Asistimos a un nuevo asesinato de un Estado por sus fronteras. Una migrante subsahariana ha muerto por disparos efectuados por la policía marroquí en la playa de Akhfennir, en Tarfaya (Marruecos) hace un par de días. Los agentes abrieron fuego sobre un grupo de 35 personas, totalmente indefensas, cuando intentaban subir a una infraembarcación para abandonar la costa del país.
Según testigos, la joven asesinada no fue la única víctima de la violencia policial del régimen alauita. La policía de Marruecos había organizado un importante dispositivo con el objeto de impedir la salida de migrantes desde este lugar y emplearon toda su fuerza para lograrlo, hiriendo gravemente a otras personas, algunas de las cuales se encuentran todavía en hospitales y se teme por sus vidas.
La Confederación General del Trabajo (CGT) ha lamentado profundamente el asesinato a sangre fría de esta joven y se suma al apoyo y denuncia realizados por otras organizaciones que velan y trabajan por los derechos de las personas migrantes en diferentes territorios, tanto dentro como fuera del Estado español.
CGT manifiesta que migrar es un derecho humano y que ninguna persona es ilegal. Los seres humanos han migrado siempre y continuarán haciéndolo, sobre todo si en los territorios donde han nacido sus recursos son saqueados y arrasados, en sus tierras se fomentan conflictos armados o se continúa acentuando la emergencia climática como consecuencia de la acción del hombre sobre el planeta. Estas personas tienen derecho a sobrevivir. Pero sobre todo, el hecho de intentar salir de lugares donde solo conocen muerte y miseria no puede ser castigado.
En el Estado español conocemos bien esta realidad porque miles de personas intentan llegar a Europa cada año a través de las diferentes rutas migratorias de la Frontera Sur, una de las más mortíferas del planeta. Solo en la ruta del Atlántico (la que lleva a las islas Canarias) y la ruta del Mediterráneo (en el sur de Andalucía, en el estrecho de Gibraltar y en el mar de Alborán) han muerto y desaparecido miles de personas empobrecidas cuando intentaban buscar una oportunidad de construir un futuro digno en Europa.
Los diferentes Gobiernos de la UE y los propios entes “democráticos” de la Comunidad Europea, lejos de atajar esta realidad desde la solidaridad con personas migrantes y refugiadas, han blindado sus fronteras y han invertido millones de euros –más de los que nos costaría la ayuda humanitaria- en un cuerpo parapolicial llamado FRONTEX. A todo ello hay que sumar las políticas neoliberales asumidas por los Estados miembros que han puesto en el centro sus intereses como países a
la seguridad de millones de seres humanos que cada día se ven forzados a migrar como única salida a la situación que padecen en determinadas zonas geográficas del mundo.
Lo que ha ocurrido en Marruecos no es por desgracia el único caso. En nuestra memoria hay decenas de saltos a las vallas de Ceuta y Melilla –coronadas de concertinas hasta hace muy poco y aumentadas en metros recientemente por el actual Gobierno español para impedir el acceso de personas a territorio nacional-, pero también la represión del Tarajal en 2013 sobre 15 migrantes subsaharianos por parte de la Guardia Civil, o los recortes en servicios esenciales para el rescate de seres humanos como el Salvamento Marítimo, único cuerpo de rescate público y civil de Europa -y de casi todo el mundo- cuyos trabajadores vienen salvando la vida de decenas de miles de personas migrantes y refugiadas desde hace décadas.
Además, desde CGT también ponemos de manifiesto la falta de compromiso que ha demostrado el actual Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos. Ambas formaciones no han dudado en utilizar el drama migratorio a la hora de hacer política. En la oposición decían una cosa, pero cuando han tocado poder se han olvidado de la promesa de asegurar vías legales para que estos seres humanos no pierdan la vida en la mar. Por no hablar de las importantes inversiones económicas que este Gobierno –el más progresista de nuestra historia “democrática”- ha realizado en material para FRONTEX (a través de la colaboración que este ente tiene con los Cuerpos y Fuerzas de Represión del Estado español), y para Marruecos, país que no respeta los derechos humanos y que asesina impunemente a seres humanos indefensos como estamos viendo.
CGT exige una vez más el fin de las negociaciones con Estados asesinos, como el marroquí, y de la impunidad de quienes en nombre de Estados democráticos, como el nuestro, colaboran con los primeros, permitiendo masacres como el de esta joven. CGT exige también la puesta en marcha de acciones o medidas que de una vez protejan a las personas migrantes y refugiadas cuando estas decidan abandonar sus territorios por voluntad propia u obligadas por otras circunstancias.
¡Todas las vidas importan! ¡No más muertes de migrantes en nuestras fronteras!
Secretariado Permanente de la CGT