- Diálogos políticos sobre la anarquía
Un debate entre Marx y Bakunin.
Mauricio Cranston.
Traducción de José Peirats.
El 3 de noviembre de 1864 Karl Marx y Mijaíl Bakunin se reunieron por última vez. La conversación tuvo lugar en el alojamiento de Bakunin en Londres, donde el líder anarquista ruso estaba de corta visita, y donde Marx vivía en el exilio. Se habían conocido hacía veinte años, pero su amistad era precaria. Cada uno se mantenía en guardia con el otro, compitiendo ambos por el liderazgo de la Internacional de los trabajadores. Marx tenía mayor seguimiento en el norte de Europa; Bakunin, en el sur. Sus teorías del socialismo chocaban fuertemente, pero cada uno consideraba al otro como un posible aliado en la lucha contra la burguesía. Con el tiempo se convertirían en enemigos acérrimos; pero su encuentro en Londres fue, a los ojos de ambos, un hito en sus relaciones.
La Cotali, Colección Fulminantes, 03. Granada 2016
72 págs. Rústica 15×10,5 cm
La BBC de Londres emitió en octubre de 1962 el siguiente diálogo imaginario entre Marx y Bakunin, del cual es autor Maurice Cranston. El autor se ha esforzado en reconstruir el cambio de ideas entre ambas personalidades con motivo de su encuentro en Londres el 3 de noviembre de 1864. Traducimos esta conversación imaginaria de la revista Anarchy, Londres, diciembre de 1962.
BAKUNIN. – Mi querido Marx, puedo ofrecerte tabaco y té. Temo, sin embargo, que mi hospitalidad resulte frugal. En estos momentos me hallo empobrecido.
MARX. – Siempre he sido pobre, Bakunin. Todas las formas de la pobreza me son conocidas. Es el peor de los males.
BAKUNIN. – La esclavitud es el peor de los males, Marx, no la pobreza. ¿Una taza de té? Lo tengo siempre a punto; en este Londres las amas de casa son muy atentas. Cuando vivía en Paddington Green había allí una, llamada Gracia -una bonne à tout faire-, que subía y bajaba escaleras todo el día y parte de la noche con mi agua caliente azucarada.
MARX. – Si la clase trabajadora llevase una vida dura en Inglaterra, seria la primera en sublevarse.
BAKUNIN. – Seria… ¿Pero lo será?
MARX. – Ella o los alemanes.
BAKUNIN. – Los alemanes no se insurgirán jamás. Morirán antes de hacerlo.
MARX. – No es cuestión de temperamento nacional, Bakunin; es cuestión de progreso industrial. Allí donde los obreros posean conciencia de clase…
BAKUNIN. – No hay conciencia de clase aquí en Inglaterra. La criada de que hablaba antes era completamente dócil, resignada, sumisa. Dabame pena verla tan explotada.
MARX. – Al parecer, tú mismo no dejabas de explotarla.
BAKUNIN. – La explotación reina en Londres por todas partes. En esta vasta ciudad, repleta de miseria, escuálidas, oscuras y sórdidas callejas, nadie se atreve a levantar una barricada. No, Marx éste no es un lugar para un socialista.
MARX. – Sin embargo, es casi el único lugar en que se nos admite. He permanecido aquí quince años.
BAKUNIN. – Lastima que no me conocieras en Paddington Green. Estuve allí mas de doce meses. Al examinar tú tarjeta ayer, recordé que nuestros caminos no se habían cruzado desde los viejos días de Paris.
MARX. – Tuve que abandonar Paris en 1845.
BAKUNIN. – Si, antes del levantamiento de Dresde, cuando caí, por asi decirlo, en manos del enemigo. Me mantuvieron encarcelado durante diez años. Después me desterraron a Siberia. Como sabes bien, conseguí escaparme para llegar a Londres. Ahora se me permite vivir en Italia. Regresare a Florencia la próxima semana.
MARX. – Muy bien, al fin vas a poder moverte.
BAKUNIN. – Yo siempre me muevo. No soy un revolucionario discreto como tú. Las coronas de Europa me mantuvieron siempre en movimiento.
MARX. – Las coronas de Europa me expulsaron a mí también de varios países. Y la pobreza me ha ido forzando a abandonar varios hogares.
BAKUNIN. – i Ah, la pobreza ! Yo voy siempre sin un céntimo, siempre pidiendo prestado a los amigos. Debo haber vivido con dinero prestado largas etapas de mi vida ; excepto en la cárcel. Y tengo 50 anos. Pero nunca pienso en el dinero. Es de burgueses pensar en el dinero.
MARX. – Eres afortunado. No tienes familia que mantener.
BAKUNIN. – Debes saber que me uní con una mujer en Polonia. Aunque es cierto que no hemos tenido hijos. ¿Más té? Yo, sí. Un ruso no puede vivir sin té.
MARX. – Y sois muchos rusos, Bakunin; muchos los rusos nobles, para ser exacto. Debe ser difícil, dado vuestro temperamento, penetrar en la mente del proletariado.
BAKUNIN. -¿Y qué opinas tú mismo. Marx? ¿No eres hijo de un próspero burgués? ¿No es to mujer una von Westphalen, hija del Barón von Westphalen y hermana del ministro del Interior de Prusia? Confiesa que todo eso es de un dudoso origen plebeyo.
MARX. – El socialismo necesita de los intelectuales tanto como de la clase obrera. Además, supe mucho de persecuciones y de hambre en frías y desveladas noches de exilio.
BAKUNIN. – La noche carcelaria es mas interminable y fría. Yo estoy tan acostumbrado al hambre que casi no la siento ahora.
MARX. – Creo que la peor de las cosas es ver a los propios hijos perecer por carecer de dinero con que alimentarlos debidamente.
BAKUNIN. – Si, lo creo ; ser condenado a muerte no es tan malo como podrías pensar. De cierta manera lo tomé más bien como algo hilarante.
MARX. – Desde que permanezco en Londres he vivido en apartamentos amueblados, baratos y sórdidos. He tenido que pedir prestado y comprar a crédito ; tuve que empeñar trajes para pagar el alquiler. Mis hijos están adiestrados para esquivar a los acreedores diciéndoles que no estoy en casa. Todos nosotros, mi mujer y yo, mis hijos y una vieja sirvienta, vivimos amontonados en dos piezas, y no hay en ellas un limpio y decente mueble. Yo trato de trabajar en la misma desvencijada mesa donde cose mi mujer y juegan mis hijos; y permanecemos horas sin luz ni provisiones por carecer de dinero para comprarlas. Mi mujer se siente a menudo enferma, y también mis hijos, pero no me arriesgo a llamar al médico ante la imposibilidad de pagar sus viáticos y los medicamentos de sus recetas.
BAKUNIN. – Pero mi querido Marx, ¿tampoco to colaborador Engels? Yo siempre he creído…
MARX. – Engels es sumamente, generoso, pero no siempre le ha sido posible ayudarme. Créeme, he sufrido toda clase de infortunios. Mi peor desgracia ocurrió hace ocho años, cuando mi hijo Edgar falleció a la edad de seis. Francis Bacón dice que, en realidad, las gentes importantes tienen tantos contactos con la naturaleza y el mundo, son tantas las cosas que las preocupan, que suelen pasar por encima de esas pérdidas. Yo, Bakunin, no soy una de esas gentes importantes. La muerte de mi hijo me afectó tan profundamente que siento su pérdida tan amargamente hoy como el mismo día del desenlace.
BAKUNIN. – Si es dinero lo que necesitas, Alexander Herzen lo tiene en abundancia. Yo he recurrido a él muchas veces. No veo por qué no to ayudaría a ti.
MARX. – Herzen es un reformador burgués de lo mas superficial. No tengo tiempo para tratar con cierta gente.
BAKUNIN. – A no ser por Herzen no habría podido traducir vuestro Manifiesto comunista al ruso hace de eso unos dos años.
MARX. – Una traducción tardía, pero to la agradezco. Tal vez tengas intención de traducirme ahora Miseria de la filosofía.
BAKUNIN. — No, querido Marx, yo no situó éste al lado de tus más grandes trabajos. Por otra parte eres demasiado duro con P. J. Proudhon.
MARX. – Proudhon no es socialista. Es un ignorante, un típico autodidacta de la clase baja, un parvenu en economía que hace gran ostentación de cualidades que no posee. Su jactanciosa charlatanería pseudo-científica es verdaderamente intolerable.
BAKUNIN. – Admito que Proudhon es limitado, pero es cien veces mas revolucionario que todos los socialistas doctrinarios y burgueses. Tiene el valor de declararse ateo. Por encima de todo salta a la liza por la libertad contra la autoridad, por el socialismo, que debe ser enteramente libre de toda clase de regulación gubernativa. Proudhon es un anarquista reconocido.
MARX. – En otras palabras, sus ideas son muy parecidas a las tuyas.
BAKUNIN. – He sentido su influencia, pero a mi entender Proudhon no va nunca lo suficientemente lejos. Se encoge ante la acción. No comprende que, en determinadas circunstancias, la destrucción es en sí misma una forma de creación. Yo soy un revolucionario activo. Proudhon es un socialista teórico como tú.
MARX. – No comprendo to que quieres decir por socialista teórico, Bakunin ; pero me aventuro a reclamarme tan socialista activo como tú.
BAKUNIN. – Mi querido Marx, no aludo a nada irrespetuoso. Por lo contrario, recuerdo que fuiste expulsado de la Universidad de Bonn por duelo con pistola. Por lo tanto reconozco que serías un soldado de la revoluci6n si pudiéramos alguna vez arrancarte de la biblioteca del Museo Británico y Llevarte a las barricadas. Cuando me refiero a ti como socialista teórico quiero significar que eres tan teórico dcl socialismo como Proudhon. Yo no podría nunca escribir un extenso tratado filosófico de la importancia del tuyo y del de Proudhon. Yo no rebaso los límites del panfleto.
MARX. – Tu eres un hombre educado. Tu no podrías escribir para el vulgo como hace Proudhon.
BAKUNIN – Bueno, es verdad que Proudhon es el hijo de un campesino y un hombre autodidacta ; pues bien, yo soy hijo de un gran terrateniente. aunque estoy adivinando lo que estás pensando, Marx: que estudié filosofía hegeliana en la Universidad de Berlín.
MARX. – No podrías haber tenido mejor preparación. Y de un; socialista de tu Cultura habría que esperar algo mas–que empuñar un fusil en la barricada y pegarle fuego a la Opera de Dresde.
BAKUNIN. – Me estas supervalorando, Marx. Personalmente yo no prendí fuego a la Opera de Dresde. Y, además, yo no actué en Dresde como anarquista. Los hechos en cuestión, como podrás recordar están relacionados con la Dieta Sajona, Cuando ésta votó una constitución federal para Alemania. El rey de Sajonia no quería saber nada con ninguna clase de unificación y disolvió la Dieta. El pueblo se sintió ultrajado y, en mayo de aquel ano, empezó a levantar barricadas en las calles de Dresde. Los lideres del Parlamento, que eran, por supuesto, burgueses liberales, invadieron la Casa Consistorial y proclamaron un gobierno provisional.
MARX. – Precisamente, pienso yo, esta causa no podía inspirar a un hombre como tú, tan opuesto a todas las formas de gobierno.
BAKUNIN – El pueblo no había tomado las armas contra el rey, Se había solamente sublevado. Esto representaba algo. Como casualmente me encontraba en Dresde, me puse al servicio de la revolución. Después de todo yo conocía la táctica militar. La burguesía liberal sajona no tenía ningún conocimiento de esta técnica. Con una pareja de oficiales polacos formé el Estado Mayor de las fuerzas insurgentes.
MARX. – ¿Soldados de fortuna, no? Sin embargo, no fuisteis afortunados.
BAKUNIN. – No, no duró mas que unos pocos días. El rey consiguió refuerzos prusianos y hubimos de evacuar Dresde. Como dijiste, algunos de nuestros hombres prendieron fuego a la Opera. Yo era partidario de volar la Casa Consistorial con nosotros dentro. Pero los polacos habían desaparecido en el entretiempo y el ultimo de los liberales sajones quiso trasladar su gobierno a Chemnitz. Yo no podía desertar y fui llevado como un cordero al matadero. En Chemnitz, el burgomaestre nos sorprendió en la cama.
MARX. – Asi, pues, Bakunin, fuiste a la cárcel por la causa de la unidad alemana ; y por tratar de establecer por la fuerza un gobierno liberal burgués. La cosa tiene gracia.
BAKUNIN. – Pude haber sido fusilado por ello. Pero la experiencia hizo de mi otro hombre. Ciertamente he aprendido mucho de ti, Marx. Discrepaba de tus opiniones en 1848, pero ahora reconozco que ibas mucho mas lejos que yo. Admito que las llamas del movimiento revolucionario europeo se me subieron a la cabeza, y me atraía el lado negativo de la revolución más que el positivo.
MARX. – Bien, me felicito de que aprovecharas debidamente los años de forzada reflexión.
BAKUNIN. – No obstante, hay un aspecto sobre el cual yo tenía razón y tú estabas equivocado, Marx. Como eslavo yo quería la liberación de la raza eslava del yugo germánico. Y quería que eso se produjera por medio, de una revolución ; es decir, mediante la destrucción de los regímenes existentes en Rusia, Austria, Prusia y Turquía ; y por la reorganizaci6n del pueblo de abajo arriba, en completa libertad.
MARX. – Es decir, que no to has repuesto todavía de tu viejo paneslavismo. Eres el mismo viejo patriota ruso que eras en Paris.
BAKUNIN. – ¿Qué entiendes tú por <<patriota ruso>>? Sé franco, Marx. ¿Crees todavía que soy una especie de agente del gobierno ruso?
MARX. – Nunca he creído eso, y uno de los motivos por los cuales he acudido hoy a to cita fue para esclarecer completamente el mas remoto vestigio de esta infortunada sospecha.
BAKUNIN. – Pero este rumor fue publicado por primera vez en el «Neue Rheinische Zeitung», cuando tú eras el director.
MARX. – Ya dejé aclarado eso hace tiempo. El rumor vino de nuestro corresponsal en Paris a quien George Sand dijo que eras un espía ruso. Después publicamos la rectificación de George Sand y la tuya propia in extenso. No podíamos hacer mas. Yo también me he excusado personalmente.
BAKUNIN. – Pero no conseguiste matar el rumor, incluso después de que me hubieran transferido de una prisión austriaca a otra de Rusia, después de permanecer yo años y años en solitario confinamiento y de ser mas tarde deportado a Siberia. Tú nunca estuviste en la cárcel, Marx. Tú no sabes lo que es sentirse sepultado en vida ; tener que confesarte a ti mismo, cada hora del día y de la noche: <<Soy un esclavo, un aniquilado>>. Sentirse repleto de devoción y de heroísmo para servir la causa de la libertad y ver todo tú entusiasmo roto por cuatro muros desnudos. Esto no es lo peor ; lo peor de verdad es salir del encierro y verse perseguido por la infamante calumnia de que eres un agente del mismo tirano que to ha condenado.
MARX. – Vamos, ya nadie se acuerda de este asunto.
BAKUNIN. – Vamos, mi querido Marx. El rumor vuelve a circular fresco como una rosa, aquí mismo, en Londres. Ha sido impreso en uno de esos papeles publicados por Denis Urquhart, un ingles amigo vuestro, siento tener que decirlo.
MARX. – Urquhart es un monomaníaco, adora todo to turco y odia todo to ruso sistemáticamente. No anda del todo cuerdo.
BAKUNIN. – Pero tú escribes en su prensa y hablas en su tribuna, mi querido Marx.
MARX. – Parece un tanto excéntrico. Y, desde que comparte mis puntos de vista sobre Palmerston –o cree tal cosa-, me brinda la posibilidad de publicar mis trabajos. Se trata de propaganda. Y paga algo, como hace el <<New York Tribune>>. Pero ten por seguro, Bakunin, que la reaparición de ese estúpido rumor me ha disgustado mas que a ti mismo. Permíteme que to prometa, de una vez para siempre, que nunca he tenido que ver con ese enojoso asunto. Nunca acabo de lamentarlo.
BAKUNIN. – Sinceramente acepto tus excusas, Marx.
MARX. – Pero hay algo que honestamente debo señalar. Tu paneslavismo lo considero completamente hostil a los intereses del socialismo y sólo puede conducir a un crecimiento siniestro del poder ruso en Europa.
BAKUNIN. – El paneslavismo -es decir, el paneslavismo democrático- forma parte del gran movimiento europeo de liberación.
MARX. – Absurdo, absurdo.
BAKUNIN. – Pruébame ese desatino mi querido Marx. Justifica tú afirmación.
MARX. – El auge del paneslavismo fue en los siglos viii y ix, cuando los eslavos del sur ocupaban todavía toda Hungría, Austria y amenazaban a Bizancio. Si no pudieron defenderse entonces y conservar su independencia cuando sus dos enemigos, los alemanes y los magiares, se estaban destrozando mutuamente, ¿cómo podrían hacerlo ahora después de mil años de opresión y desnacionalización? Casi todos los países de Europa cuentan con minorías, dispersas ruinas de gentes, vestigios del pasado arrumbados por las naciones impulsoras del desarrollo histórico. Sabes que Hegel llamaba a esas minorías hojarasca étnica.
BAKUNIN – En otras palabras, tú consideras a estos pueblos como despreciables, indignos del derecho a la vida.
MARX. – Yo no entiendo el lenguaje de los derechos. La verdadera existencia de tales pueblos es una protesta contra la historia. Y es por esto que son siempre reaccionarios. Fíjate en los gaélicos de Escocia, soporte de los Estuardos desde 1640 a 1745 ; fíjate en los bretones de Francia, partidarios de los Borbones desde 1792 a 1800. O en los vascos de España. Y contempla a la misma Austria en 1848. ¿Quiénes hicieron entonces la revolución? Los alemanes y los magiares. ¿Y quiénes proporcionaron las armas que permitirían a los austriacos reaccionarios aplastar a la revolución? Los eslavos. Los eslavos atacaron a los italianos, entraron en tromba en Viena y restauraron la monarquía Habsburgo. Los eslavos mantuvieron en el poder a los Habsburgo.
BAKUNIN. – Si, pero eran eslavos de los ejércitos del emperador. Tu sabes bien que el movimiento paneslavico es democrático y resueltamente opuesto a los Habsburgo, a los Romanoff y a los Hohenzollern.
MARX. – ¡Oh, ya leí vuestros manifiestos, Bakunin! Sé lo que quisiérais obtener.
BAKUNIN. – Entonces sabrás lo que me propongo: la abolición de todas las fronteras artificiales de Europa y la creación de limites trazados por la voluntad soberana de los mismos pueblos.
MARX. – Esto suena muy bien. Pero simplemente ignoras los verdaderos obstáculos que se yerguen en el camino de cada uno de esos esquemas : los distintos niveles de civilización que los diversos pueblos europeos han alcanzado.
BAKUNIN. – Siempre tuve en cuenta las dificultades, Marx. Y he afirmado que la sola manera de superarlas es por medio de una política de federación. El eslavo no es enemigo de los alemanes y magiares democráticos. Les ofrecemos una fraternal alianza sobre la base de la libertad, la fraternidad y la igualdad.
MARX. – Eso son meras palabras. Carecen de sentido ante los hechos. Y los hechos son tan simples como brutales. A excepción de vuestra propia raza y los polacos, y tal vez de los eslavos de Turquía, los demás eslavos carecen de futuro. Porque esos otros eslavos carecen de requisitos previos de independencia histórica, geográfica, económica, política e industrial. Carecen, en suma, de civilización.
BAKUNIN. – ¿La tienen los alemanes? ¿Es eso civilización? ¿Tú crees que su gran civilización otorgar a los alemanes derecho de dominio sobre Europa y el de cometer crímenes contra los demás?
MARX. – ¿Qué crímenes? Como mas consulto la historia mas me convenzo de que el único crimen cometido por alemanes y magiares contra los eslavos fue el de evitar que se convirtieran en turcos.
BAKUNIN. – Bien, mi querido Marx, yo siempre he dicho de Alemania lo que Voltaire decía de Dios :si no existiese, habría que inventarla. No hay nada mas efectivo para mantener vivo el paneslavismo que el odio de Alemania.
MARX. – He aquí otra prueba de que tu infeliz paneslavismo es reaccionario. Enseña a las gentes el odio a los alemanes en vez de a su verdadero enemigo :la burguesía.
BAKUNIN. – Los dos van a la par. Esa fue mi evolución desde el burdo nacionalismo de mi juventud. Hoy sostengo que la libertad es-una mentira para la gran mayoría de los pueblos si se les priva de educación, ocio y pan.
MARX. – Como sabes, Bakunin, to considero un amigo, y no vacilo en llamarte socialista a pesar de que…
BAKUNIN. – ¿A pesar de qué?
MARX. – En fin, tú desdeñas resueltamente to que yo llamo política.
BAKUNIN. – Ciertamente, no me interesan el Parlamento, los partidos, las asambleas constituyentes y las instituciones representativas. La humanidad necesita de algo mas elevado: un nuevo mundo sin leyes ni Estados.
MARX. – ¿La anarquía?
BAKUNIN. – Si, la anarquía. Debemos subvertir el conjunto político y el orden moral del mundo presente. Hay que cambiarlo de arriba abajo. Es una quimera tratar solamente de modificar las instituciones existentes
MARX. – Yo no deseo modificarlas. Yo simplemente digo que los trabajadores debieran tomar posesión de ellas
BAKUNIN. – Debieran ser completamente abolidas. El Estado corrompe tanto nuestros instintos y nuestra voluntad como nuestra inteligencia. El principio fundamental de todo socialismo valido es subvertir la sociedad.
MARX. – Yo llamo a eso una curiosa definición del socialismo.
BAKUNIN. – A mi no me interesan ]as definiciones, Marx. En esto diferimos completamente. Yo no comparto contigo la idea de que cualquier sistema prefabricado va a salvar el mundo. Yo carezco de sistema. Yo soy un investigador. Creo en el instinto mas bien que en el pensamiento.
MARX. – Pues nunca serás socialista sin una política.
BAKUNIN. – Desde luego no carezco de ella. Y si tenerla significa tener las cosas dispuestas punto por punto, to diré cual es mi programa: en primer lugar suprimir las leyes fabricadas por el hombre.
MARX. – Pero tú no puedes suprimir las leyes. Todo el Universo se halla gobernado por leyes.
BAKUNIN. – Naturalmente, no podemos suprimir las leyes naturales. He de convenir contigo en que los hombres pueden ampliar su libertad extendiendo su conocimiento de las leyes naturales que rigen el Universo. El hombre no puede rehuir la naturaleza, y seria absurdo – proponérsnolo. Pero esto no es lo que propongo. Yo digo que debiéramos abolir las leyes hechas por la mano del hombre, las ]leyes artificiales. En otras palabras : las leyes políticas y jurídicas.
MARX. – No puedes pretender seriamente que la sociedad no imponga leyes a sus miembros.
BAKUNIN. – La sociedad no tiene necesidad de imponer leyes. El hombre es por naturaleza un ser sociable. Fuera de la sociedad puede ser una bestia o un santo. Hay leyes en la sociedad capitalista porque es competitiva, adquisitiva y, por to tanto, enfrenta al hombre contra el hombre. La libertad sólo será posible cuando todos los hombres sean iguales. Razón por la cual no puede haber libertad sin socialismo.
MARX. – Aquí concuerdo enteramente contigo.
BAKUNIN. – Dices estar de acuerdo conmigo. Marx. Pero cuando digo que no puede haber libertad sin socialismo quiero también señalar que el socialismo sin la libertad es esclavitud y brutalidad.
MARX. – Yo nunca defendí el socialismo sin libertad.
BAKUNIN. – Sí, amigo Marx, sí. Tú defiendes la dictadura del proletariado.
MARX. – La dictadura del proletariado es también parte de la libertad, parte del proceso de liberación.
BAKUNIN. – Cuando hablo de libertad pienso en la sola libertad digna de este nombre ; libertad que consiste en el entero desarrollo de todas las potencias materiales, económicas y morales que laten en el hombre; una libertad que no debe admitir ninguna restricción excepto las fijadas por las leyes de nuestra propia naturaleza. Defiendo una libertad que, lejos de ser detenida por la libertad de los demás, es, por lo contrario, confirmada y extendida por la libertad de todos. Quiero una libertad que triunfe de la fuerza bruta y del principio de autoridad.
MARX. – Escucho tus palabras, Bakunin, pero ignoro el significado que les atribuyes. Quiero dejar bien sentado que nunca conseguirás forzar el advenimiento del socialismo, o realizar algo substancial en política, sin partir del principio de autoridad.
BAKUNIN. – El socialismo necesita del principio de disciplina, pero no de la autoridad. No la clase de disciplina impuesta desde fuera, sino la disciplina voluntaria y reflexiva que el hombre se impone a si mismo, la cual se armoniza perfectamente con el principio de libertad.
MARX. -A lo que parece no has aprendido mucho de la experiencia de tus rebeliones, Bakunin. Tales movimientos no podrán prosperar sin un principio de autoridad. Tiene que haber capitanes hasta en los ejércitos del anarquismo.
BAKUNIN. – Naturalmente, en el momento de la acción militar, en plena batalla, los papeles se distribuyen do acuerdo con las aptitudes de cada uno, evaluadas y determinadas por el movimiento en su conjunto. Unos hombres dirigen y mandan, y otros ejecutan lo mandado. Pero ninguna función permanece fija y petrificada. No existen órdenes jerárquicas ; el líder de hoy debe transformarse en el subordinado de mañana. Nadie se encumbra sobre los demás y, si debo hacerlo por un corto tiempo, es solamente para descender después, como las olas del mar,. al nivel saludable de la igualdad.
MARX. – Bien, Bakunin, si admites que dicha dirección y mando son necesarios durante la batalla, entonces tal vez estaremos de acuerdo sobre lo demás. Yo siempre he sostenido que la dictadura del proletariado será solamente necesaria durante los primeros pasos del socialismo. Tan pronto la sociedad sin clases adquiera madurez no habrá necesidad del Estado. Por emplear un término de mi colaborador Engels, « el Estado se irá marchitando».
BAKUNIN. – No veo signos de marchitamiento del Estado en el Manifiesto comunista que tú y Engels escribísteis. Se trata de un ingenioso panfleto y no lo hubiese yo traducido de no ser por esa admiración que me inspira. Pero el hecho persiste en que de los diez puntos del programa socialista trazados por vosotros en aquellas páginas, no menos de nueve, claman por el robustecimiento del Estado : el Estado debe poseer todos los medios de producción, controlar el comercio y el crédito, imponer el trabajo forzado y colectar los impuestos, monopolizar la tierra, dirigir los transportes y comunicaciones, y también regular escuelas y universidades.
MARX. – Si no to place este programa es que no amas el socialismo.
BAKUNIN. – iPero si eso no es socialismo, Marx! Esto es la forma mas acabada de estatismo, el Estado elefantíaco de los germanos, inseparable del garrote. Socialismo significa el control de la industria y la agricultura por los trabajadores mismos.
MARX. – Un Estado socialista es un Estado proletario. Ambos deben controlar las cosas directamente.
BAKUNIN. – Pero eso es la típica ilusión burguesa, la teoría democrática de que el pueblo puede controlar al Estado. En la práctica es el Estado el que controla al pueblo, y cuanto más poderoso es el Estado, más aplastante es su dominio. Observa lo que está ocurriendo en Alemania. A medida que el Estado crece, toda la corrupción que acompaña toda política centralista se apodera de la gente, por más honrada que sea. Más todavía: el monopolio capitalista crece tan aprisa como crece el Estado.
MARX. – El crecimiento del monopolio capitalista pavimenta el camino por donde ha de Llegar el socialismo. La razón de que Rusia este tan alejada del socialismo consiste en que apenas empieza a emerger del feudalismo
BAKUNIN. – El pueblo ruso está más cerca del socialismo de lo que tú crees, mi querido Marx. En Rusia los labriegos cuentan con su propia tradición revolucionaria y tienen un gran papel a desempeñar en la liberación del genero humano. La revolución rusa se halla enraizada profundamente en el alma del pueblo. En el siglo xvii los campesinos se sublevaron en el Sud-Este. Y en el siglo xviii Pugachev dirigió una revuelta campesina en la cuenca del Volga que duró dos años. Los rusos no rehuyen la violencia. Saben que el fruto vivo del progreso humano está regado con sangre. Tampoco le huyen al fuego. El incendio de Moscú que marcó el principio del desastre de Napoleón fue algo genuinarnente ruso. Son las hogueras en las cuales la raza humana debe purgarse de la escoria de la esclavitud.
MARX. – Esto suena mucho a dramático, amigo mío ; pero la cuestión concreta reside en que el socialismo depende del emerger de un proletariado con conciencia de clase. Y esto es algo que solo podemos esperar de países altamente industrializados como Inglaterra, Alemania y Francia. El campesinado es el menos organizado y menos dispuesto de todas las clases sociales para la revolución. Los campesinos son más atrasados que el lumpenproletariat de las ciudades. Son puros bárbaros o trogloditas.
BAKUNIN. – Esto muestra nuestra profunda discrepancia, Marx. Para, mi la flor del proletariado no consiste, como to crees, en las altas capas, en los instruidos artesanos de las factorías que son, en todo caso, semiburgueses, o pretendidos tales. He conocido a estas gentes en el movimiento obrero de Suiza, y puedo asegurarte que se hallan impregnados de todos los prejuicios sociales, de todas las aspiraciones y pretensiones estrechas de la clase media. Los técnicos son los menos socialistas de los trabajadores. A <<mis>> ojos, Marx, la flor del proletariado es la gran masa, la chusma,, los millones de desheredados, desgraciados e iletrados desdeñosamente motejados por ti de lumpenproletariat.
MARX. – Evidentemente, no has ahondado mucho en el concepto de proletariado. El proletariado no son los pobres. Siempre ha habido gentes pobres. El proletariado es algo nuevo en la historia. No es la pobreza ni el infortunio que hace proletarios a los hombres. Es su indignación contra la burguesía, su reto, su valor, su resolución de poner fin a su, condición. El proletariado se crea solamente cuando esta última indignación, esta conciencia de clase se añade a la pobreza. El proletariado es la clase con finalidades revolucionarias, la clase que apunta a la destrucción do todas las clases, la clase que no puede emanciparse ella misma sin emancipar al genero humano en su conjunto.
BAKUNIN. – ¡Pero si vuestro socialismo no elimina las clases, Marx, sino que crea dos : la de los dirigentes y la de los dirigidos! Tendrá que existir un gobierno con mucha mas tarea por delante que los conocidos hasta el presente. Y será el pueblo el llamado a ser gobernado. De un lado, habrá la «inteligentzia», la mas despótica, arrogante y autoporfiada clase que jamás habrá existido y que mandara en nombre de la experiencia ; del otro lado, habrá la simple masa ignorante que deberá obedecer.
MARX. – Los legisladores y administradores del Estado socialista serán los representantes del pueblo.
BAKUNIN. – He aquí otra ilusión liberal: y, en particular, que el gobierno resultante de una consulta electoral popular pueda representar la voluntad del pueblo. Incluso Rousseau constató el desatino de esa sugerencia. Los propósitos instintivos de las élites gubernamentales se encuentran siempre en oposición a los fines instintivos del hombre común. Mirando a la sociedad desde sus posiciones elevadas pueden aquéllos evitar realmente el adoptar una actitud de amo o de gobernante.
MARX. – La democracia falla porque las instituciones políticas son siempre manipuladas por el poder financiero de la burguesía.
BAKUNIN. – La sedicente democracia socialistas sería viciada por otras presiones. Un Parlamento compuesto exclusivamente de trabajadores, los mismos trabajadores, los mismos adictos socialistas de hoy, se transformaría en un Parlamento aristocrático de la noche a la mañana. Esto ha ocurrido siempre. Sitúa a los extremistas en los sillones del Estado y los convierte en conservadores.
MARX. – Hay razones para esto.
BAKUNIN. – La razón principal es que el Estado democrático es un contrasentido en función. El Estado es por esencia autoridad, fuerza, dominio y, por to tanto, desigualdad. Por definición, democracia es igualdad. Por to tanto, democracia y Estado no pueden coexistir. Proudhon nunca fue tan claro como cuando afirmó que el sufragio universal es contrarrevolucionario.
MARX. – Una media verdad ejemplar, un producto típico de la mentalidad periodística de Proudhon. Es cierto que los trabajadores están con frecuencia demasiado oprimidos por la miseria y se dejan influenciar con demasiada facilidad por la propaganda de Ia burguesía para hacer el debido use del voto. Pero el sufragio universal puede ser explotado para fines socialistas. Podemos entrar en la política y ayudar a hacer cuanto es nominalmente democrático, realmente democrático. No podemos alcanzar todos nuestros objetivos por medios parlamentarios. Pero podemos alcanzar gran parte de ellos.
BAKUNIN. – Ningún Estado, ni la República de rojo mas subido, puede dar al pueblo lo que mas necesita: La. libertad. Todo Estado, incluido vuestro Estado socialista, querido Marx. esta basado en la fuerza.
MARX. – ¿Qué otra alternativa tiene Ia fuerza?
BAKUNIN. – La instrucción, el esclarecimiento.
MARX. – El pueblo carece de instrucción.
BAKUNIN – Puede ser educado.
MARX. – ¿Quien va a educarlo si no es el Estado?
BAKUNIN. – La sociedad tiene que educarse a si misma. Desgraciadamente todos los gobiernos del mundo han dejado al pueblo en un tal estado de profunda ignorancia que seria necesario establecer escuelas no solamente para los niños sino también para los adultos. Pero estas escuelas deben ser libres de todo vestigio del principio de autoridad. No deben ser escuelas en el sentido convencional de la palabra debieran ser academias populares, en las que los alumnos con cierta experiencia pudieran también enseñar a sus maestros en varios aspectos y no solo de ser enseñados. De esta manera desarrollaran una suerte de fraternidad intelectual entre ellos.
MARX. — Bien, al fin admires dos categorías de maestros y enseñanza. No creo que la enseñanza llegue a ser un gran problema una vez en pie la sociedad socialista
BAKUNIN.- Sí la primera cuestión es la emancipación económica ; el resto vendrá por añadidura.
MARX. — No vendrá nada por sí mismo a menos que el Estado socialista lo determine. Toda la evidencia histórica esta ahí para demostrarlo. La gente mas educada de Europa hoy -los franceses y los alemanes- deben su educación a un sólido sistema estatal en el dominio de la instrucción publica. En los países donde el Estado no se ocupa de la educación escolar el pueblo es irremediablemente analfabeto.
BAKUNIN — Aquí, en Inglaterra. los grandes colegios y Ias universidades escapan al control del Estado.
MARX. Pero están dominados por la Iglesia anglicana, que es peor, y que, en todo caso, forma parte del Estado.
BAKUNIN – Los Colegios de Oxford y Cambridge se rigen por sociedades independientes y tradicionales.
MARX. – Conoces poco la vida inglesa, Bakunin. Ambos Colegios han tenido que ser radicalmente reformados por leyes promulgadas por el Parlamento. El Estado ha tenido que intervenir para salvarlos de su completa decadencia intelectual. Con todo se hallan rezagados si los comparamos con las universidades alemanas.
BAKUNIN. – Pero su existencia demuestra que los escolares pueden Llevar control de sus propios colegios. Tampoco existe razón alguna para suponer que los trabajadores no sabrían administrar sus propias granjas y factorías por el mismo procedimiento.
MARX. – Llegara un día, no hay que dudarlo, en que ocurrirá de esta manera, pero, mientras, un Estado obrero debe reemplazar a los propietarios burgueses.
BAKUNIN. – Esta es la gran discrepancia entre los dos, Marx. Tu crees que hay que organizar a los trabajadores pare la conquista del Estado ; yo quiero organizarlos para destruirlo, o, si prefieres un termino mas refinado, para liquidar el Estado. Tu quieres utilizar las instituciones políticas. Yo quiero que el pueblo se federe libre y espontáneamente.
MARX. – ¿Qué significa federarse espontáneamente?
BAKUNIN. – El trabajo se organizara por sí mismo. Asociaciones de productores basadas en el apoyo mutuo se organizaran por distritos, y estos distritos se aliaran a su vez con unidades mas amplias. Todo el poder procederá de la base
MARX. – Tales proyectos son completamente quiméricos. Son la copia de los falansterios y una duodécima edición del Nuevo Jerusalén propuesto por los socialistas utópicos. Son disparates, pero desgraciadamente no inofensivos, porque introducen una espuria noción del socialismo que puede ocupar el lugar del verdadero. Y, al producir una divergencia en la atención de los hombres en cuanto al conflicto inmediato, su efecto es conservador y reaccionario.
BAKUNIN. – Si de alguna cosa no puedes reprocharme, Marx, es de que desvío la atención de los hombres del conflicto inmediato. Es mas, pienso como tú que hay sólo dos partidos en el mundo : el partido de la revolución y el partido de la reacción. Los socialistas pacifistas, con sus sociedades en cooperativas y sus poblados-modelo pertenecen al partido de la reacción. El partido de la revolución desgraciadamente ya esta dividido en dos fracciones : los campeones del Estado socialista, al que tú representas, y los socialistas libertarios, entre los cuales me cuento. Tu fracción tiene muchos seguidores, naturalmente, en Alemania, y también aquí en Inglaterra. Pero los socialistas de Italia y España son completamente libertarios. Ahora bien, la cuestión es esta : ¿qué tendencia prevalecerá en el movimiento obrero internacional?
MARX. – La tendencia genuinamente socialista, creo, y no el ala anarquista.
BAKUNIN. – Llamáis al vuestro genuino socialismo porque os engañáis en cuanto a la naturaleza de la dictadura popular. No os dais cuenta del peligro que ha de llevaros a una nueva esclavitud siguiendo la pauta de otros Estados.
MARX. — Tú supones que porque el Estado ha sido siempre el instrumento de la clase opresora continuará siéndolo siempre. ¿No cabe imaginar la posibilidad de un tipo distinto de Estado?
BAKUNIN – Cabe imaginar uno tan diferente que no pueda responder a ese nombre. Hay lugar para este en las líneas propuestas por Proudhon : una simple oficina de negocios, un banco central al servicio de la sociedad.
MARX. – Posiblemente sea esto to que en definitiva ha de ser una sociedad socialista. Ha de llegar un día en que el gobierno del pueblo dejara paso a la administración de ]as cosas. Pero antes de que el Estado se marchite debe ser reforzado.
BAKUNIN. – Esto no sólo es paradójico, es contradictorio.
MARX. – ¡Qué le vamos a hacer si es asi! Tu conoces a Hegel tan bien como yo. Tú sabes que la lógica de la Historia es la lógica de la contradicción. Cuanto afirmamos lo negamos.
BAKUNIN. – El argumento es bueno en tanto que hegeliano. pero malo en tanto que histórico. Nunca conseguirás destruir al Estado ampliándolo. Yo soy tu discípulo, Marx. Cuanto mas pasa el tiempo mayor certeza tengo de to convicción en abrir la marcha por la gran senda de la revolución económica en invitar a otros a seguir tus huellas. Pero nunca comprendí ni acepte ninguna de tus proposiciones autoritarias.
MARX. – Si eres anarquista, no puedes ser mi discípulo. Pero tal vez sería preferible situar los grandes detalles de tu error. En primer lugar, to refieres al principio de autoridad como si en todas partes y circunstancias hubiese sido erróneo. Este es un punto de vista superficial. Vivimos en una era industrial. Las modernas factorías y los talleres, en donde centenares de trabajadores supervisan complicadas maquinas, han suplantado a los modestos tenderetes de los artesanos individuales. Incluso la agricultura esta cayendo bajo el dominio de la máquina. La acción combinada desplaza a la acción individual independiente. La acción combinada significa organización y organización implica autoridad. En el mundo medieval el pequeño artesano podía ser su propio amo. Pero en el mundo moderno tiene que haber dirección y subordinación. Si to propones resistir a toda clase de autoridad, te condenas a vivir en el pasado.
BAKUNIN. – Yo no resisto a toda clase de autoridad, Marx. En materia de zapatería me atengo a la autoridad del zapatero ;mi. Acepto sus consejos amigablemente ; respeto su experiencia y sus conocimientos, pero me reservo el derecho de critica y censura. No me contento con consultar a una sola autoridad ; consulto varias y comparo sus puntos de vista. A nadie considero infalible. Reconozco que no puedo saberlo todo. Nadie puede conocerlo todo. Razón por la cual no existe hombre omnisciente y universal. Mi razón me prohíbe aceptar una autoridad fija, constante y universal. en materia de construcción a la del arquitecto. En cuanto a la salud, a la autoridad de los médicos. Pero no puedo permitir al zapatero, al arquitecto o al médico que impongan su autoridad sobre
MARX. – Pero si suprimes la autoridad de la vida económica y política, nada puede realizarse nunca de forma eficiente ni de ninguna manera. Por ejemplo, ¿cómo podría marchar el tren si no hubiese alguien con poder para despejar las líneas, nadie que decidiera a que hora deben salir los trenes? Nadie que estableciera los horarios, nadie que evitara los accidentes, nadie que dispusiese quiénes deben ocupar los vagones?
BAKUNIN. – Los ferroviarios pueden elegir a los guardias y guardaagujas y obedecer a sus instrucciones libremente. En cuanto a quiénes deben conducir las maquinas y a quiénes deben ocupar los vagones de primera clase, esta es una cuestión que cada socialista debe plantearse. Según mi socialismo, el publico podría turnarse en el trabajo y gozar de las comodidades por mutuo acuerdo. Pero, según tu clase de socialismo, Marx, me imagino ver a los fogoneros de las arcaicas locomotoras atizando las maquinas y a una nueva clase de pasajeros privilegiados, los administradores del Estado socialista, fumando un imponente puro en los vagones de primera clase.
MARX- Escucha, Bakunin, yo no estoy más enamorado del Estado que tú. Todo socialista está de acuerdo en que el Estado político desaparecerá tan pronto como el triunfo del socialismo lo haga innecesario. Pero tú quieres que el Estado político desaparezca bruscamente, para dejar a los obreros sin ninguna clase de dirección disciplina o control responsable. El quid de la cuestión es que vosotros, los anarquistas, carecéis de todo plan para el futuro.
BAKUNIN. – Precisamente porque no podemos prever exactamente lo que nos deparara ese futuro, desconfió, Marx, de los esquemas detallados. Cuando los instintos egoístas dejen lugar a los instintos fraternales, creo que los problemas técnicos de producción y distribución serán resueltos de común acuerdo y por la buena voluntad del mismo pueblo.
MARX. – Tus dudas, Bakunin, son en parte psicológicas y de orden moral. Son también intelectuales. Te hallas bajo el error de que el Estado ha creado el capital, o que los capitalistas lograron, el capital gracias al Estado. Esto acentúa la simplicidad de tus puntos de vista. Tú crees que basta con apartar el obstáculo del Estado para que el capitalismo desaparezca por si mismo. La verdad es muy distinta suprimamos el capital, suprimamos la concentración de los medios de producción en manos de unos pocos y el Estado no tardará en dejar de ser un mal.
BAKUNIN. – El mal reside en la verdadera naturaleza del Estado. Todos los Estados son la negación de la libertad. .
MARX. – Adoptando esta extrema y emotiva actitud hacia el Estado perjudicas enormemente la cause de los trabajadores. Utilizas tu influencia, Bakunin, para aconsejar la abstención electoral a los obreros.
BAKUNIN. – Yo aconsejo a los obreros hacer algo mas que intervenir en las elecciones. Les impulso a la lucha.
MARX. – Les llevas a la lucha en la incertidumbre de la victoria. Y esta es otra suerte de responsabilidad. Acabo de decir que tus errores eran particularmente de tipo moral. Uno de ellos es que careces de calma. Te complaces en luchar en las barricadas, hasta por causas en las cuales no confías, porque ello satisface to inveterada inclinación a la acción violenta, por pura excitación. Desdeñas la actividad política verdadera porque requiere paciencia, orden, reflexión.
BAKUNIN. – Toda mi vida la dedico a la actividad política
MARX. – Dedicas tu vida a la conspiración política, que no es la misma cosa.
BAKUNIN. – Paso toda mi vida entre los obreros. Organización, propaganda, educación.
MARX. – ¿Educación para qué?
BAKUNIN. – Para la revolución. Ciertamente no concibo que los trabajadores gasten sus energías en las falaces instituciones representativas del llamado gobierno.
MARX. – Puedo comprender que tales ideas encuentren adeptos en Italia. y en España, entre abogados, estudiantes y otros intelectuales. Pero los trabajadores no querrán persuadirse de que los asuntos políticos de sus respectivos países les son ajenos. Decir, a los trabajadores que deben abstenerse de la política es lanzarlos a los brazos de los curas y de los burgueses republicanos.
BAKUNIN. – Mi querido Marx, si has leído mis escritos públicos sabrás que cotínua y apasionadamente arremeto contra ambos. La Iglesia y los republicanos. Tus propias opiniones, comparadas a las mías, son mas moderadas.
MARX. – Mi querido amigo, ni por asomo he querido poner en duda que odias sinceramente a ambos : al cura y a los republicanos, pero no comprendes que puedes terminar por hacerles el juego.
BAKUNIN. – Estas de broma, mi querido Marx.
MARX. – No, hablo en serio. En primer lugar, examinemos tu propaganda sobre la libertad. Está más que claro que la sola libertad en la cual crees es la libertad individual. De hecho la misma libertad invocada por los teóricos burgueses como Hobbes, Locke y Mill. Cuando piensas en la libertad, crees que nadie debiera ser mandado por nadie. Concibes a cada hombre por separado, en posesión de todos sus derechos, amenazado por instituciones sociales y colectivas como el Estado. No llegas nunca a pensar, como piensa todo verdadero socialista, en la humanidad formando un conjunto, o bien en el hombre en tanto que criatura inseparable de la sociedad.
BAKUNIN. – Una vez mas, Marx, demuestras que no me has escuchado, que no has entendido lo que me has oído decir.
MARX. – Pretendo haberte entendido mejor de lo que has sido capaz de entenderte tú mismo. Al no concebir el Estado de otra manera que como aparato generador, de opresión, demuestras tú incapacidad para concebir al hombre de otra manera que como unidad aislada, cada cual con su voluntad privativa, sus deseos e intereses. Esto es lo que creen los teóricos del pensamiento liberal burgués. Y vosotros, los anarquistas, tenéis la misma concepción del ser humano en la sociedad. Vuestro anarquismo es puro liberalismo llevado a] extremo, llevado a un histérico extremo, podría añadir. Vuestra filosofía es esencialmente egoísta. Tenéis una concepción del yo, y de la libertad del yo, emparentada con la metafísica del capitalismo.
BAKUNIN. – No me interesa la metafísica.
MARX. – Y, sin embargo, el anarquismo llega a conclusiones metafísicas por cualquier lado que lo tomes. Tienes inclusive la misma ética, muy parecida a la ética cristiana: «Apoyo mutuo», os oigo repetir. Puesta en términos convencionales cristianos, podría ser traducida por <<ama a to prójimo», «Sacrifícate por los demás>>. Sin embargo, el verdadero socialismo no necesita de preceptos porque no reconoce el aislamiento del individuo. En una sociedad socialista el hombre ya no es enajenable de su vecino o de sí mismo.
BAKUNIN. – Dado que el Estado es la causa de la enajenación, es. obvio que el remedio consiste en eliminarlo.
MARX. – Pero no podemos eliminarlo hasta que hayamos cambiado las condiciones que hacen del Estado una necesaria excrecencia de la sociedad.
BAKUNIN – Tan pronto como los trabajadores reúnan el suficiente poder para removerlo, el Estado cesará de ser necesario.
MARX. – ¿Admites que es una necesidad en el presente?
BAKUNIN. – Es necesario para una sociedad basada en la propiedad privada. Cuando la propiedad privada haya sido distribuida, Cuando haya triunfado el socialismo…
MARX. – Un socialismo preocupado por la redistribución de la propiedad es un verdadero modelo de vulgaridad. Espero, Bakunin, que no serás de los que piensan que socialismo consiste en un libre reparto individual.
BAKUNIN. – Este es, en realidad, uno de sus objetivos.
MARX. – Amigo mío, las finalidades del socialismo son mucho más radicales que todo eso. Su finalidad consiste en, producir una completa transformación de la naturaleza humana, una transformación del yo, la creación de un nuevo hombre. La voluntad individual fundida en la sociedad. Cada cual liberado de su auto enajenación. Dices que tú propia finalidad es la libertad. El socialismo nos dará una libertad casi desconocida en la pasada experiencia del género humano.
BAKUNIN. – Haces de la vida una cosa demasiado misteriosa.
MARX. – Y tú la conviertes en una cosa vulgar. Contemplando el mundo, Bakunin, to imaginas que cierta gente es hoy libre y otra gente oprimida.
BAKUNIN. – Yo no me imagino eso. Es la realidad. Los menos son los libres : los ricos.
MARX. – Debo decirte que nadie es libre en el mundo actual.. Ni siquiera los burgueses más ricos. Moralmente hablando, el capitalista, en tanto que hombre, es tan esclavo del sistema como los trabajadores. Es lo que nos permite afirmar, haciendo honor a la verdad, que la emancipaci6n del proletariado representa la emancipación del género humano.
BAKUNIN. – Pero lo principal queda en pie. El rico puede hacer lo que le place, mientras que el pobre carece de lo más necesario.
MARX. – Pero la opción del rico se halla gobernada y restringida por la cultura burguesa, por el sistema que niega la benevolencia de cada uno. Además, la teoría de la libertad definida por el <<haz Io que te plazca» es muy estrecha.
BAKUNIN. – En todo caso, es mejor que la teoría de la libertad definida por el «haz lo que debes hacer». Es lo que dicen los curas : la perfecta libertad es servir a la iglesia. O lo que dice Hegel: la perfecta libertad es la obediencia al Estado. Personalmente prefiero la noción humana plena de que la libertad significa: «haz lo que quieras.>>
MARX. – Acabas de definir la libertad como la realización plena de los potenciales del hombre. Y esto esta mucho mas cerca del socialismo. El ente socialista será libre en tanto que hombre transformado.
BAKUNIN. – Pero, si al hombre no le es permitido desarrollarse él mismo, no conseguirá manifestar lo mejor que hay en él.
MARX. – En términos burgueses y liberales, Bakunin, estas traicionando to filosofía liberal burguesa. Pues, ¿no es acaso esto lo que Adam Smith
y sus acólitos dicen? Dejad a los hombres solos y cada uno dará de sí lo mejor. El hombre económico con propio incentivo para la autoperfeccón. ¿Qué es la frase ((Laissez-nous faire … ))?
BAKUNIN. – Desde luego, siempre que quieras ignorar el hecho de que los liberales se aferran a la propiedad privada y a la competencia económica, mientras que yo mantengo que todo debe ser puesto en común…
MARX. – Pues, si partes del principio de que cada hombre debe contar con su preciado derecho privado a la libertad irrestringible, llegaras a la conclusión de que habrá siempre quienes querrán sustraer algo del bien común reclamándolo como suyo propio. No podrías tener al mismo tiempo completa libertad individual sin reclamar la propiedad individual. ¿Qué responderías al hombre que reclamase el derecho a la propiedad? Más que responder, ¿qué harías en defecto de un Estado u otro instrumento de autoridad socialista capaz de restringir a los recalcitrantes o antisociales?
BAKUNIN. – ¡Pero si tú mismo, Marx, has afirmado que el hombre socialista sería un hombre nuevo, cambiado! Este habría abandonado sus antinaturales impulsos egoístas y adquisitivos, degenerados por la sociedad burguesa.
MARX. – Mi hombre socialista se habría transformado, Bakunin. Pero no reconozco de ninguna manera a to hombre socialista, Tú concibes a los hombres como individuos, cada cual con su pequeño imperio de derechos. Yo pienso en la humanidad formando un conjunto. La libertad, como yo la concibo, es la liberación del género humano ; no la libertad del individuo.
BAKUNIN. – Otra vez el punto de vista de Hegel sobre la libertad ; la idea de que obrar libremente es obrar moralmente y obrar moralmente es obrar de acuerdo con la razón de Estado.
MARX. – Hegel no estaba del todo equivocado. Sólo un ser racional puede ser libre, porque solamente un ser racional puede decidir ante una alternativa. Una opción irracional no es una decisión libre. Obrar libremente es obrar racionalmente. Y obrar racionalmente implica conocer la necesidad de la naturaleza y de la historia. Verdaderamente no hay, antítesis entre la necesidad y la libertad.
BAKUNIN. – No estamos debatiendo sobre la cuestión del libre albedrío, Marx. Estamos tratando de la libertad política. No hay ninguna dificultad metafísica en esto. La libertad política depende del hecho de suprimir la opresión política. Ninguna clase de iniciación filosófica es necesaria para esto. Un niño de nueve anos puede observar el mundo y ver quién es el oprimido y quiénes son los opresores.
MARX. – Y un niño de nueve anos podría suponer que la situación no podría remediarse bruscamente suprimiendo el Estado. Podría también convertirse en anarquista. Pero su tierna edad le excusaría de esta locura.
BAKUNIN. – Hay una locura del filósofo como hay una locura de la niñez. Todo tu abstruso razonamiento sobre la libertad puede sólo conducirte adonde llegaron Rousseau y Hegel: a la creencia de que los hombres pueden ser forzados a ser libres.
MARX. – En efecto, a los hombres podemos forzarlos a ser libres, en el sentido de que puedes forzarlos a obrar racionalmente. O, en todo caso, a evitarles que obren irracionalmente.
BAKUNIN. – Una libertad que pueda ser impuesta al hombre no es digna de llamarse libertad.
MARX. – Es la realidad lo que importa, no los hombres.
BAKUNIN. – Bien, mira pues a la realidad. Si hablas de obligar a los hombres a ser libres, tienes que pensar en dos -clases de gentes : los que fuerzan y los que son forzados. Y ahí tienes los dos tipos que componen la supuesta sociedad sin clases del socialismo autoritario : los dirigentes y los dirigidos, los que están arriba y los que están abajo.
MARX. – Por supuesto, ciertas gentes deben ser superiores a los demás. Como antes te decía, una sociedad socialista debe ser regulada, especialmente en sus primeros pasos. La alternativa es la Torre de Babel, un mundo en el que nadie sabe qué hacer, o qué esperar ; un mundo sin orden y sin seguridad, sin confianza en un orden fijo., Anarquía significa caos, y el caos me horroriza. Si el caos te llama, Bakunin, es porque eres propicio al encanto de la vida bohemia o gitana. Tras la rigidez de tu vida juvenil, en el seno de una familia privilegiada y en las escuelas militares, se comprende que el desorden bohemio to atrajera. Pero, si piensas esto, verás que la bohemia es en verdad un primoroso tributo al ethos burgués, retándolo estudiadamente, ultrajándolo.. Pero a mi me parece que el ethos burgués no merece tal atención. Los socialistas tenemos cosas más serias de que ocuparnos.
BAKUNIN – Hablas, Marx, de <<socialismo vulgar>>, pero tú mismo tienes una noción vulgar de lo que significa el anarquismo. Para las mentes no preparadas, la palabra <<anarquía>> significa caos y desorden. Pero un hombre educado debe saber que la palabra <<anarquía>> es una traducción fonética del griego, que significa simplemente oposición al gobierno. Es una pura superstición la creencia de que la ausencia de gobierno significa el caos y el desorden. Las naciones más ordenadas de la Europa actual no son aquellas en que el gobierno pesa más fuertemente sobre el ciudadano, sino aquellas en que tal presión ha Llegado al mínimo grado. No alcanzo a comprender lo que dices de los bohemios. La verdad es que no me atrae en absoluto el desorden.
MARX. – Tú hablas, con vehemencia, de sangre, fuego y destrucción.
BAKUNIN. – Es un mero celo por la lucha. Soy tal vez más impaciente que tú por el advenimiento de la revolución ; pero puedo asegurarte que los anarquistas anhelamos tanto como tú el orden socialista.
MARX. – Es inútil ese anhelo, pues, fuera del Estado socialista, no podréis encontrarlo. Vuestra suerte de revolución traerá sangre, fuego y destrucción, seguramente ; pero no mucho más.
BAKUNIN – Y tú clase de revolución, Marx, habrá de acarrearnos algo infinitamente peor: la esclavitud.
MARX. – Bien, amigo mío, imagino que es una buena cosa haber sido ambos perseguidos por la burguesía; de lo contrario, de prolongar más esta charla, podríamos los dos dejar de ser socialistas.
BAKUNIN. – Voy a pedir más agua caliente. El té se nos ha enfriado.
Maurice Cranston