amparan la persecución de la Iglesia contra todo el que reclame un Estado laico.
La blasfemia ha vuelto a los
tribunales españoles. La Inquisición está abolida desde 1834 pero hay quien siente el amparo de la ley para pedir juicio
público a los que osan ofender a Dios. Hazteoir, Manos Limpias, E-Cristians o el Centro Jurídico Tomás Moro son los nuevos
denunciantes. Los directores teatrales Leo Bassi y Josep María Miró, el cantautor Javier Krahe o las alumnas de la
Universidad Complutense de Madrid son los nuevos herejes.
«A mí me pusieron un kilo de
explosivos en la puerta del camerino. Vinieron 20 policías a investigar y no han detenido a nadie», ejemplifica el director
teatral Leo Bassi, que recuerda el atentado que sufrió en 2006 en el Teatro Alfil de Madrid. Un juez admitió la pasada semana
una querella contra él del grupo ultraderechista Hazteoir por una conferencia que impartió el pasado noviembre en la
Universidad de Valladolid en la que negaba las raíces judeocristianas de Europa.
Código Penal
El
supuesto delito que Bassi cometió se basa en el artículo 525 del Código Penal: «Multa de ocho a doce meses para los que, para
ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante
cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes
los profesan o practican». Bassi simplemente bailó disfrazado de papa.
El mismo artículo sirvió para detener a
cuatro estudiantes por leer un manifiesto por una universidad laica en la capilla de la Complutense mientras dos chicas
rezaban. La ofensa a los sentimientos del artículo 525 le supuso al cantautor Javier Krahe una querella por un vídeo
realizado en la década de 1970 en el que se simulaba cocinar un Cristo con mantequilla para que saliera del horno «en su
punto» al tercer día.
«Estas denuncias son producto de la inmadurez del Estado aconfesional español», reflexiona
el presidente de la Fundación Cives, Victorino Mayoral. En su opinión, la frustrada reforma de la Ley de libertad Religiosa,
cuya negociación ha suspendido el Gobierno por «falta de consenso», era la mejor opción para solucionar este tipo de
conflictos. La asociación Europa Laica atribuye la existencia de esos delitos del Código Penal a una «sobreprotección» de la
fe católica en el ordenamiento jurídico español, influido por los acuerdos firmados con la Santa Sede en 1979 pero negociados
antes de aprobarse la Constitución de 1978.
«Esos acuerdos contienen un artículo en vigor que dice que la
enseñanza en los centros públicos debe ser respetuosa con la religión católica. Cualquier día nos encontraremos con una
denuncia a un profesor», explica Mayoral.
Leo Bassi hizo su performance en Valladolid en respuesta a la última
visita de Benedicto XVI a España. El papa, en el avión que le trajo a Santiago y a Barcelona el pasado noviembre, ya había
advertido de su objetivo: «Ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la
década de los años treinta». Toda una llamada a la cruzada que ya había confirmado años antes el discurso rupturista
promovido por el presidente de los obispos españoles, Antonio María Rouco Varela. Este ha elegido para evangelizar la misa
multitudinaria que cada Navidad celebra en Madrid.
«¡Viva Cristo Rey, hijos de perra!», fue el grito con el que
dos individuos irrumpieron el pasado jueves en el Teatro Nacional de Catalunya para boicotear la obra Gang bang, de Josep
María Miró, criticada por el grupo ultracatólico E-Cristians. Esta organización cree que la obra ofende al papa y a la
Iglesia católica al ambientarse en un bar gay el día 7 de noviembre, fecha de la visita de Benedicto XVI a Barcelona. «¡No se
puede utilizar la palabra de Dios!», gritaron los energúmenos al más puro estilo de los últimos años del nacionalcatolicismo
franquista.
El dictador bajo palio
Algunos de los clichés de la España en la que el dictador entraba bajo
palio a las catedrales y la jerarquía eclesiástica bendecía el régimen continúan presentes. Para algunos, con mucha más
efervescencia desde la llegada en 2004 del PSOE al poder. En junio de 2005, por primera vez desde la Transición, una veintena
de obispos se ponían al frente de una protesta. Fue contra el matrimonio homosexual. El sector más ultraortodoxo del
catolicismo español se ha echado a la calle con todas sus armas para acabar con el «proyecto de ingeniería social» que, en su
opinión, representa el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
La estrategia de la reconquista católica de
occidente, que recuerda a los movimientos ultraconservadores de EEUU o a organizaciones pseudosecretas como El Yunque en
México, cuenta con dos apoyos fundamentales, en Madrid y Roma. El primero, el cardenal de Madrid, Rouco Varela, es uno de los
principales valedores de los grupos contra el aborto, las bodas gay o la reforma educativa. Y en Roma, Benedicto XVI, que ha
colocado a España como punta de lanza de la «reevangelización» en Occidente.
«España, con los kikos, el Opus Dei,
los Legionarios de Cristo… es un punto caliente por sus siglos de intransigencia. Estoy seguro que el próximo papa será
español. Alguien radical como Cañizares», opina Bassi. Sin embargo, el artista cree que el movimiento ultra es internacional.
«En los ochenta hice un espectáculo en Polonia en el que me comía una manzana y decía que me comía el árbol de la sabiduría y
era un pecador. Dos curas me acusaron de blasfemar. Les dije que había peleado años antes contra el comunismo por la libertad
de expresión, incluida la suya», razona Bassi.
Lo cierto es que España es el país más visitado por Ratzinger,
quien vino por primera vez a Valencia en julio de 2006 para clausurar el V Encuentro Mundial de las Familias, y regresó en
noviembre pasado a Santiago y Barcelona. Rouco y el papa se volverán a reunir en Madrid, en la Jornada Mundial de la
Juventud. Un evento que, pese a contar con todo el apoyo, logístico y económico, del Gobierno, no servirá para reformar las
relaciones Iglesia-Estado. La figura del pontífice es un elemento clave para entender este escenario: el papa se ha
convertido en una figura intocable y cualquier crítica ya sea cultural, como la obra del TNC, o política, como las protestas
de grupos ateos y de izquierdas contra la financiación pública de sus recurrentes viajes a España desata la ira de los
ultras.
Las presiones, mediante denuncias judiciales de los grupos neoconservadores, no se detienen únicamente en
el PSOE. Hasta el PP, que históricamente se ha posicionado al lado del estos grupos en defensa de la familia y el matrimonio
tradicionales, y en contra del aborto o la extensión de derechos, ha sufrido presiones de estos grupos, que incluso han
planteado la posibilidad de crear un partido político, de corte confesional, que aglutine a los sectores de ultraderecha,
descontentos con la «tibieza» del PP y la falta de «referentes morales católicos» en la política.
Sin dar el
paso
Una hipotética formación política que contaría con las simpatías de una Conferencia Episcopal Española
nuevamente entregada a la ideología netamente conservadora de Rouco y su portavoz Martínez Camino, aunque oficialmente el
Episcopado no se atreva a dar el paso de apoyar explícitamente la existencia de partidos expresamente católicos.
Para Benedicto XVI, España es la última frontera. Un «banco de pruebas» frente al laicismo en Europa, que el papa teme que
pueda «exportarse» desde nuestro país a Iberoamérica, donde reside la mitad de los católicos del mundo. De ahí que Ratzinger
haya escogido España para sus más fervientes defensas de la familia, el matrimonio, la identidad sexual o la denuncia de
falta de valores.
Publicado en Publico
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Fes-te objector de l’Església! Fes-te
apòstata!.