La Clase Trabajadora francesa vuelve a ponerse en huelga. Esta vez son las trabajadoras y los trabajadores de las dos grandes refinerías del país, Esso-ExxonMobil y TotalEnergies, que mantienen desde hace más de 15 días una huelga por unos salarios dignos en este sector. Estas corporaciones, que han obtenido importantes beneficios económicos en el último año, se niegan a subir los salarios a sus plantillas.
En las negociaciones, por parte de los trabajadores, se persigue un aumento del 12’6 %, pero por parte de la patronal -y hasta el momento-, solo están de acuerdo en hacerlo en un 4 %. Las negociaciones se mantienen, pero el paro también, algo que ya empieza a ser notorio en algunas gasolineras del país. Alrededor del 30 % de las mismas, y según datos del Gobierno francés, ya no tienen combustible, lo que está provocando enormes colas en otras muchas por la falta de suministros.
Desde el Gobierno galo han calificado esta situación de “insostenible” y han “advertido” de que tomarán medidas para revertirla, si la huelga se prolonga por más tiempo. Una de las ideas que pretenden poner en marcha pasa por boicotear el derecho a huelga, reconocido constitucionalmente, de la clase trabajadora francesa.
Los sindicatos ya han explicado que esta intención es ilegal, y que no permitirán tal atropello, porque reabrir las refinerías por la fuerza, reclutando a personal para poner fin a esta lucha, es anular la única herramienta que tiene la clase trabajadora para defender sus intereses como tal y luchar por mejorar sus condiciones laborales.
Como organización anarcosindicalista, en CGT conocemos bien lo que supone que nos boicoteen a través de leyes y normas –impuestas por los más fuertes en el poder para servir a los intereses de las élites económicas- mientras luchamos en nuestros centros de trabajo o en nuestras calles. Sabemos cómo a través de la “trampa” de los servicios mínimos esenciales pretenden dejar sin efecto movilizaciones que de no imponerlos tendrían otras repercusiones. De hecho, a finales de los años 70, se produjo una importante huelga de trabajadores de las gasolineras en Barcelona (Catalunya), que desde el momento de declararse fue muy dura, debido a los grandes poderes que tenía en su contra (Estado, patronal, medios de comunicación y los dos grandes sindicatos del régimen, CC.OO. y UGT). El Estado llegó al punto de poner a sus fuerzas represivas, es decir, a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) a realizar las tareas de esquiroles, encargándose ellos mismos de atender a los vehículos que acudían a las gasolineras a repostar. La represión contra los trabajadores también fue muy dura. Más de un centenar de personas fueron detenidas por formar parte de piquetes informativos y, en general, por apoyar la huelga. Los medios de comunicación, aliados con el sistema, también se posicionaron contra la clase trabajadora, desinformando y manteniendo el silencio en algunos momentos de las negociaciones durante la huelga. Aunque esto ocurrió en nuestro país hace ya varias décadas, es triste seguir viendo reflejadas, en algunas acciones de otras luchas contemporáneas, actitudes de otras épocas.
Por ello, desde la Confederación General del Estado español (CGT), mostramos nuestra solidaridad con la lucha de las compañeras francesas de las refinerías francesas, y realizamos un llamamiento a la sociedad internacional para que se sume a las muestras de apoyo en la causa de estos trabajadores en unas jornadas duras y ante la postura del Gobierno “socialdemócrata” de E. Macron, que al parecer ya ha elegido de qué parte estar en esta lucha por mejorar las condiciones de la clase trabajadora.
Secretaría de Relaciones Internacionales de la CGT