El historiador Jorge Ramos Tolosa destaca la presencia de Dorothy Parker, Simone Weïl, Emma Goldman y Gerda Taro
El rol de muchas mujeres antifascistas ha sido a menudo invisibilizado, por ejemplo en los periodos de la II República y la guerra civil española. El 4 de noviembre de 1936 Federica Montseny se convirtió en la primera mujer ministra en la historia de Europa occidental (Alexandra Kollontai ocupó la comisaría del pueblo de Asuntos Sociales en la Rusia soviética, a partir de octubre-noviembre de 1917). La dirigente de la CNT estuvo al frente del Ministerio de Sanidad en el estado español hasta mayo de 1937. Esta anarcosindicalista, hija de “históricos” como Federico Urales y Teresa Mañé, accedió a la responsabilidad ministerial junto a otros tres anarquistas –García Oliver, Joan Peiró y Juan López- el mismo día. Era la primera vez en la historia que un gobierno contaba con cuatro ministros libertarios. El episodio se produjo en la época en que la ciudad de Valencia fue capital de la II República (noviembre de 1936-octubre de 1937).
Con muchas dificultades, en un contexto de guerra, también en pleno debate sobre el ingreso de la CNT en los gobiernos republicanos y con una creciente influencia soviética en el ejecutivo, el Ministerio de Sanidad con Montseny al frente intentó desarrollar proyectos de calado. Por ejemplo, los “liberatorios” para que las mujeres prostitutas pudieran desarrollar otros trabajos; el fomento de lugares de acogida para la infancia, la atención a personas con discapacidad, los comedores para embarazadas y el primer anteproyecto de ley del aborto en el estado español, que finalmente no salió adelante (el impulsado por la Generalitat de Cataluña durante la guerra civil sí se promulgó). “El limitado tiempo en el cargo y la coyuntura bélica impidieron la aplicación de muchas de estas iniciativas, pero fueron proyectos muy avanzados”, destaca el profesor de Historia Contemporánea en la Universitat de València, Jorge Ramos Tolosa. Detrás de proyectos legislativos como el del aborto destacaba la presión de organizaciones anarcofeministas, como “Mujeres Libres”.
La Valencia republicana es un mapa de hitos en el que, a poco que se escarbe, aparece el rol central de las mujeres. Ramos Tolosa muestra esta realidad oculta en itinerarios guiados sobre “Mujeres en la Valencia de la II República y la guerra civil”, proyecto divulgativo en el que colabora con la historiadora y especialista en el periodo, Carme Bernat. Estirando del hilo, el anecdotario urbano trasciende a categoría histórica. Una de las sedes del Ministerio de Sanidad en el gobierno de la II República fue el actual Museo de la Ciudad, ubicado en la plaza de los Trabajadores, actualmente del Arzobispado. Esto significa que el primer Anteproyecto de Ley del Aborto se elaboró frente a un palacio arzobispal, donde hoy ondea la bandera del Vaticano. Pero lo más importante, explica el investigador de la Universitat de València, es “el papel de muchas mujeres anónimas, hacen falta numerosas investigaciones y difusión pública al respecto”.
El trabajo de rastreo histórico permite sacar a la luz a intelectuales, escritoras y figuras públicas –mujeres-, que transitaron por la Valencia capital de la República y durante la guerra civil. Muchas de ellas estuvieron en el II Congreso de la Asociación de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, celebrado el cuatro de julio de 1937 en las Cortes de la República (actualmente el edificio del Ayuntamiento de Valencia). Algunas frecuentaban espacios de socialización como la “Casa de la Cultura”, ubicada en la calle la Paz. Allí se celebraban conferencias, debates y surgió la iniciativa de editar la revista “Nueva Cultura”. La tertulia y el intercambio de ideas se producían asimismo en espacios como el “Café Ideal Room” o el “Café Vodka”.
Por estos lugares de dejaba ver la escritora y periodista estadounidense Dorothy Parker, una de las intelectuales estadounidenses más conocidas de los años 30. Colaboraba en revistas como “Vogue” o “Vanity Fair”, pero también en “The New Yorker”. Dorothy Parker trabajó por unas relaciones igualitarias entre hombres y mujeres, además de alumbrar guiones como el del filme “Saboteur”, de Alfred Hitchcock; o el de “Ha nacido una estrella”, película de la que después se realizaron numerosas versiones. Políticamente, Jorge Ramos Tolosa subraya que a Dorothy Parker le marcó a finales de la década de los 20 el proceso y ejecución de los anarquistas Sacco y Vanzetti en Estados Unidos. Fue adquiriendo un compromiso cada vez más fuerte con la causa antifascista durante la guerra civil española. De su experiencia en Valencia escribió un emotivo relato, “Soldados de la República”, publicado en febrero de 1938 en “The New Yorker”. A principios de 1939 Parker apareció en dos revistas estadounidenses de gran impacto, “Time” y “Life”, por su compromiso con una República que estaba a punto de morir. Asimismo se hizo eco de su figura la revista “Life”, en los últimos días de enero, llorando por la caída de Barcelona.
La figura de una periodista gráfica de guerra, “Gerda Taro” (pseudónimo de Gerta Pohorylle), daba realce a la Valencia capital republicana. De origen judío al igual que Dorothy Parker, “Gerda Taro” militó en movimientos socialistas y obreros. Huyó de París tras el ascenso de los nazis al poder. En la capital francesa conoció al fotógrafo Andre Friedmann, más conocido como “Robert Capa”. En la guerra civil Gerta Pohorylle trabajó de fotoperiodista en la primera línea del frente, principalmente en la batalla de Brunete. “Tras un contraataque franquista en Brunete y habiendo elaborado muchos reportajes en situación de alto riesgo, cerca del fuego, perdió la vida en un accidente con un tanque republicano”, explica Jorge Ramos Tolosa. Le faltaban seis días para cumplir 27 años.
El itinerario continúa con una mujer a la que en Estados Unidos se consideraba “la más peligrosa de América”. La militante anarquista y feminista Emma Goldman realizó varios viajes a España durante la guerra civil, en los que apoyó la revolución social. A finales de 1937 visitó fábricas autogestionadas en Valencia y allí descubrió “la inventiva de los miembros de la CNT-FAI que habían convertido un viejo monasterio en un molino taller autogestionado sobre la base de la ayuda mutua y la cooperación”. La activista comprobó cómo además los obreros instalaron una enfermería, una sala de conferencias, una sala de lectura y una radio. Fue, en palabras de Goldman, “una demostración de lo que serán capaces de hacer una vez que el fascismo sea aplastado y el camino que lleva a la revolución sea aclarado”. Después de visitar una colectivización en la provincia de Huesca, les dijo a un grupo de trabajadores: “Vuestra revolución destruirá por siempre la idea de que el anarquismo es sinónimo de caos”. La CNT consideró a Emma Goldman “madre espiritual”.
En la Valencia republicana también desarrolló una parte de su actividad la intelectual María Zambrano, filósofa y docente que ya participó en las Misiones Pedagógicas de la República. Iniciada la guerra civil, trabajó en la embajada de la II República en Chile y fue miembro de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, Consejera de Propaganda y Consejera Nacional de la Infancia Evacuada. Participó además en la “Casa de la Cultura” de la capital valenciana. A este recorrido por las mujeres de significativa obra intelectual se agrega María Moliner, funcionaria del cuerpo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. Agente activo en la difusión de la cultura, Moliner colaboró activamente en las bibliotecas populares, en las Misiones Pedagógicas y dirigió asimismo la Biblioteca de la Universitat de València. Impartió clases en la Escuela de Cossío de Valencia, que seguía la línea de la Institución Libre de Enseñanza y se emplazaba en la avenida 14 de abril (hoy del Regne de València).
En la “Casa de la Cultura” hacía acto de presencia Rosa Chacel, escritora de la Generación del 27. Participó en el II Congreso de la Asociación de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, “una iniciativa de extraordinaria importancia”, destaca Ramos Tolosa. Por la capital Valenciana pasó la escritora, filósofa y activista libertaria Simone Weïl, quien durante la guerra civil se enroló como miliciana en la “columna Durruti”. En el Congreso de intelectuales antifascistas celebrado en Valencia en julio de 1937 estuvo la escritora, periodista y poeta mexicana Elena Garro, quien publicó un libro de recuerdos: “Memorias de España. 1937”.
La ruta guiada se completa con una mención a la organización anarcofeminista “Mujeres Libres”, que contó con una sede en Valencia en la calle la Paz, vía urbana que cobró una gran dimensión política y cultural durante la Valencia capital de la República (noviembre de 1936-octubre de 1937). “Mujeres Libres” dispuso de tres locales, además de la sede: uno destinado a cursos, la Casa de la Cultura y el Instituto de Mujeres Libres. La sede de la organización y el Instituto se hallaban en la calle la Paz. Impulsada por Dolores Ibárruri, en esa misma calle radicaba la Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA) vinculada al PCE. La actual calle Corona de Valencia se llamaba entonces “Pasionaria”. “A pesar de la efervescencia y participación de las mujeres, en las organizaciones de izquierda se continuaban produciendo actitudes machistas y los cambios de mentalidad se dieron a un ritmo muy lento”, concluye Jorge Ramos Tolosa.