protestas masivas en Nueva York, Londres, Ámsterdam y Tokyo, huelgas en Sudamérica y disturbios en París, Ginebra, Alemania y
Johannesburgo. En la imagen, una convocatoria a manifestarse en Londres contra la sentencia a muerte del zapatero y el
pescaderoFoto Wikipedia.
Era la baja edad de los 60. En la pared de mi estudio José Luis Peral (iba a decir por sus pistolas, pero es más veraz que
diga por sus castañuelas: era español y gay), había grafiteado: “too old to be a hippie, too young to be establishment”. Así
de ubicados nos sentíamos los viejos del grupo; sin embargo, en la tornamesa Sony PS-515 giraban reiteradamente los enormes
discos de 78 revoluciones, que nos cimbraban más allá de los porros y los copetines. Here’s to you, canción para Nicola y
Bart, compuesta e interpretada por Joan Baez, otro long play de Folkways records: The Ballads of Sacco y Vanzetti, que
contenía una canción interpretada por el reconocido cantante de protesta Pete Seeger y otra de Charlie King: Two good arms,
que incluía el discurso final de Vanzetti. El ahora doctor Raúl Fernández, ante la no invención del karaoke, hacía esfuerzo
por acompañar con su guitarra guerrerense la melodía y los demás por seguir a la Beka Guitián, que era la del dominio del
inglés. Los discos, seguramente propiedad de Luisa Gómez Pombo, espero perduren en manos de Érika.
quiénes fueron Nicola Sacco y Bartolomé Vanzetti, provocadores de estas expresiones de afecto y solidaridad, y de muchas más,
como el documental premiado por la Academia, en el que intervienen Howard Zinn y John Turturro, de la ópera compuesta por
Anton Coppola (tío de), de la pintura que se exhibe en el museo Whitney en NY, conocida como La pasión de Sacco y Vanzetti,
las múltiples menciones en obras y poemas (Allen Ginsberg, América, donde señala: estos hombres no debían morir. Y la
reconocidísima película de Guliano Montalvo, con la actuación de Gian María Volonté, y la banda sonora de Ennio Morricone)?
Pues simplemente un zapatero y un pescadero humildísimos, que reunían unas cuantas, pero suficientes características que los
hacían irremediablemente culpables de cuanto se les acusara: eran italianos, migrantes, miserables y militantes
anarquistas.
el Tratado de Versalles, en el que Alemania reconocía su plena responsabilidad. Se iniciaba la irreal vigencia de la Ley Seca
(1919-33), y otro italiano demostraba que los delitos punibles en EU no eran el secuestro, el acopio de armas, el tráfico de
drogas y bebidas prohibidas, los homicidios masivos, sino la contratación de un mal contador. ¿No fue esa, pese a su negro
historial, la única causa de la caída de Capone?
de abril de abril de 1920 fueron asesinados durante un robo, en Baintree, NY, el pagador de una nómina (15 mil 776 dólares),
Frederick Parmenter, y un vigilante. Del delito se acusó a Sacco y a Vanzetti. Ambos eran militantes anarquistas, pero
ninguno tenía antecedentes penales. Un mes después, el 5 de mayo, los dos fueron arrestados. Breviario informativo: 48 horas
antes, otro migrante italiano, Andrea Salcedo, arrestado y torturado por la FBI, había caído desde el piso 14 de las
oficinas. Versión oficial: suicidio. La realidad: había sido sometido a un científico procedimiento de investigación, que
consistía en colgar al reo por la ventana hasta hacerlo confesar. “Nobody is perfect,” se disculpó el agente al que se le
escapó de las manos el tipógrafo anarquista Salcedo, quien, en segundos, quedó estampado en la acera de Park Row, oficinas de
la FBI, confirmando con su violenta muerte la convicción de su inocencia. A este método de entrevista se le conocía como
tercer grado. ¿Cómo dijo?
juicio se inició el 31 de mayo de 1921. El 14 de julio de 1927, el tribunal los declaró culpables. La expresión es,
evidentemente, retórica, pues antes aun de que el juicio se iniciara, ya Webster Thayer, el juez responsable, había hecho
declaraciones de este jaez: estos hombres, aunque no hayan cometido estos crímenes, son culpables por ser enemigos de
nuestras instituciones. Los acusados son culpables de socialismo. Bastardos anarquistas. El fiscal del juicio fue Frederick
Katzman, compañero en Oxford del juez Thayer; ambos formaron una verdadera conjura, a la que se integró el presidente del
jurado. Un íntimo amigo de éste firmó en 1923 un acta notarial en la que asentaba haberle escuchado comentar: malditos sean,
deberían ser ahorcados.
proceso duró siete años, durante los cuales hubo innúmeras retractaciones de testigos claves de la fiscalía y también rechazo
a testimonios fundamentales de la defensa: el de un testigo ocular que negó que Sacco y Vanzetti fueran los hombres a los que
vio disparar a las víctimas. El de un capitán de la policía que desmintió la relación entre la bala asesina y la pistola de
Sacco y, muy importante, el del representante del consulado italiano, que atestiguó que a la hora del crimen Sacco estaba en
sus oficinas. Otras pruebas científicas, obtenidas merced a los avances tecnológicos alcanzados después de la ejecución,
corroboraron la inocencia de los ejecutados: el cambio del barril de la pistola de Sacco en 1924, y la no coincidencia de las
balas percutidas por esa pistola con las que presentó durante el juicio la fiscalía, por ejemplo.
mayor de las infamias: en 1925 Sacco fue confinado en la prisión de Dedham. Allí trabó relación con otro recluso, el
portugués Celestino Madeiros. Tal vez fue la personalidad de Sacco o la fraternidad que suele darse en esos sórdidos sitios,
pero Madeiros le confesó que pertenecía a una organización criminal que había cometido los robos de zapatos en South Braintei
y que él, personalmente, era quien había disparado contra Parmenter y el guardia de seguridad. Los abogados de la defensa se
movilizaron y lograron localizar al jefe de la banda, Joe Morelli, quien ante los ojos de todos tenía un singularísimo
parecido con Nicola Sacco.
contra nuestros intereses, ya sea propalando ideas subversivas de igualdad, justicia, fraternidad, libertad de creer o no, de
expresar su pensamiento, de elegir forma de organización económica o régimen político que no sea a nuestra imagen y
semejanza, o que se atreva a divulgar la información que a todos concierne y afecta pero sólo a nosotros pertenece, será
abatido por la única justicia que existe: la del poder (Se los digo a ustedes, italianos; entiéndelo tú, australiano). A
cambio, a todo sátrapa, tiranuelo, magnate, príncipe de cualquier iglesia que acepte ser nuestro partner, lo cobijaremos con
la impunidad del imperio.
Felix Frankfurter, quien luego fue juez de la Suprema Corte, y hasta Pío Xl, intercedieron reclamando un nuevo juicio. El
juez Thayer negó cinco veces esa solicitud y contestó a Frank Sibley, reportero del Boston Globe: ¿Qué no vio lo que hice ya
con esos bastardos anarquistas?
de agosto de 1927, Nicola Sacco y Bartolomé Vanzetti fueron electrocutados.
declaraciones finales.
pueden destruir.
sufriendo por otras de las que sí lo soy: ser italiano y lo soy; ser radical y lo soy. Las vidas que nos quitan no son nada:
la de un buen zapatero y la de un pobre vendedor de pescado, eso es todo. El último momento nos pertenece, la agonía es
nuestro triunfo.
vergonzoso crimen de Estado, reconoció la infamia cometida por el sistema de justicia estadunidense y exoneró a estos dos
hombres de los crímenes que les habían sido imputados. Naif, absolutamente naif este gobernador, los crímenes por los que
fueron condenados Sacco y Vanzetti eran otros: ser migrantes, italianos, radicales y, por supuesto,
miserables.
del sistema de justicia de Estados Unidos? El premio lo considera una novela de ciencia ficción. Y yo que sigo estremecido
con su maravilloso libro: El sueño del celta.
Ortiz Tejeda
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