Ricardo Mella Cea fue dejando su militancia de primera línea en el seno del anarquismo en torno a la época en la que estalló la Gran Guerra, dedicándose de pleno a su profesión hasta que le sorprendió la muerte en 1925.
En este artículo nos acercamos a una figura fundamental del anarquismo español, Ricardo Mella Cea, que nació en Vigo en el año 1861 y falleció en la misma localidad en 1925. Federica Montseny consideraba a Mella como el más profundo, penetrante y lúcido de los pensadores anarquistas españoles y sus escritos comparables a los de otros autores del anarquismo mundial. También debe ser destacada su primigenia militancia en el republicanismo federal Se da la circunstancia, además, de que Ricardo Mella y Esperanza Serrano fueron padres de dos personajes importantes de la izquierda española del siglo XX: la anarquista Urania Mella, duramente represaliada por el franquismo, y del ingeniero y político socialista Ricardo Mella Serrano.
Mella comenzó militar en el republicanismo federal gracias a la influencia de su padre José Mella Buján, un sombrero muy activo en las filas republicanas gallegas y admirador de Pi i Margall. Nuestro protagonista ingresó, aún adolescente, en el Partido Republicano Democrático Federal, llegando a ser su secretario. Mella defendía claramente la solución federal para el Estado español y la autonomía para Galicia.
Ricardo Mella conocía bien la realidad social gallega, los problemas para subsistir y que llevaban a muchos gallegos a emigrar a Ultramar. También sabía del inmenso poder caciquil en Galicia. Estas situaciones le hicieron colaborar activamente en la prensa, como en La Verdad, órgano del republicanismo más radical. Sus denuncias sobre un desfalco en el Banco de España le llevaron ante los tribunales en 1881, siendo condenado por injurias. Pero eso no le amilanó. En Vigo fundó La Propaganda, un nuevo medio del republicanismo federalista y con tendencia al obrerismo. Dicha publicación estuvo activa hasta 1885 y fue presentada en el Congreso de Barcelona de 1881 que, como es bien sabido, fue la reunión donde se constituyó la Federación de Trabajadores de la Región Española, tras la disolución de la Federación Regional Española de la AIT. También asistió al Segundo Congreso, celebrado en Sevilla, en 1882, y donde estableció contacto con importantes anarquistas como Juan Serrano y Antoni Pellicer. En estos Congresos nuestro protagonista estaba ya evolucionando hacia el anarquismo.
En ese mismo año de 1882 tuvo que marchar a Madrid para cumplir la condena impuesta en Galicia y que era de destierro. Allí se casó con Esperanza Serrano, hija de Juan Serrano. En 1884 tradujo el libro Dios y el Estado de Bakunin, colaboró en La Revista Social y con la publicación mensual Acracia. También enviaba trabajos a la publicación anarquista barcelonesa El Productor, dirigida por destacados personajes del anarquismo como el mencionado Pellicer, Anselmo Lorenzo y Rafael Farga. Mella declaró a principios del siglo XX que La Revista Social le hizo ser anarquista.
Su suegro, Juan Serrano, le aconsejó que estudiara topografía. Eso hizo y ganó una oposición. Fue destinado a Andalucía y allí, dada su gran inquietud social, se interesó por la realidad de los jornaleros y entró en contacto con los anarquistas andaluces. Es este momento en el que Mella atacó la estrategia de la violencia. En Sevilla fundó varias publicaciones, como La Solidaridad. En esta etapa andaluza acudirá a los dos primeros Certámenes Socialistas celebrados en Reus (1885) y Barcelona (1889), presentado varios trabajos, entre los que destacan un estudio sobre la emigración gallega, Diferencias entre el comunismo y el colectivismo, La anarquía: su pasado, su presente y su porvenir, La nueva utopía (novela imaginaria), El crimen de Chicago, etc..
En 1895 regresó a Galicia. Al año siguiente refugió en su casa de Vigo a Josep Prat, que huía de Barcelona por la persecución desencadenada a raíz del Proceso de Montjuïc. Precisamente, desde la prensa denunció los fusilamientos que trajo consigo el juicio. En esta época se intensificaron sus colaboraciones en la prensa gallega, madrileña e internacional, tanto de Estados Unidos, como de Argentina y Francia. Escribió los libros Lombroso y los anarquistas (1896), Los sucesos de Jerez, La barbarie gubernamental en España (Estados Unidos, 1897), La ley del número (1899), Táctica socialista (1900), La coacción moral (1901), entre otras obras. Destacará también la memoria La cooperación libre y los sistemas de comunidad, que en 1900 llevó al Congreso Revolucionario Internacional de París.
Mella siguió trabajando de topógrafo, lo que le llevó a residir durante un tiempo en Asturias. En esta época no estuvo muy activo, aunque fundaría con Eleuterio Quintanilla el periódico Acción Libertaria. Fue una etapa de fuertes disensiones y discusiones en el seno del anarquismo.
Mella no era partidario de las teorías sobre la pedagogía integral de Ferrer i Guardia porque siempre defendió un anarquismo puro, sin adjetivos. A raíz de los sucesos de la Semana Trágica siguió trabajando en la prensa anarquista, en Acción Libertaria de Gijón y en El Libertario, publicaciones asturianas. También colaborará en Acción Libertaria, publicación madrileña, además de regresar a Vigo donde se dedicaría a la construcción de la red de tranvías eléctricos, que pasó a dirigir. No fue contrario a la creación de la CNT pero planteó algunos reparos. En 1911 acudió al primer congreso de la Confederación representando a Asturias.
Mella fue dejando su militancia de primera línea en el seno del anarquismo en torno a la época en la que estalló la Gran Guerra, dedicándose de pleno a su profesión hasta que le sorprendió la muerte en 1925.