Los ministros de Finanzas de todos los países de la UE se han reunido en Bruselas, al igual que los miembros del Parlamento Europeo. Algunos de ellos están presionando para que Europa vuelva a aplicar estrictas normas de austeridad. Esto obligaría a los gobiernos nacionales a realizar recortes drásticos del gasto.
Las decisiones tomadas a nivel europeo tienen repercusiones concretas en nuestras condiciones de trabajo, nuestros salarios, nuestra protección social y nuestra gobernanza económica.
En toda Europa, la inflación ha devorado nuestros salarios, excepto donde están indexados a los precios, como en Bélgica. Al mismo tiempo, las ganancias corporativas continúan captando aún más riqueza creada y tanto los gobiernos como los empresarios se niegan a aumentar los salarios, lo que acentúa aún más las desigualdades entre mujeres y hombres.
Con su ciega terquedad al querer limitar el gasto público y concentrarse en políticas «del lado de la oferta» que sólo favorecen a los bancos, los mercados financieros y los márgenes corporativos, la Unión Europea se está privando de los medios para actuar.
Sin embargo, el cambio climático y la pérdida de empleos no son inevitables, sino el resultado de decisiones políticas erróneas, y que la clase trabajadora puede revertir.
Todos necesitamos acceso a atención de calidad, educación y seguridad que nos respalden en momentos de necesidad. Las negociaciones en curso en Bruselas corren el riesgo de socavar los elementos que permiten que nuestras sociedades prosperen. No podemos permitir que tenga éxito el intento de que Europa vuelva a aplicar estrictas normas de austeridad.
La clase trabajadora y sus comunidades necesitan inversiones públicas en educación, atención médica, salarios y un futuro sostenible. Hoy, mientras el continente enfrenta una crisis del costo de vida provocada por ganancias récord, los trabajadores nos negamos a pagar el precio.
La respuesta de la Unión Europea a la pandemia de Covid-19 ha demostrado que se pueden hacer las cosas de otra manera. Era esencial liberar fondos para preservar los empleos y los ingresos de los trabajadores. Necesitamos no volver a las recetas fallidas del pasado. Si bien la subida entre las rentas más bajas es perentoria, para la CGT el conjunto de los salarios necesita una subida importante para recuperarse. No eres más rico por cobrar 1.100 euros en lugar de 1.080.
No es sorprendente que tras la reciente constitución del nuevo Gobierno de coalición español, se empiecen a diluir todas sus promesas de los últimos meses y salgan a relucir las verdaderas intenciones del nuevo ejecutivo respecto a diferentes materias.
La primera en mostrar dichas intenciones ha sido la vicepresidenta Primera y Ministra de Economía, Nadia Calviño, quien ha declarado su intención de reformar el cobro del subsidio por desempleo para mayores de 45 años. Según sus declaraciones, pretende, por un lado, ampliar la franja de edad para que esta prestación la perciban personas menores de esa edad sin cargas familiares y, por otro, que dicha prestación tenga carácter regresivo, es decir, que se reduzca la cuantía por tramos y que disminuya el tiempo de percepción (pasando de los 30 meses actuales a los 12 meses que se establecen en la propuesta).
Pocas horas después, la Vicepresidenta Segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, desdiciendo a su compañera en el Gobierno, exponía que el subsidio no se aplicaría de manera regresiva y que la única modificación que se va a producir sería la de poder cobrarlo siendo menor de 45 años (sin tener cargas familiares).
Sin entrar a valorar la “pelea” entre ministras, que nos es completamente indiferente, sí entramos a valorar lo que supone esta actuación. De llevarse a cabo, esta medida no hace otra cosa que afianzar y legitimar la pobreza al asumir como bueno el hecho de que cobrar 480 euros mensuales pueda llevar a pensar que con esa cantidad se puede vivir, mantener una familia, tener fuerzas suficientes para buscar activamente trabajo,etc. Más aún en la situación en la que vivimos donde la inflación, el precio de la cesta de la compra, la factura energética, los alquileres e hipotecas… hacen que la vida de millones de personas, incluso percibiendo un salario, sea insostenible.
Este tipo de prestaciones tan limitadas y condicionadas obliga a quienes la perciben a aceptar cualquier oferta de empleo, creando y fomentando así el trabajo precario y con condiciones laborales miserables. Esta propuesta del Gobierno corrobora su nula intención de llevar a cabo medidas dirigidas a que la clase trabajadora pueda vivir de manera más digna, continuando con su postura de seguir aplicando las políticas neoliberales de la UE y olvidándose de los problemas reales del pueblo al que dice representar.
Los salarios en España son bajos, es incontestable, y ya no valen las excusas de que la vida en España es más barata y no nos podemos comparar con otros países. La inflación de estos dos últimos años no nos coloca en buena posición de precios. Para la CGT es urgente una subida salarial, contra la austeridad de las políticas europeas.