Compañeros
de CGT ya se han acercado para mostar tanto su
solidaridad como su preocupacion ante este caso y las pesimas condiciones en que se
encuentra este compañero, que se encuentra casi 30 dias sin techo bajo el sol y la lluvia.
La CGT de Valencia hace un llamamiento a la afilación y a la sociedad civil, para respaldar Juan Guilló en su lucha.
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Hace apenas un mes que ha comenzado de manera oficial la actividad en una de las
torres del complejo administrativo 9 d’Octubre y ya hay acampado un indignado a sus puertas.
Entre los rascacielos
del complejo, en un banco, vive Juan Guilló con un saco de dormir, dos muletas, una bolsa de plástico con documentos y
algunas fotografías ya amarillentas. La única decoración que le permite esa vivienda al aire libre son una docena de
pancartas en las que señala que no pide limosa, solo una vivienda digna y una segunda oportunidad.
Juan Guilló fue desahuciado el 31 de
mayo de 2012 de la vivienda de protección oficial en Los Palmerales de Elx donde habitaba. Él afirma que el motivo que
alegan para su desahucio es que tiene una deuda de unos 20.000 euros, pero se excusa explicando que hace unos años hubo
irregularidades y el ayuntamiento dejó de cobrar. Cuando la gestión llegó a manos del Institut Valencià de la Vivenda
(IVVSA) los propietarios tenían una deuda acumulada. Se propusieron dos opciones desde el organismo: o bien se pagaba un
alquiler y le perdonaban la deuda, o seguía con la propiedad y se pagaba un mes corriente y otro atrasado. «Mi deuda era de
unos 20.000 euros. Yo me acogí al plan de propiedad porque podía pagar ya que cobro 426 euros de ayuda cada mes», cuenta
Guilló.
Aquel 31 de
mayo a mediodía, cuando volvía del mercadillo, porque se dedicaba a la venta ambulante, encontró la puerta de su casa
tabicada. A partir de ese momento llamó a muchas puertas buscando explicaciones. Guilló envió diversas cartas al
ayuntamiento de Elx, gobernado por la popular Mercedes Alonso, en las que le pedía a la edil reunirse con él para exponerle
su problema y ver si le proponía una solución, animado por los discursos electorales de Alonso en los que proclamaba:
«Nuestro proyecto está abierto a todos los ilicitanos e ilicitanas, también a los que no nos votan».
El 24 de junio
este vecino de Los Palmerales empezó una huelga de hambre enfrente del ayuntamiento. «Pasaba a base de Aquarius, y lo
he aborrecido». Ahora, con los partes médicos en la mano de su discapacidad del 46 %, no puede dejar de temblar, tiene
Parkinson incipiente como secuela de aquella huelga de hambre.
Antes de trasladar su protesta a Valencia, realizó sus últimas quejas a las
puertas del IVVSA de Alicante, donde pasó 69 días esperando a que alguien de allí le contestara. Juan Grau, responsable del
IVVSA de Alicante, le dijo que desde allí no podían hacer nada, que si quería algo tenia que ir a conselleria. «Y aquí
estoy» declara con una agria sonrisa. El jueves tiene previsto encadenarse a una de las farolas del complejo recién
estrenado en la antigua cárcel.
Fuente Levante emv