Artículo de opinión de Enric Tarrida, Secretario General del Sector Mar y Puertos de CGT.
El drama de las personas que intentan buscar refugio en Europa, huyendo de las guerras, la muerte, el dolor y la miseria, no cesa.
Evitando analizar las circunstancias que han generado estas situaciones en sus países de origen, allí donde igual que nosotras trabajaban, dormían, amaban, criaban a sus hijos, compartían la vida con familiares y amigos, evitando entrar a valorar el grado de responsabilidad de los dirigentes de nuestro primer mundo en los acontecimientos que han generado que miles y miles de personas abandonen todo aquello que les hacia tan iguales o parecidos a nosotros, que ha obligado a tantas y tantos arriesgar su vida en inciertas travesías por mar y por tierra, y lo más terrible, arriesgando la de sus hijos y seres queridos, obviando como digo todo esto, constatamos que Europa nuestra Europa, les cierra las puertas sin más miramientos, los echa, los apalea, los insulta, les abandona en su desesperación.
¿Nos imaginamos por un momento estar en su piel? ¿podemos tan solo, intuir el sufrimiento de nuestros congéneres, viendo frustradas sus esperanzas de recuperar una vida más o menos digna? ¿podemos vislumbrar levemente el padecimiento de ver a tus hijos pasando frío, enfermos, sin atención médica, sin comida suficiente, sin futuro posible, e incluso tener que ver cómo perecen ante la inacción de los países que supuestamente enarbolan la bandera de la democracia y de los derechos humanos? ¿Lo vemos!?, ¿o nos hemos vueltos ciegos de principios, de humanidad?
Lo cierto es que la poca esperanza que nos queda, que le queda a Europa, son todas aquellas personas que al margen de los «estómagos agradecidos» de nuestros gobernantes, están acogiendo, apoyando, salvando, atendiendo, haciendo todo lo que está en sus manos para paliar el sufrimiento de los que llegan a nuestra supuesta “Itaca”. Estas personas son también nuestra salvación, son ellas las que hoy ponen freno a la deriva totalitaria de nuestro continente.
Porque o cambiamos de rumbo, o recuperamos los más elementales principios de solidaridad, de humanidad, o vamos derechos al abismo, que es lo mismo que repetir el pasado, estamos condenando no solo a los sirios, kurdos, Iraquíes, etc que buscan un posible mañana en sus vidas, nos estamos condenados a sufrir en nuestras propias casas y países, en nuestros propios padres, hijos y parejas, padecimientos que creíamos desterrados.
No nos creamos que es posible rodearnos de muros que nos protejan de “lo de fuera”, porque lo de fuera también somos nosotros, son nuestros hermanos, nuestros iguales. Y porque no hay pared ni alambrada que pare el anhelo de las personas a tener un futuro. A exigir también un mañana para él y los suyos. Y sino preguntate qué harías tú en su situación, qué no estarías dispuesta a arriesgar.
La ignominiosa actuación de los Dirigentes de la UE, no solo es inmoral e indecente, es además camino sembrado al desastre. No podemos ser sus cómplices aunque sea por la inacción, debemos rebelarnos, debemos actuar, y debemos hacerlo ya.
A las personas de buena voluntad les pido que unamos esfuerzos para hacer que otro mundo sea posible, no esperemos nada de aquellos que acuerdan deportaciones en lujosos banquetes, no esperamos nada de quienes permitieron y permiten que con sus políticas impuestas se arroje al umbral de pobreza a centenares de miles de sus conciudadanos, y que incluso la desnutrición infantil vuelva a aparecer en Europa. Siendo así ¿qué esperamos que hagan por aquellos que no tienen ni derecho a votar?
Debemos enfocar bien quién nos debe preocupar, quién pone en riesgo nuestras vidas más o menos tranquilas y apacibles, quiénes son los que promueven que gran parte de las poblaciones europeas vean a los refugiados como un peligro, promueven que los no ricos teman al más pobre, mientras ellos lo miran satisfechos desde la barrera, convencidos que no les va a salpicar la sangre.
Por humanidad, por solidaridad, ayudemos a los damnificados, que con ello también nos ayudamos a nosotros mismos.
El Ser humano ha avanzado de verdad, ha sido capaz de superar graves situaciones cuando ha tenido como valor, como principio el Apoyo Mutuo. Pero claro, eso va en contra de un sistema político / económico que preconiza la ley de la selva, que promueve la acumulación de la riqueza en pocas manos, en lugar del reparto justo y solidario de los recursos de este planeta, que se creen sin duda suyo.
O le damos la vuelta, o asumimos nuestra cuota de responsabilidad y la exigimos, o estamos perdidos, lo estamos como humanidad, como especie. Hoy quizás tú te salves, pero mañana tus hijos pueden ser los refugiados, pueden ser los efectos colaterales para mantener un mundo de ricos cada vez más ricos y más pobres cada vez más pobres.
“Hagamos posible un mundo para todas”
Salud y solidaridad
Enric Tarrida
Secretario General del Sector Mar y Puertos
Confederación General del Trabajo (CGT)