Las evocaciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, suelen banalizar el genuino significado de la fecha que dio origen a esta conmemoración. Ese día los funcionarios estatales y los políticos suelen repartir flores por las calles céntricas de la ciudad, los comerciantes anuncian ofertas y promociones extraordinarias de mercancías. Los mensajes radiales y televisivos le otorgan a esta jornada un carácter festivo que nada tiene que ver con las ancestrales luchas de las mujeres por su emancipación y la de todos los seres humanos del poder patriarcal-capitalista.
A ninguno de estos sujetos le interesa en lo más mínimo recordar a las 129 obreras de la textil Cotton de Nueva York quemadas por orden del propietario capitalista el 8 de marzo de 1857. Tampoco les importan los cientos de miles de mujeres víctimas de vejámenes aberrantes en diversos países de la Tierra. Ni los feminicidios tan frecuentes en esta zona del mundo.
Nos parece pertinente señalar que las mujeres libran en las más diversas latitudes del planeta que habitamos y que hay hitos insoslayables y también referentes de esas luchas, muchas veces “ocultadas” por la historia oficial contada por quienes gozan de los privilegios y ejercen la dominación masculina. Por ello, hemos elegido evocar a dos mujeres trabajadoras de ideología anarquista que orientaron sus vidas a las luchas por nobles causas emancipadoras: Louise Michel y Luisa Lallana. Ambas mujeres fueron batalladoras en las aulas y calles, lejos, muy lejos de los palacios presidenciales y las bancas parlamentarias. Louise Michel protagonista en las jornadas de La Comuna de París de 1871 y Luisa Lallana activa participante en la huelga de los trabajadores portuarios en Rosario en 1928. Louise Michel entre dos siglos el XIX y el XX, Luisa Lallana a finales de la década del 20 en la pasada centuria.
Educadora y poeta
Louise Michel, pedagoga y luchadora social anarquista, nació el 29 de mayo de 1830 en Vroncourt-la-Côte, Haute-Marne (Francia). Fue educadora, poetisa y escritora anarquista, considerada como una de las principales figuras de la Comuna de Paris. Fue la primera persona en el mundo que enarboló la bandera negra, que bajo su impulso se convertiría en uno de los símbolos del anarquismo.
Según una de sus biógrafas: “Era hija extramatrimonial de una sirvienta, Marie Anne Michel, y del terrateniente Étienne-Charles Demahis o más probablemente de su hijo, Laurent Demahis. Recibió de sus abuelos paternos una buena educación basada en principios liberales. Desde su juventud Louise leyó a Voltaire y a Jean-Jacques Rousseau. En sus memorias, recuerda su infancia como un periodo feliz de su vida. Soñaba con ser poeta.
A partir del año 1850 estudió para ser maestra pero su rechazo a prestarle juramento a Napoleón III le impidió ingresar en la enseñanza pública. Por esa causa, entre 1852 y 1855, abre sucesivamente escuelas libres en Audeloncourt, Clefmont y Millières (Haute-Marne), invirtiendo la herencia que le habían legado sus abuelos. Puso en práctica una enseñanza basada en los ideales republicanos y en una pedagogía innovadora, lo que generó suspicacia entre los padres de sus alumnos y le valió sanciones por parte de las autoridades estatales.” “Louise, insistía en el sentido de la responsabilidad y en la participación activa del alumnado, no admitía los castigos, daba clases de ciencias naturales y escribía pequeñas piezas teatrales que las alumnas representaban durante la jornada educativa”.
En 1856, Louise Michel se traslada a París donde continúa dedicada a la enseñanza durante quince años. En 1865, abre una escuela en el número 24 de la calle Houdon, y crea otra en la calle Oudot en 1868. Publica varios textos, en particular poemas firmados bajo el seudónimo “Enjolras”, un personaje de la novela Les misérables, de Víctor Hugo.
En una de sus biografías se afirma que Louise Michel “Estuvo en primera fila en los acontecimientos de los días 17 y 18 de marzo de 1871, que marcaron el inicio de la Comuna de Paris. Cuando el gobierno de Versalles envío a sus tropas apoderarse de los cañones de la Guarda Nacional emplazados en la colina de Montmartre, Michel fue presidenta del Comité de Vigilancia del distrito XVIII. Como tal, encabezó la manifestación de mujeres que impidió que los cañones pasen a manos de los “Versalleses”, y logró que los soldados confraternizaran con los guardias nacionales, los proletarios y el pueblo parisino”.
“Louise mantiene una destacada labor social y militante en los apenas dos meses que dura la sublevación obrera y popular parisina. Es activista del Club de la Revolución que funcionó en la iglesia Saint-Bernard de la Chapelle, y logra que el alcalde del distrito de Montmartre, Georges Clemenceau, impulse la creación de comedores para los niños del barrio. Organiza también un servicio de guarderías infantiles en toda la capital, y apoya ideas innovadoras como la creación de escuelas profesionales y de orfanatos laicos”.
Por su activa labor en la Comuna de París fue deportada a Nueva Caledonia en el vapor Virginie el 8 de agosto de 1873. Después de cumplir 20 meses en prisión, colabora con quienes luchaban por la independencia de esa colonia francesa. La prensa gráfica adicta al régimen de Versalles le adosó los motes de la Louve rouge, (la loba roja) y la Bonne Louise (la buena Louise)”. Retornó a Francia en 1880 por la amnistía parcial concedida a los participantes de la Comuna de 1871.
En 1895 fundó junto a Sébastien Faure el periódico El Libertario. Considerada ya como una figura destacada del anarquismo, brinda conferencias en Londres, Paris y en casi toda Francia, manteniendo una participación activa en numerosas acciones reivindicativas a pesar de su avanzada edad. La vida de esta extraordinaria mujer socialista libertaria se apagó en la ciudad de Marsella, el 9 de enero de 1905.
Luisa, obrera y solidaria
La historia de las clases dominantes suele ignorar y condenar con un rotundo silencio a quienes se empeñan en la transformación revolucionaria de la sociedad. Luisa Lallana, joven proletaria anarquista, perteneciente a la Federación Obrera Local, fue asesinada en la heroica y cruenta huelga portuaria del 8 de mayo de 1928. Luisa Lallana, militante de la FORA, se sumó al movimiento de del V Congreso, se sumó solidaria al movimiento de protesta obrera y en medio de una multitudinaria manifestación a orillas del río Paraná un rompehuelgas acabó con su vida, mientras la joven ácrata distribuía volantes en apoyo a la huelga de los portuarios. En la memoria de las luchadoras sociales de la región persiste viva como referente en las luchas la figura de Luisa Lallana.
Louise Michel y Luisa Lallana, su evocación es nuestro modo de reconocer a todas las mujeres que luchan por construir una sociedad sin opresores ni oprimidos.
Carlos Solero