opinión pública valenciana se ha visto conmocionada, en el último período, por mas de una importante manifestación de
taxistas que, al son de las condiciones imperantes en España en general y de nuestra Comunidad en particular, hacen saber
a sus conciudadanos de sus crecientes dificultades: extenuantes jornadas de trabajo, que intentan paliar una caída
irrefrenable de la demanda del servicio, traducida en magros ingresos, mientras la actitud de la administración
competente permanece inalterable, ajena a la búsqueda de soluciones de cualquier tipo.
vehículos, un coro de pitidos y el colapso de las principales vías de comunicación de la ciudad, le han puesto el toque de
presencia y color a la protesta, antecedida por afiches y proclamas y la difusión del acontecimiento en algún espacio
periodístico y radial.
su mayoría tiende a solidarizarse naturalmente con el reclamo, debe poseer un conocimiento más exhaustivo de la
situación, pues el fenómeno no contempla íntegramente la realidad, haciendo que permanezca en las sombras el sector más
explotado del taxi: los trabajadores asalariados.
movilizaciones, a decir verdad, han sido encabezadas por los “autónomos” del taxi, que más allá de la legitimidad de
algunas de sus demandas, que nosotros admitimos, no pueden evitar poseer un carácter mezquino, propio de su
naturaleza de pequeños propietarios. Ferozmente individualistas y, por ende, insolidarios, en su delirio no aspiran a
resolver sus dificultades más que a costa de sí mismos y, especialmente, de aquellos a quienes consideran responsables:
nosotros, los trabajadores del taxi.
realidad, aunque se intente desviar la atención con “enérgicas” proclamas y el señalamiento del sector patronal, del que
muchísimos de ellos quisieran formar parte; y al margen de un reducidísimo segmento que no ha olvidado su origen de
conductor asalariado y de que “su” propiedad, no es más que el fruto de la interesada desidia administrativa. No en vano,
cuando la discusión de la limitación horaria se puso sobre la mesa, no faltaron (¡y aún perviven!), todo tipo de
insinuaciones a modo de justificación y aderezo: desde la presunta ausencia de imagen y profesionalidad de los
trabajadores, hasta las alusiones, claramente xenófobas, a la eficiencia del “taxi francés”, que habría sabido librarse de
los asiáticos, «dispuestos a trabajar 24 horas al día».
que el panorama no estaría completo, si no mencionáramos a los responsables de la supervisión de la mayoría de los puestos
de trabajo: el sector empresarial. Aquí sí que no deberíamos ahorrarnos adjetivos calificativos; es más, estaría
plenamente justificado. Pero se trata de convocar a la reflexión de los ciudadanos, aunque estos contumaces explotadores
merezcan otra cosa.
mitad del siglo XIX se registraron todo tipo de protestas obreras, en aras de la disminución de la jornada de trabajo; y
fue en el ya lejano año de 1919, cuando en España se estableció el régimen de 8 horas; y si se necesitó esperar hasta los
años 70 del siglo XX, para establecer, en la mayoría de Europa, las 40 horas semanales de jornada de trabajo, que se
recogen, para España, en el “Estatuto de los Trabajadores”, en su artículo 34, nada de ello rige nuestras vidas como
asalariados del taxi.
la semana; 220 horas, como mínimo, al mes; sin vacaciones pagadas y sin pagas; obteniendo el salario de manera íntegra
por porcentaje; en clara violación, en resumen, de cuanta norma establecida en el derecho del trabajo pueda imaginarse, se
lleva adelante nuestra tarea. Estos esclavos modernos, sin embargo, son los responsables de mantener el carácter de
“servicio público” del taxi. Por que son ellos quienes trabajan tanto en la mañana como en la noche; los fines de semana
y los festivos nacionales y autonómicos; los que garantizan la presencia del servicio para los usuarios los 365 días del
año. ¡Y todo ello por la “exuberante” suma de 1000 euros, si acaso, al mes!
vulgares administradores de concesiones administrativas ajenas, han terminado por convertir a los “Díaz Ferran” en
«honorables» «emprendedores». Mediante la indiferencia de la administración y de sus organismos de contralor
correspondientes, responsables de fiscalizar el cumplimiento de la legislación laboral, se ha santificado este oprobioso
régimen de explotación humana.
de nuestra situación. Y el anonimato de estas líneas, que verguenza, se deduce, por fuerza, de lo que acabamos de
mencionar.
el establecimiento de un salario base y un porcentaje de compensación correspondiente, como establece la legislación
laboral.
el reconocimiento del elemental derecho a poseer vacaciones como cualquier otro trabajador: pagadas.
asalariado es un actor de primera importancia en el sector del taxi.
el establecimiento de cualquier dispositivo que establezca, en los hechos y sin equívocos, nuestro derecho a trabajar
40 horas a la semana.