Llevan un mes y medio encerrados en el Mercedes del Mar.
Es el buque con el que se ganaban la vida navegando por el Mediterráneo, pero la empresa propietaria, Iscomar, dejó de
pagarles los salarios.
Una vez amarrados en el puerto de
Valencia, el 27 de julio pasado decidieron no continuar trabajando y ocuparon el buque en protesta por su
situación.
El buque lo opera Iscomar, aunque pertenece a una de las muchas filiales
que tiene el grupo Contenemar.
El Mercedes del Mar está ocupado por sus marineros en Valencia, al igual que el
Teresa del Mar y Julia del Mar, otros dos buques del mismo grupo, Contenemar, que también están amarrados en un puerto –el de
Barcelona– por el mismo motivo, el impago de salarios.
De la flota de Iscomar, sólo los Isabel y Pilar del Mar siguen
operativos y sus tripulantes cobran los sueldos, según indicó Enric Tarriba, dirigente del sindicato CGT, que está llevando
el peso de las reivindicaciones de los trabajadores.
Los 27 navegantes del Mercedes del Mar esperaban que, con la
ocupación del buque, Iscomar reaccionara y regularizara su situación laboral. Sin embargo, no se produjo tal reacción y
continúan a bordo del barco. Si lo abandonaran, se entendería que se marchan de la empresa y no tendrían derecho a los
beneficios de una indemnización.
«Eso es lo que espera Iscomar, que nos cansemos y nos marchemos para no tener que
pagarnos ni las mensualidades adeudadas ni la indemnización por despido», comentaba desde el barco y por vía telefónica uno
de sus oficiales, Pedro Sánchez.
«Continuamos a bordo 18 personas y ya nos deben tres meses de salarios. Los españoles
lo pasamos mal, pero en peor situación están los extranjeros que trabajan en el barco, ya que tienen a sus familias lejos y
sin poder mandarles un poco de dinero para que puedan continuar sobreviviendo».
La vida a bordo discurre con total
monotonía, pero no descuidan ni un instante sus obligaciones profesionales. Realizan todo el mantenimiento del buque, que
está siempre preparado para zarpar. Cumplen con los turnos de guardia y con las jornadas laborales. «La seguridad a bordo
está garantizada, se controlan los generadores y los motores para que todo el sistema esté a punto».
En las horas de
libranza o descanso, los tripulantes ven la televisión, leen o están en la cubierta, según explicaba Pedro Sánchez. La
generación de energía eléctrica se realiza mediante los motores auxiliares, que funcionan permanentemente y alimentados con
gasoil. Recientemente, Iscomar aceptó enviarles una cuba con 10.000 litros de combustible, imprescindibles para mantener los
sistemas activos.
Además, «la empresa nos provee de alimentos y agua, aunque llega con cierto retraso». Iscomar les ha
dicho «que el barco no es rentable, pero eso no le exime de sus responsabilidades. Ahora estamos en un limbo. No cobramos el
sueldo ni la indemnización ni tampoco podemos irnos al paro o buscar trabajo en otra empresa porque perderíamos todos
nuestros derechos», comentaba el oficial Sánchez.
El problema familiar es el más acuciante. La mayoría de los ocupantes
del buque tiene a sus familias muy lejos, como el caso de Pedro Sánchez, que es asturiano. Hay tripulantes que son
latinoamericanos y que tienen a su mujer e hijos muy lejos, pero dependen económicamente de los envíos de dinero de sus
maridos, así que ahora están pasando por un mal momento. Sobre todo está el caso de una de las familias, que necesita dinero
para una operación y, tal como están las cosas, no hay posibilidad de recibirlo.
Iscomar no se ha puesto en contacto con
ellos para saber cómo lo están pasando, «ni tampoco la Autoridad Portuaria de Valencia ni el Ministerio».
Los
desencuentros entre Iscomar y sus trabajadores son históricos. Durante muchos años, CCOO enviaba mensualmente un preaviso de
huelga para poder cobrar los salarios. Incluso la huelga llegaba a realizarse el día indicado o cualquier otro, el asunto era
presionar para poder cobrar.
MARIO MORALES. PALMA