalmente contradictorias entre sí.
Dice García Oliver:
el gran camino. Vigía de la revolución anarquista y proletaria, tuvo una voz fuerte -la mía- en el Congreso nacional de
1931».
FAI hasta finales de 1933, y ello contra la opinión de García Oliver, que aun
siendo el más brillante orador de la tendencia «faísta», siempre manifestará una reacción negativa ante la
FAI en tanto que organización. El «faísmo» para García Oliver es una
actitud vital, una adscripción ideológica y no una adscripción formal a una organización llamada
FAI:
anarcosindicalista revolucionario; ser «treintista» a ser anarcosindicalista reformista, perteneciesen o no unos u otros a
la FAI o al grupo de los Treinta»
la página 123 de El
eco de los pasos
.
caso citar la opinión que esa FAI-organización le merece a García Oliver en el
momento en que el grupo «Nosotros» ingresa
formalmente en ella:
potencia, la contrarrevolución. Aquellos «faístas» terminarían por dedicarse al estrangulamiento de la revolución
proletaria, de la que los miembros del grupo «Nosotros» aparecíamos como
adelantados. Todos ellos eran fugitivos de la clase obrera que, como periodistas, maestros racionalistas o escritores,
habían logrado el milagro de eludir las restricciones que imponía el acuerdo de no tolerar la duración de más de un año en
los cargos retribuidos. Disponían de mucho tiempo para conspirar contra el grupo «Nosotros», cuyos componentes tenían que repartir su vida entre
el trabajo en la fábrica o el taller, el agobio de la asistencia a las reuniones, los mítines y las conferencias y la
responsabilidad de los cuadros de defensa. A la larga, teníamos que ser dominados y eliminados. Eran más peligrosos que los
llamados «treintistas«. Nosotros casi siempre estábamos presos o
perseguidos. En cambio, la mayor parte de la pléyade de lidercillos que aspiraban a sucedernos, ninguno de ellos estuvo
nunca preso».
de CNT, como organizador, como hombre de grupo, de asamblea, de
pleno, de congreso, como orador, como hombre de acción, pero no como burócrata. Hay una evidente repugnancia en
García Oliver por la política comiteril y en ello puede residir la causa de lo que cabría considerar como
fracaso personal en un hombre acusado reiteradamente de aspirar al poder personal a partir de una organización
obrera.
eco de los pasos
es que los esfuerzos de GarcíaOliver
tendían a hacer de CNT una fuerza revolucionariaindependiente y hegemónica. En vísperas de la sublevación militar, en una reunión del grupo «Nosotros», García Oliver veía asi
la situación:
izquierdas republicanas se incorporen a la táctica «faísta» de sacudir el régimen republicano. La actitud de las izquierdas
gubernamentales hasta el día anterior ha sido francamente suicida. Si por haber perdido unas elecciones se lanzaban a la
sedicente revolución de octubre, ¿qué harían las derechas si, desgastadas por las inícuas represiones que han
desencadenado, perdiesen ahora las elecciones dando paso a un gobierno de izquierdas revanchistas? Pues secundarían el
ritmo «faísta» y se lanzarían también a la revolución, una revolución de signo militar fascista. ¿Hay quienes pretenden
utilizarnos para sacarnos de prisión y darnos después un puntapié salva sea la parte? Los escuchamos y les damos un no.
Rotundo no, pero no definitivo que nos permita ir cediendo cuando se comprometan a entregarnos, antes o inmediatamente
después de las elecciones, tres partidas de armas y municiones para ser depositadas en Zaragoza, en Sevilla y en La
Coruña».
disconformidad, adhiriéndose después, tras una intervención de Ascaso, a las tesis de García
Oliver. La estrategia triangular de García Oliver iba a fracasar -Zaragoza se perdió, Sevilla se
perdió, La Coruña se perdió-, y entre las razones del fracaso el autor señala con razón el que la burguesía del
Frente Popular recogió los votos de los Cenetistas pero no cumplió sus
compromisos.
ser, consecuencia de la victoria de los anarcosindicalistas barceloneses sobre los militares sublevados -hay que insistir,
gracias a la organización paramilitar, a los cuadros de defensa, a los militantes confederales y a la experiencia
conseguida por la práctica de la «gimnasia revolucionaria«.
Nadie desde la izquierda pretendidamente revolucionaria ha combatido seriamente a posteriori al Comité de
Milicias. El eco de los
pasos
demuestra que no fue una creación de CNT ni tampoco el instrumento revolucionario que pudo haber añoradoGarcía Oliver. Pero éste se ha mostrado siempre como un hombre pragmático que ha sopesado la relación de
fuerzas en cada momento, y como el Comité de Milicias fue atacado incluso antes de nacer, sobre
todo desde la Generalidad, pero también desde los Comités superiores de la propia CNT, García Oliver se aplicó a defenderlo con todas sus
fuerzas. Estas fuerzas eran las que le daban la confianza de la militancia anarcosindicalista catalana. He aquí la opinión
que el Comité de Milicias y la situación general merecían a García Oliver el 23 de
julio de 1936, expresada en el Pleno regional de Locales y Comarcales de CNT y de la FAI celebrado en
Barcelona:
Milicias
se había tenido que constituir cuando ya Companys se había arrepentido de haber sugeridosu creación. Que los demás partidos y organizaciones no creían -al igual que Companys– que el Comité
de Milicias pudiese servir de algo más que de Comisaría de policía de segunda clase. Afirmé que los errores podían
y debían ser anulados, tenida cuenta de que estábamos en los inicios de un proceso revolucionario que podría ser largo en
su desenvolvimiento y durante el cual seguramente tendríamos que ir modificando algunas actitudes y no pocos acuerdos.
Expliqué también que la marcha revolucionaria estaba adquiriendo tal profundidad que obligaba a CNT a tener en cuenta que por ser la pieza mayoritaria del complejo
revolucionario no podría dejar la revolución sin control y sin guia, porque ello crearía un gran vacío, que, igual que en
Rusia en 1917, sería aprovechado por los marxistas de todas las tendencias para hacerse con la dirección revolucionaria
aplastándonos. Opinaba que había llegado el momento de que, con toda responsabilidad, terminásemos lo empezado el 18 de
julio, desechando el Comité de Milicias y forzando los acontecimientos de manera que, por primera vez en la
historia, los sindicatos anarcosindicalistas fueran a por el todo, esto es, a organizar la vida comunista libertaria en toda
España».
Comarcal y fue impugnada por Federica Montseny en nombre de los más puros principios ácratas y por
Abad de Santillán, que alegó el peligro de una intervención extranjera. García Oliver
volvió a hablar y dijo:
nuestras casas después de que terminen las tareas del Pleno. No importa lo que el Pleno acuerde; ya no podremos dormir en
mucho tiempo, pues si nosotros, que somos mayoritarios, no damos una dirección a la revolución, otros, que todavía hoy son
minoritarios, con sus artes y mañas de corrupción y eliminación, sacarán del vacío en que habremos dejado a las masas. Y
afirmo que el sindicalismo, en España y en el mundo entero, está urgido de un acto de afirmación de sus valores
constructivos ante la historia de la humanidad, porque sin esa demostración de capacidad de edificación de un socialismo
libre, el porvenir seguiría siendo patrimonio de las formas políticas surgidas en la revolución francesa, con la pluralidad
de partidos al empezar y con partido único al final. Y puesto que estoy sostenido por una Comarcal, presento en firme la
proposición de que CNT vaya a por el todo e implante el comunismo
libertario».
Fue vencido -herida profunda- ante el silencio de Durruti, presente en el Pleno. Y con él era
vencido a más o menos largo plazo el recién nacido Comité de Milicias. Y lo que es más grave, era
vencida la propia organización anarcosindicalista. «No salía de mi asombro», dice:
convocados urgentemente, desconocedores de lo que iba a tratarse en aquel Pleno, acababan de adoptar acuerdos que tiraban
por la borda todos los acuerdos fundamentales de la CNT, ignorando de paso
lo más elemental de su historia de organización fuertemente influida por los radicalismos del anarquismo. Y habían sido
elementos de la FAI los que la impulsaban a posiciones tan reformistas que ni siquiera los
«treintistas» se hubieran atrevido a enunciar, quienes, por cierto, no habían intervenido en la discusión ni
adoptado posición»
.
García Oliver el Pleno que tendría mayor influencia en la historia de CNT no tenía otra validez que la formal, porque ese Pleno estaba
en contradicción con aquella historia. La militancia anarcosindicalista barcelonesa había sido sangrada los días
precedentes: 400 muertos y miles de heridos. Y se quejará reiteradamente por la no publicación de las actas de ese
Pleno.
pasos
, dice GarcíaOliver
que no tiene vocación de Trotski. En la ocasión, ni dio un portazo ni conspiró en lospasillos de los Comités orgánicos por los que apenas se le vio mientras estuvo en funciones el Comité de
Milicias. Esperó un nuevo flujo del impulso revolucionario, tratando de conversar y crear instrumentos para ese
momento:
Milicias
actué como querían los militantes de base y los Comités de sindicatos, de secciones, de taller y defábrica; esto es, que se iniciase la revolución en lo político anulando al gobierno de la Generalidad, y en lo social y
económico impulsando las incautaciones y colectivizaciones de la industria y la agricultura en los pueblos de Cataluña y en
los que liberaron en Aragón las milicias anarcosindicalistas».
El eco de los
pasos
subraya que en ciertoscírculos de CNT y la FAI se vivía en el
temor de un golpe de mano de García Oliver contra las instituciones gubernamentales tambaleantes pero
todavía en pie. También revela sin tapujos el libro que ello fue proyecto de García Oliver. Pero con la
militancia anarcosindicalista. ¿Podían temer los dirigentes de la FAI a un hombre solo? Estas
fueron sus palabras ante el grupo «Nosotros» pocos días después del
Pleno:
mañana se pondrán a las órdenes de Durruti y proceder al asalto de los principales centros de gobierno,
Generalidad y Ayuntamiento, con una rama de la columna que podríamos dirigir Marcos Alcón y yo. Teléfonos y
Plaza de Cataluña, con otra rama dirigida por Jover y Ortiz. Y Gobernación y Dirección de
Seguridad con otra rama dirigida por Durruti y Sanz, pudiendo sumarse a cualquiera de ellas
los Ascaso y García Vivancos, siempre que estéis de acuerdo».
Durruti. Siquiera ahora romperíamos la incógnita de su actitud:
magnifica. Su plan de realizar el golpe es perfecto. Pero a mí no me parece que sea éste el momento oportuno. Opino que
debería ser realizado después de la toma de Zaragoza, cosa que no puede tardar más de diez días. Insisto en que debemos
dejar esos planes para después de tomar Zaragoza»
.
fue tomada.
revelan sus memorias es que le obsesiona una frase que oye a los 7 años a unos obreros fugitivos en el Reus de la
«Semana trágica»: «¡No se puede con el ejército!». El Ejército, el ejército burgués y la
manera de enfrentarse a él será una preocupación constante en García Oliver y su grito de victoria en julio
de 1936 será: «¡Sí se puede con el ejército!».
realidad eran un hecho en la Regional catalana- fue combatida en el Congreso de Zaragoza e interpelada
irónicamente por Cipriano Mera. Los hechos son tozudos. La mayor parte de sus más íntimos compañeros de
lucha –Sanz, Jover, García Vivancos, Ortiz, por no mentar
a Mera– terminaron la guerra como oficiales superiores. El no. Sin embargo, como abundan sus memorias y
como prueba la historia, ningún otro militante anarcosindicalista inspiró más respeto a los oficiales profesionales afectos
a la República y surje automáticamente la pregunta de cómo no se hizo nombrar jefe del frente de Aragón en vez de
nombrar, de manera que los timoratos pueden calificar de autocrática, al coronel
Villalba.
pasos
que tratan de laentrada de CNT en el gobierno, de la aventura -podemos decir
grotesca- de Durruti yendo a morir inútilmente a Madrid, son de las más instructivas de la obra. Una verdad
hiriente, insultante, brota de ellas: la debilidad política de los órganos supremos de la Confederación que, en virtud de
las excepcionales circunstancias, tenían -quisieran o no, y ése es otro problema- que adoptar medidas urgentes y graves, tan
graves que comprometian irreversiblemente el futuro.
disolución del Comité de Milicias es una triste página de la historia de CNT:
Comité de Milicias se disolvió por haber ido demasiado lejos. Se disolvía para dar paso a un Consejo de la
Generalidad de Cataluña. La Generalidad acabaría por ser absorbida en sus funciones por el gobierno de Madrid, que no tenía
ni apariencia de gobierno revolucionario. Un pequeño salto atrás más y CNT
llegaría al final de su cuesta abajo».
una triste página el acuerdo de un Pleno nacional de Regionales de CNT de dar ministros al gobierno de Largo Caballero. El
haber sido ministro de un gobierno burgués es el reproche mayor que se ha formulado contra García Oliver
desde meridianos anarquistas. En El eco de los
pasos
expone los argumentosque opuso ante Horacio M. Prieto, antes secretario del Comité Nacional, contra la
participación gubernamental y contra su designación como ministro, en la que veía una maniobra para alejarlo de Cataluña de
quienes temían sus proyectos de «ir a por el todo» en la ocasión propicia. García
Oliver era consciente de que la fuerza de CNT estaba en
Cataluña y de que allí se jugaba la posible imposible revolución. Es difícil acusar a García Oliver de
indisciplina orgánica, una vez se ha manifestado su organización: fue ministro y, según los cánones establecidos, fue un
buen ministro. Es decir, defendió los intereses más inmediatos de una organización que había decidido que participara en el
gobierno. Pero no se manifiesta cómodamente instalado en su sillón. Sabe que es precario. Su discurso en el Coliseo de
Barcelona, a finales del invierno de 1936, hace un balance sin concesiones de la guerra y apunta claramente hacia la
liquidación del gobierno burgués a que pertenece y a la instauración del poder sindical.
memorias de García Oliver resuelven problemas de la historia contemporánea de España. También plantean
sobre bases nuevas muchos otros. Se podría preferir, quizá, que fuesen sacrificados no sólo «excursos y
extravagancias», sino también algunas páginas consagradas al penal de Burgos o al viaje a través de la URSS, en
provecho de una amplia exposición de los entresijos del Congreso de Zaragoza o de las negociaciones para participar
en el gobierno de la Generalidad o en el gobierno central. Si de García Oliver se espera que lo diga todo es
porque se supone que lo sabe todo. Lo cual es inverosímil. Por ejemplo, la decisión de participación gubernamental de CNT es un proceso que se desarrolla al margen de García
Oliver. En tanto que testigo, es plausible que no pueda decir más de lo que dice. Algo semejante sucede con las
páginas de sus memorias dedicadas a los sucesos de mayo de 1937. Ni sus mayores enemigos le han atribuido a García
Oliver el don de ubicuidad.
Oliver
juega un papel relevante, y generalmente deformado, ha de quedarse coja por imperativos de espacio. Seríanecesario analizar su acción en las postrimerías de la guerra civil –Plan Camborios y Comité ejecutivo del
Movimiento libertario de Cataluña- y en el exilio –Consejo general del Movimiento libertario, Partido
Obrero del Trabajo, la «Ponencia» y gobierno republicano en el exilio- para que la exposición de la coherencia
política que creo ver en la práctica de García Oliver y en El eco de los
pasos
no quedaraamputada.
pasos
, pero no es un libropesimista. No significan una renuncia ni son pesimistas estas palabras de García Oliver que bien podrían ser
el colofón de sus memorias:
ministro, ni durante el tiempo que vegeté en Barcelona, me arrepentí de lo que hice siendo ministro, ni de haber propuesto
ir a por el todo. Este es el momento de aclarar la enorme distancia que separa al anarquista del anarcosindicalista: aquél,
siempre en vela por las esencias puras del libertarismo, y éste enfrentado con las realidades del complejo mundo social.
Aquél, el anarquista, es una actitud ante la vida; y el anarcosindicalismo es una actuación en la vida. Desde que un día
propusiera ir a por el todo, jamás dejé de esperar la oportunidad de poder hacerlo».
(1978)