viajamos desde la ciudad de Cádiz hacia el NE, a unos 30 Km. en las hermosas y fértiles estribaciones de la sierra
gaditana, secular feudo de la nobleza terrateniente de Medina–Sidonia y Medinaceli, en la vertiente que domina el valle del
río Barbate y la laguna de La Janda, nos encontraremos con la población de Benalup–Casas
Viejas.
un grupo de campesinos de la CNT y la matanza de más de 20 de ellos a manos de un destacamento de guardias civiles y
guardias de asalto al mando del capitán Rojas. Como memoria y homenaje a todos los que lucharos y cayeron en defensa de sus
ideales libertarios intentaremos recordar brevemente lo sucedido, a la luz de las últimas investigaciones y descubrimientos
de documentos sobre el tema que nos ocupa.
habría que situarlos en el contexto de la 2ª República Española en 1933, con un Gobierno Republicano-Socialista presidido
por Manuel Azaña, claramente enfrentado a la CNT y al conjunto del movimiento libertario. Decía a la sazón Azaña:
“Nosotros, este Gobierno, cualquier Gobierno, ¿Hemos sembrado en España el anarquismo? ¿Hemos fundado nosotros la FAI?
¿Hemos amparado de alguna manera los manejos de los agitadores que van sembrando por los pueblos este lema del comunismo
libertario?”
Cataluña había retomado la idea de una Huelga General a propuesta de Joan García Oliver, dispuesto a poner en práctica la
“gimnasia revolucionaria”, que consistiría en una acción insurreccional que impidiera la consolidación de la “República
Burguesa”. La fecha elegida fue el 8 de enero de 1933. Al parecer, la insurrección no tuvo un seguimiento generalizado. El
Ejército y la Guardia Civil tomaron posiciones estratégicas en los lugares donde se preveían desordenes y los dirigentes
sindicales fueron detenidos. En algunas barriadas de Barcelona hubo choques entre anarquistas y fuerzas de orden público.
Hubo huelgas, incidentes con explosivos y proclamaciones del comunismo libertario en algunas poblaciones de Aragón, como
Robres y Bellver de Cinca, y Valencia, como Bugarra, Ribarroja, Bétera, Benaguacil, Utiel y Pedralba. En Pedralba murieron
un guardia civil y un guardia de asalto durante la insurrección; cuando la Guardia Civil restableció la situación, pasó por
las armas a diez paisanos.
los hechos, con voluntad de ecuanimidad pero siempre revisable, podría ser este:
noche del 10 de enero y en la madrugada del 11, un grupo de jornaleros afiliados a la CNT, reunidos en el Ateneo Libertario
-donde muchos de ellos habían aprendido a leer, escribir y luchar y desconociendo su aislamiento y el fracaso de la
insurrección en otras localidades cercanas- había iniciado una insurrección. Proclamaron el comunismo libertario
estableciendo la posesión comunal de la tierra, quemando el Archivo Municipal con los títulos de propiedad, repartiendo
comida y enfrentándose a la Guardia Civil de la localidad. Por la mañana destituyeron al alcalde y rodearon, armados con
escopetas y algunas pistolas, el cuartel de la Guardia Civil, donde se encontraban tres guardias y un sargento, invitándolos
a rendirse. Ante su negativa, se produjo un intercambio de disparos y el sargento y un guardia resultaron gravemente
heridos (el primero moriría al día siguiente; el segundo dos días después)
de la tarde del 11 de enero, un grupo de doce guardias civiles al mando del sargento Anarte llegaron a Casas Viejas,
liberaron a los compañeros que quedaban en el cuartel y ocuparon el pueblo. Temiendo las represalias, muchos vecinos huyeron
y otros se encerraron en sus casas.
después llegó un nuevo grupo de fuerzas policiales al mando del teniente Gregorio Fernández Artal compuesto por cuatro
guardias civiles y doce guardias de asalto. Inmediatamente comenzaron a detener a los presuntos responsables del ataque al
cuartel de la Guardia Civil, dos de los cuales, después de ser torturados, acusaron a dos hijos y al yerno de Francisco Cruz
Gutiérrez, apodado “Seisdedos”, un carbonero de setenta y dos años del sindicato de la CNT, y que se había refugiado en su
casa, una choza de barro y piedra, junto a su familia. Al intentar forzar la puerta de la casa de “Seisdedos”, un guardia
de asalto cayó muerto en la entrada y otro resultó herido. A las diez de la noche, empezó el asalto a la choza sin
éxito.
cuarenta guardias de asalto, al mando del capitán Rojas, que había recibido la orden del Director General de Seguridad en
Madrid, Arturo Menéndez, para que se trasladara desde Jerez y acabara con la insurrección, abriendo fuego “sin piedad contra
todos los que dispararan contra las tropas”
choza y después ordenó que la incendiaran. Dos de sus ocupantes, un hombre y una mujer, fueron acribillados cuando salieron
huyendo del fuego. Seis personas quedaron calcinadas dentro de la choza entre ellos “Seisdedos”, sus dos hijos, su yerno y
su nuera. La única superviviente fue la nieta de “Seisdedos”, María Silva Cruz, conocida como “la
Libertaria”.
recorrieran el pueblo y detuvieran a los militantes más destacados, dándoles instrucciones para que dispararan ante
cualquier mínima resistencia. Mataron al anciano Antonio Barberán Castellar, de setenta y cuatro años, detuvieron a doce
personas y las condujeron esposadas a la choza calcinada de “Seisdedos”. Allí, en un pequeño corral, el capitán Rojas y sus
guardias los asesinaron a sangre fría.
después abandonaron el pueblo. La masacre había concluido. Diecinueve hombres, dos mujeres y un niño murieron. Tres
guardias corrieron la misma suerte. Como consecuencia de los hechos numerosos vecinos sufrieron posteriormente torturas y
encarcelamientos totalmente arbitrarios. La última víctima fue María Silva “La Libertaria”, nieta de Seisdedos y única
superviviente de la matanza: en julio de 1936 la zona había quedado en manos de los sublevados fascistas, María vivía en
Paterna, un pueblo cercano. Hasta allí fueron a buscarla, se la llevaron y la asesinaron. Hasta aquí los
hechos.
historia de España, existe una notable variedad de versiones e interpretaciones sobre lo ocurrido, algunas de ellas
claramente contradictorias y elaboradas desde posiciones ideológicas apriorísticas que intentan que los hechos cuadren con
lo que previamente ya se había decidido creer.
paradigmático de todo ello es el papel que jugó Azaña, presidente a la sazón de la coalición de gobierno en Madrid. Siendo
sin ningún género de dudas el principal responsable político de la matanza, parece en cambio que no se enteró de la
magnitud de lo sucedido hasta meses después de los sucesos, según se desprende no sólo de sus memorias, previsiblemente
autocomplacientes, sino de las actas del juicio contra el capitán Rojas en la Audiencia Provincial de Cádiz, recientemente
descubiertas. A pesar de las dudas fundadas de la autoría por parte de Azaña de la famosa frase: “Ni heridos ni
prisioneros. Los tiros, a la barriga” lo que si que parece más que claro es su convencimiento a posteriori de que se había
hecho lo correcto: “ No se encontrará un atisbo de responsabilidad en el gobierno. En Casas Viejas no ha ocurrido, que
sepamos, sino lo que tenía que ocurrir. ( ) se levantan unas docenas de hombres enarbolando esa bandera del comunismo
libertario, y se hacen fuertes, y agreden a la Guardia Civil, y causan víctimas a la Guardia Civil. ¿Qué iba a hacer el
Gobierno?”
responsables directos, no así ningún responsable político empezando por Azaña, que salió sin culpa pero muy erosionado
políticamente. Posteriormente y de manera previsible, el capitán Rojas y el resto de los catorce asesinos condenados en
Cádiz, fueron liberados por los sublevados fascistas en el 36 y lucharon desde el principio contra la República. En
cualquier caso, en lo que coinciden distintos historiadores desde ópticas muy diversas, es en la importancia de los sucesos
de Casas Viejas en el devenir de la 2ª República y en que supuso un punto de inflexión que denotaba de manera flagrante las
contradicciones que la llevarían a su trágico final.
día, casi todos los edificios de Casas Viejas son casas nuevas. En el lugar donde se levantaba la choza de Seisdedos, han
edificado un hotel de lujo al que querían poner de nombre La Libertaria y que al final ha acabado llamándose Hotel Utopía.
En el pueblo hay un pequeño pero muy interesante museo de la Prehistoria gaditana. Rubén, el amable joven que lo lleva, es
también el encargado de hacer un recorrido por los lugares donde ocurrió la masacre de 1933. Los únicos edificios que
quedan en pie de la época de los sucesos son la iglesia y junto a ella, el cuartel de la guardia civil. En la esquina de
éste abre hoy sus puertas una pizzería.
La Veranda de
Rafa Rius