¡Lo que pensamos y sentimos algunos asalariados del taxi!.

1- La

opinión pública valenciana se ha visto conmocionada, en el último período, por mas de una importante manifestación de

taxistas que, al son de las condiciones imperantes en España en general y de nuestra Comunidad en particular, hacen saber

a sus conciudadanos de sus  crecientes dificultades: extenuantes jornadas de trabajo, que intentan paliar una caída

irrefrenable de la demanda del servicio, traducida en magros ingresos, mientras la actitud de la administración

competente permanece inalterable, ajena a la búsqueda de soluciones de cualquier tipo.

2-  Cientos de

vehículos, un coro de pitidos y el colapso de las principales vías de comunicación de la ciudad, le han puesto el toque de

presencia y color a la protesta, antecedida por afiches y proclamas y la difusión del acontecimiento en algún espacio

periodístico y radial.

3- Pero la población, que en

su mayoría tiende a solidarizarse  naturalmente con el reclamo, debe poseer un conocimiento más exhaustivo de la

situación, pues el fenómeno no contempla íntegramente la realidad, haciendo que permanezca en las sombras el sector más

explotado del taxi: los trabajadores asalariados.

4- Porque las

movilizaciones, a decir verdad, han sido encabezadas por los “autónomos” del taxi, que más allá de la legitimidad de

algunas de sus demandas, que nosotros admitimos, no pueden evitar poseer un carácter mezquino, propio de su

naturaleza de pequeños propietarios. Ferozmente individualistas y, por ende, insolidarios, en su delirio no aspiran a

resolver sus dificultades más que a costa de sí mismos y, especialmente, de aquellos a  quienes consideran responsables:

nosotros, los trabajadores del taxi.

5- Esta es la penosa

realidad, aunque se intente desviar la atención con “enérgicas” proclamas y el señalamiento del sector patronal, del que

muchísimos de ellos quisieran formar parte; y al margen de un reducidísimo segmento que no ha olvidado su origen de

conductor asalariado y de que “su” propiedad, no es más que el fruto de la interesada desidia administrativa. No en vano,

cuando la discusión de la limitación horaria se puso sobre la mesa, no faltaron (¡y aún perviven!), todo tipo de

insinuaciones a modo de justificación y aderezo: desde la presunta ausencia de imagen y profesionalidad de los

trabajadores, hasta las alusiones, claramente xenófobas, a la eficiencia del “taxi francés”, que habría sabido librarse de

los asiáticos, «dispuestos a trabajar 24 horas al día».


6- Naturalmente

que el panorama no estaría completo, si no mencionáramos a los responsables de la supervisión de la mayoría de los puestos

de trabajo: el sector empresarial. Aquí sí que no deberíamos ahorrarnos adjetivos calificativos; es más, estaría

plenamente justificado. Pero se trata de convocar a la reflexión de los ciudadanos, aunque estos contumaces explotadores

merezcan  otra cosa.

7- Si durante la segunda

mitad del siglo XIX se registraron todo tipo de protestas obreras, en aras de la disminución de la jornada de trabajo; y

fue en el ya lejano año de 1919, cuando en España se estableció el régimen de 8 horas; y si se necesitó esperar hasta los

años 70 del siglo XX, para establecer, en la mayoría de Europa, las 40 horas semanales de jornada de trabajo, que se

recogen, para España, en el “Estatuto de los Trabajadores”, en su artículo 34, nada de ello rige nuestras vidas como

asalariados del taxi.

8- Al rededor  de 60 horas a

la semana; 220 horas, como mínimo, al mes; sin vacaciones pagadas y sin pagas; obteniendo el salario de manera íntegra

por porcentaje; en clara violación, en resumen, de cuanta norma establecida en el derecho del trabajo pueda imaginarse, se

lleva adelante nuestra tarea. Estos esclavos modernos, sin embargo, son los responsables de mantener el carácter de

“servicio público” del taxi. Por que son ellos quienes trabajan tanto en la mañana como en la noche; los fines de semana

y los festivos nacionales y autonómicos; los que garantizan la presencia del servicio para los usuarios los 365 días del

año. ¡Y todo ello por la “exuberante” suma de 1000 euros, si acaso, al mes!

9- Fruto de una ilegalidad manifiesta, los “empresarios” del taxi, en su abrumadora mayoría

vulgares administradores de concesiones administrativas ajenas, han terminado por convertir a los “Díaz Ferran” en

«honorables» «emprendedores». Mediante la indiferencia de la administración y de sus organismos de contralor

correspondientes, responsables de fiscalizar el cumplimiento de la legislación laboral, se ha santificado este oprobioso

régimen de explotación humana.

10- Esta es la penosa verdad

de nuestra situación. Y el anonimato de estas líneas, que verguenza, se deduce, por fuerza, de lo que acabamos de

mencionar.

–          Por

el establecimiento de un salario base y un porcentaje de compensación correspondiente, como establece la legislación

laboral.

–          Por

el reconocimiento del elemental derecho a poseer vacaciones como cualquier otro trabajador: pagadas.

–          Por el indispensable reconocimiento de que el

asalariado es un actor de primera importancia en el sector del taxi.

–          Por

el establecimiento de cualquier dispositivo que establezca, en los hechos y  sin equívocos, nuestro derecho a trabajar

40 horas a la semana.

                                      ¡Trabajadores asalariados del taxi de Valencia!