Para el economista británico Guy Standing[1], afortunado creador del término, el «precariado» ya es un fenómeno mundial y la sociedad tiene que responder urgentemente a las aspiraciones de estos nuevos «proletarios» del siglo XXI. La solución no puede ser otra que la renta universal.
En su libro fundamental, «The precariat – the new dangerous class», publicado en 2011, acusa a la globalización y a la competitividad que implica, de haber hecho que cada vez sean más las personas que caen en el «precariado», una nueva clase social emergente que vive en la inseguridad económica y profesional, y también en búsqueda de identidad. Standing sitúa a esta clase un paso por encima de los extremadamente pobres, que viven y mueren en la calle. Las causas de la creciente precarización de la sociedad hay que buscarlas en las políticas sociales de workfare, resultado de las políticas de trabajo globales.
Para Standing, el precariado –palabra compuesta de precario (inestable, inconsistente) y proletariado- está compuesto por tres grupos fundamentales: los jóvenes procedentes de la inmigración que carecen de futuro, los jóvenes educados que no consiguen acceder a un trabajo estable, y los «seniors», personas mayores desclasadas procedentes del medio obrero.
Los precarios pasan sin cesar de una función a otra. Su nivel de cualificación es normalmente muy superior a las necesidades del empleo que consiguen, y carecen de control sobre la evolución de su trabajo y de su recorrido profesional.
En los últimos capítulos del libro, Standing pide a los gobernantes de los países desarrollados que introduzcan reformas sociales, y entre ellas la «Renta básica universal» como nuevo derecho fundamental que podría resolver el problema del precariado. Ante la evidente falta de respuesta que ha encontrado, Standing profetiza un aumento de la violencia en la nueva clase y el ascenso de la extrema derecha; dos hechos que empiezan ya a ser realidad en muchos países europeos.
Según distintos artículos publicados en la prensa internacional, la entrada oficial de la palabra «precariado» en el lenguaje de las grandes finanzas internacionales comenzó en la cumbre Bilderberg, donde 130 dirigentes europeos y norteamericanos (estadounidenses y canadienses) hablaron confidencialmente los días 10 al 12 de junio de 2016, en Dresde (Alemania), de los grandes problemas del planeta. En el programa ponentes como la española Ana Botín (Banco santander) o el californiano Reid Hoffman (Linkedin), y temas como la economía en China, el crecimiento mundial, la ciberseguridad…y el precariado.
El precariado es un grupo socioeconómico (en algunos países llega a ser hasta una cuarta parte de su población) caracterizado por tres rasgos fundamentales: sus miembros no tienen empleos estables, aparte el pago por su trabajo carecen de cualquier garantía social, como el cobro del paro o las pensiones, y con frecuencia están privados de algunos derechos civiles que disfruta el reso de la sociedad. El precariado aumenta a medida que crece el número de migrantes y mujeres, y a medida que crecen los escolares.
Pero escuchemos al creador del concepto -en su disertación del 2 de julio pasado en los «Encuentros Económicos de Aix-en-Provence»-, en algunos extractos del texto publicado por el diario francés Le Monde:
«Durante las tres últimas décadas hemos asistido a la construcción de sistema de mercado mundial dominado por el capital financiero y animado por una ideología neoliberal que busca la competitividad nacional. Durante ese periodo, dos mil millones de seres humanos se han sumado al mercado mundial del trabajo, esencialmente en los países con salarios bajos, orientando hacía abajo los salarios reales del mundo industrializado. Los gobernantes han reaccionado esforzándose por hacer sus países más competitivos y sus mercados de trabajo más flexibles (…) Al mismo tiempo, las tecnologías de la información la robótica han facilitado la deslocalización de la producción y el empleo, aumentando los poderes del capital y acentuando la presión a la baja de los salarios (…) En estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y otros lugares, los salarios llevan tres décadas estancados. Globalmente, la parte de la renta del trabajo se ha reducido mientras que ha aumentado la del capital (…) Hemos entrado en la era del ‘capitalismo de renta’. Los trabajadores ya no se benefician de los frutos del crecimiento económico (…) En países como Gran Bretaña o España, el aumento de empleo va acompañado de una bajada de los salarios medios, principalmente porque los nuevos empleos están peor remunerados. Paralelamente, emerge una nueva estructura mundial de clase. En su cima se encuentra una plutocracia de multimillonarios, secundados por una élite que percibe la mayor parte de las rentas del capital. Y por debajo se encuentra el ‘salariado’, un número cada vez menor de empleos estables a tiempo completo y con buenas pensiones garantizadas (…) Junto a ellos están los que llamo ‘proficiens’ (profesionales y técnicos), gentes técnicamente cualificadas que operan con contrato en la economía colaborativa (“gig economy”). Más abajo aún, se encuentra el viejo proletariado. Los estados- providencia, los partidos socialistas y laboristas, y los sindicatos obreros fueron construidos por este grupo. Pero su importancia numérica disminuye y su peso político se reduce (…) Y por debajo de los proletarios ha aparecido una nueva clase, el proletariado precario o ‘precariado’. Quienes pertenecen a esta clase encadenan pequeños trabajos temporales, becas de formación, contratos a tiempo reducido, contratos a cero la hora (…) Las personas que pertenecen al precariado tienen además que desempeñar una gran cantidad de trabajo no remunerado en torno al empleo: estar permanentemente solicitando un trabajo, estudiar distintas materias, navegar sin tregua por las redes, hacer colas y rellenar innumerables formularios (…) Este precariado depende en su mayor parte de salarios orientados a la baja, volátiles e imprevisibles, y privado de ventajas no salariales tales como vacaciones pagadas, permisos de enfermedad y jubilaciones (…) Por primera vez en la historia, millones de personas, que son teóricamente ciudadanos pierden determinados derechos que definían su ciudadanía (…) Se han convertido en pedigüeños… El precariado está progresando en todo el mundo».
- Guy Standing, 67 años, es profesor de Economía en la Universidad de Bath y miembro fundador del Basic Income Earth Network, organización que postula la renta básica incondicional. Hasta 2006 trabajó en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en temas de inseguridad y flexibilidad en el trabajo, haciéndose mundialmente famoso al crear los “indicadores de inseguridad en el trabajo” (Salario, mantenimiento de las calificaciones, profesionalidad, derechos sindicales…). Este trabajo le llevó a proponer un indicador sintético del “trabajo decente” ( “From people’s security surveys to a decent work index”, International Labour Review, Vol.141, No.4, 2002, pp.441-454). Es autor de “Precariado: la nueva clase peligrosa” (2011) y “El trabajo después de la globalización: construir una ciudadanía ocupacional” 2009).
Publicado en Nueva Tribuna
Mercedes Arancibia