Es el mío un trasero “working class”. ¡Qué le vamos a hacer…! Pero como el de la mayoría de los vuestros, ¡no os vayáis a pensar….! Aunque lo repose en la tapicería de vacuno de ese alta gama por el que me he encaprichado, tú y yo sabemos que solo lo puedo pagar a plazos, igual que el apartamentito en la atiborrada playa de Canet o el televisor supermolón de 1.567 pulgadas o… ¿acaso no es ese el número de horas de tu vida que te ves obligado a vender cada año?.
Sí, aquí la inmensa mayoría somos de posadera obrera. ¡Y a mucha honra! Que eso merece un respeto.
Y aunque alguno se quiera olvidar o sus ínfulas le impidan ver su origen, aquí hay cachete currante incluso en esos de galón en hombro que por unos cientos más al mes se creen dueños del destino de glúteo ajeno o propietarios de los dineros públicos que manejan.
Sí que es verdad que alguna nalga de alta alcurnia se nos ha colado en la casa. Pero son las menos, por suerte. Alguno hasta con carnet de socialista titulado (de lo de obrero para qué hablar…) ¡Qué manera de
pervertir el diccionario! ¡Qué des-facha-tez!
Pero… ¿porqué tanto hablar de tan noble (a la par que impúdica) parte?
Pues por la sencilla razón de que, mientras que a veces la boca nos pierde, el culo nos une. El culo democratiza, señores: acerca geografías, al final nos hace iguales, que es lo que somos. Puedes medir uno sesenta o dos metros diez: todos los inodoros están a la misma altura. No igual de limpios, eso sí.
Depende de para quien…
Sea como fuere y aunque proceda usted de dorada cuna, su pompis no es más que el mío, señor.
Tampoco menos, que aquí no se pretende faltarle a nadie.
Que pueda usted plantar sus posaderas cómoda y dignamente durante la totalidad de su jornada laboral en un local higiénicamente humano es lo deseable y viene siendo lo normal. ¿No es así? Pero que yo no lo pueda hacer y dependa de usted, es intolerable. Eso es clasista, señor. Impropio de estos tiempos, inconcebible en una empresa pública, indecente de todas todas… y muchos más ins.
Nos consta que este asunto ya se había denunciado tiempo atrás desde otras secciones sindicales, que tampoco es nuestra intención restarle protagonismo a nadie. Pero el caso es que desde CGT venimos denunciando el asunto desde allá por el 2015, nada más nacer como sección, cuando nos plantamos ante la Jefartura para cuestionarle el deplorable estado de las instalaciones de descanso del personal y la falta de dotación adecuada para la toma del refrigerio en condiciones higiénicas. Se nos dio una patada en la ya tantas veces citada parte aduciendo que “en FGV no hay cuartos de descanso de personal”. ¡Qué tacto!
¡Qué sensibilidad!
Salimos de allí con una mano delante y la otra ya os podéis imaginar donde. Indignación. Mucha.
Ya para febrero del 17 (¡hace ya dos años y medio, señores!) presentamos un completo informe sobre estas instalaciones al que tuvimos que adjuntar un anexo con documentos donde la misma Dirección citaba explícitamente los susodichos locales. ¡No nos fueran a salir de nuevo por peteneras con que estos no existen! ¿Nos tomaron por tontos aquellos señores?
Dentro ya del sacrosanto Comité de Seguridad y Salud defendimos el informe como pudimos o como supimos (que éramos noveles), quizás con demasiada tibieza, ahora nos damos cuenta. Entonamos el mea culpa. Y es que dentro de la ingenuidad del novato tampoco dábamos crédito a tamaña insensibilidad y falta de empatía a la par, no lo olvidemos, que tan flagrante incumplimiento de los preceptos legales que nos avalan. Porque no se equivoquen señores, aquí no se piden favores, se exige que se cumpla la ley.
Tuvo que pasar bastante tiempo y nuevos cambios de organigrama en las cumbres para que, un buen día, la fortuna y el arrojo nos pusiera a tiro al que, no sabemos por cuanto tiempo más, es nuestro actual gerente. Rapto (amable) mediante paseamos juntos nuestras posaderas por algunos de estos locales.
Varios ins salieron de su propia boca: intolerable e inconcebible entre ellos. ¡Y eso que no vio donde almorzamos los de Señalización o donde miccionamos las Usis en Empalme!.
Sánchez Jordán se puso al tajo y encargó a Mantenimiento un estudio arquitectónico CASI completo de remodelación y dotación de un total de 18 locales. Decimos CASI porque el estudio no contempla todo lo que es necesario adecuar a la ley y se olvida por completo de Instalaciones Fijas, por ejemplo. Aquí no es que estén mal los cuartos de descanso, es que no existen. Aquí almorzamos, comemos, merendamos y cenamos en los mismos talleres, entre químicos, grasas, herramientas y repuestos. Por cierto, en el acuerdo de desconvocatoria de huelga de CGT, exigimos y así nos firmaron ustedes, que el proyecto de locales de IIFF estaría licitado antes de fin de 2019. ¡Uf! Creo que no llegan…
Sea como fuere, aquel primer estudio prosperó y, revisado y con el oquei, al parecer se ha quedado en algún despacho de Financiación atascado y, tristemente, olvidado. Para este verano del ‘19 debían haber
concluido las obras.
Pero… ¿no decía usted que para este asunto “lo que hiciera falta”? ¿Dónde está toda aquella buena voluntad, señor Sánchez Jordán?…Y lo malo es que, en el campo, las cosas siguen igual. Bueno, realmente peor. Se va deteriorando mobiliario, estropeando electrodomésticos (financiados por la plantilla)… en fin.
No se pasa de la indignación al cabreo de la noche a la mañana, que esto se lo han fraguado ustedes a fuego lento. No es nuestra intención alimentar el mal ambiente ya existente ni buscar culpables, pero sí exigir responsables y que se solucionen las cosas. Así que dimos por agotada la vía interna (exhausta, diríamos) y pusimos en conocimiento de la Inspección de Trabajo el asunto. Hay quien en Jefatura aún le parece “traición”. ¡Venga Dios y lo vea!.
Tuvo a bien el señor Inspector darse una vueltecita por un par de locales a finales de este septiembre (Alboraia y Machado) de donde constató un incumplimiento del Real Decreto 496/97 que habla de Lugares de Trabajo (y de descanso en su anexo V) y, citamos textualmente, se aprecia una infracción LEVE en materia de prevención, proponiendo su sanción en grado máximo por la inobservancia de las propuestas efectuadas por el delegado de prevención.
Ante la Diligencia del Inspector, por toda reacción, la Jefatura ordenó desalojar el local de descanso de maquinistas de Machado de los muebles y enseres que habíamos sufragado la plantilla ante la inacción de quien debería haberlo hecho. Es su lugar mandaron colocar una mesa y cuatro sillas, cumpliendo así, según ellos el R.D. 486. Parece que alguien no se lo ha leído bien. Solo por ilustrar un poco, desde diciembre pasado, con los servicios nocturnos, en este lugar se juntan hasta 10 maquinistas en un espacio de menos de 6 metros cuadrados.
En fin, habrá que seguir visitando al señor Inspector hasta que se aplique correctamente la ley.
Y, por supuesto, POR DIGNIDAD Y POR DERECHO, seguiremos insistiendo aquí y donde sea menester: hagan ustedes el favor y ¡RESPETEN NUESTRO CULO!