Las distintas encuestas relativas a los hogares, que “fotografía” de manera “media” las condiciones de vida de las personas, en cuanto las rentas salariales y patrimoniales que perciben, nos sigue mostrando que el tiempo que se abrió en el 2008 por el estallido de la “gran estafa” del capitalismo, es un tiempo de precariedad estructural que se incorporó a la realidad social como modo de vida por las clases poderosas y el Estado.
Lo que llaman recuperación (crecimiento de la economía a niveles macro a una media del 3% desde el 2014), no deja de ser “poco más que oxígeno artificial bombeado por las políticas monetarias expansivas a escala europea”, donde grandes corporaciones empresariales y banqueros, vuelven a conseguir dinero barato o prácticamente a 0% de interés, para seguir cobrando pingues beneficios en esa perversa estafa de comprar deuda a un estado que les ha regalado cientos de miles de millones públicos.
Lo que llaman economía “española” (se olvidan de la economía de la Vida, la de los cuidados, la de la reproducción…, sin la cual la “economía oficial” jamás podría funcionar), sigue sentando sus bases sobre la explotación intensiva de rentas territoriales, donde el turismo y la atracción de capitales –inversores y fondos buitres-, vuelven a “calentar” el mercado inmobiliario, y las clases asalariadas, encuentran empleos “sobradamente cualificados” en los servicios de consumo, pagados a precios “de sobreexplotación”, es decir, exiguos y sin poder garantizar ningún proyecto de emancipación autónoma como personas.
De esta manera nos encontramos que 7 de cada 10 personas jóvenes de 16 a 30 años, tienen que vivir con los padres.
En 805.100 hogares, donde la pareja tienen más de 65 años, conviven hijos e hijas de más de 25 años. Y si abrimos el campo de edad de las parejas, es decir entre los 55 a 64 años, nos encontramos con otros casi 500.000 hogares donde viven hijos e hijas de más de 25 años.
No sólo los salarios de mierda y de sobreexplotación condicionan el “no-futuro” de las personas jóvenes, sino que el empleo (tenerlo o no tenerlo), comporta el hecho de tener que seguir en el hogar. Si en el 2007 estaban empleadas 4,9 millones de personas menores de 30 años, en el 2017 solamente se encuentran empleadas prácticamente la mitad, es decir, 2,5 millones.
El tipo de mercados de trabajo existentes en el Estado Español, con esa “especialización en la economía de servicios”, requiere de unas leyes donde se pueda garantizar a los capitalistas sus beneficios, y así nos encontramos que de cada 100 personas asalariadas, 26 tienen contratos temporales, 16 contratos a tiempo parcial y el 17% de la Población Activa se encuentra parada.
Las estadísticas, en cuanto son números, pueden manipularse fácilmente y no mentir, es decir, las estadísticas de la Encuesta de Condiciones de Vida relativa al 2017, considera que la Tasa relativa de Riesgo de Pobreza general ha bajado 0,7 décimas en el 2017, hasta situarse en el 21,6% de toda la población. A la vez, considera que los hogares españoles aumentaron un 3,1% sus ingresos medios anuales, hasta los 27.558 €.
Seguimos denunciando que el “no reparto” de la riqueza que producimos la mayoría social (clases asalariadas) y su “robo legal” por parte de una minoría (empresarios, banqueros, ejecutivos, directivos…), que permite por ejemplo que unos 500 ejecutivos o personal de Alta Dirección perciban una media de casi 1,8 millones de euros, es lo que posibilita que más de 13 millones de personas asalariadas estén ocupadas y empleadas en esa “economía de servicios de consumo” y sus salarios no lleguen a los 850€. Esta es una sencilla explicación de “las medias estadísticas”. La inmensa mayoría de la población no puede tener unas condiciones de vida aceptables, cuando se les va la vida en el enfrentamiento con el sistema que les engulle tiempo y energía y destruye lo más fundamental y básico: el cuidado y los cuidados de las personas.
Hogares (llenos de personas), donde el 34% no puede ni irse una semana de vacaciones; el 38% no puede realizar al menos una comida cada tres días donde la carne y el pescado estén en su dieta; el 8,3% padece pobreza energética, es decir, no puede tener en condiciones de bienestar su vivienda, el 37,3% no puede hacer frente a gastos imprevistos y el 9,3% no llegan nunca a final de mes.
Para CGT, solo hay un camino en la recuperación de la dignidad y los derechos: la movilización social contra la explotación, el patriarcado y por la justicia social.