La ministra de Empleo, Fátima Báñez, se agarró a los datos del paro registrado en marzo de 2014 para explicar que el país entra en una “nueva realidad”. Le tomamos la palabra a ella y, sobre todo, a la respuesta de su Ministerio a una pregunta del diputado de CiU Carles Campuzano: “Más de la mitad de la caída de los costes laborales unitarios, son atribuibles a la reforma laboral”, señalaba el Ministerio de Báñez, según recogía Europa Press el 14 de marzo.
El paro registrado –el que refleja la situación de las personas inscritas en los servicios públicos de empleo– bajó ese mes en más de 16.000 personas hasta situarse en algo más de 4.700.000 inscripciones. El dato iba acompañado de una subida en la afiliación a la Seguridad Social de más de 83.000 personas con respecto a febrero. Pero las cifras del propio paro registrado, de la Seguridad Social, del INE o del Observatorio de la Negociación Colectiva muestran tendencias de fondo más preocupantes, muchas de ellas incentivadas por la reforma laboral de 2012.
Brotes a tiempo parcial
En marzo, la protagonista de la bajada del desempleo fue la contratación a tiempo parcial, una fórmula con un claro sesgo de género (el 76% de estos contratos los firman mujeres) que desde las reformas de 2010 y 2012 permite a los empresarios una mayor flexibilidad al autorizar las horas extras. El empleo a tiempo parcial aumentó tanto entre los omnipresentes contratos temporales como entre los indefinidos: cuatro de cada diez contrataciones registradas como indefinidas en marzo fueron de este tipo.
Pero los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran que el fraude se ha disparado precisamente en este tipo de contrataciones: el número de horas extras no remuneradas ha crecido un 104% desde febrero de 2012 para los empleados a tiempo parcial. Es decir, ante un hipotético aumento de la carga de trabajo derivada de una mayor actividad económica –la tesis apuntada por el Gobierno al decir que los costes laborales bajan por la mayor productividad, no porque bajen los salarios–, los empresarios estarían apretando más a sus plantillas –sin contraprestación salarial– en vez de aumentar proporcionalmente la contratación.
El tipo de contrato que más aumentó en este mes con respecto a marzo de 2013 fueron los contratos de aprendizaje (prácticas y formación): un 54% los primeros y un 55% los segundos. Su peso con respecto al total es escaso: apenas un 1,1% de los 1.216.637 contratos firmados en marzo, pero el mayor aumento relativo en su uso da una idea de otro de los efectos prácticos de la Reforma Laboral. Según una monografía de próxima publicación sobre esta norma, el supuesto objetivo de estos contratos –fomentar la formación– “no es real”. Así opina la profesora de derecho laboral Adoración Guamán, autora junto con Hector Illueca Ballester de El huracán neoliberal. Una reforma laboral contra el Trabajo.
La reforma de Báñez no sólo amplió el límite de edad de las personas susceptibles de firmar estos contratos de los 25 a los 30 años, sino que suprimió el requisito de que las prácticas estuvieran controladas por un centro externo, amplió hasta los tres años su duración y abrió la posibilidad de que, a partir del segundo y tercer año, el tiempo de formación se reduzca al 15% de la jornada. Un tránsito de 16 años, resumen Guamán y Ballester, “con una fórmula contractual que es el paradigma de la quiebra del derecho a un salario digno” por permitir retribuciones menores al salario mínimo interprofesional.
Más aumento de temporales
En conjunto, el aumento anual del empleo temporal (26%) fue 11 puntos superior al aumento del empleo considerado fijo (que subió un 15%), unas cifras que en realidad son mayores dado que los datos de los servicios de empleo no distinguen cuántos de los contratos indefinidos se hicieron bajo la modalidad denominada por el Gobierno “contrato de emprendedor”, que instaura en la práctica el periodo de prueba de un año sin derecho a indemnización.
El mercado laboral al que acceden las personas que en marzo abandonaron las listas del paro se encuentra más fragmentado también por el impacto de la reforma laboral en los convenios colectivos. La mayor facilidad de las empresas para ‘descolgarse’ del convenio del sector para implantar su propio acuerdo con las plantillas se nota: el número de trabajadores afectados por los descuelgues aumentó en marzo un 20% con respecto al mismo mes de 2013, según el Observatorio de la Negociación Colectiva.
El objetivo pactado dentro de los acuerdos de negociación colectiva entre las patronales, CC OO y UGT para 2014 es un tope de subida salarial del 0,6% (casi un punto por debajo del crecimiento de la productividad), lo cual no impidió que el 93% de los descuelgues se hayan producido para bajar todavía más la retribución de las plantillas.
Fuente Diagonal