Esta es la historia de un extraño
encuentro. Hacía mucho, mucho tiempo que consignas y reivindicaciones tan próximas a la ideología libertaria no eran acogidas
por la gran masa, por la gente de a pie. Hacía tanto tiempo, que prácticamente ninguno de los anarquistas de hoy tenían
memoria de algo parecido. Los movimientos autónomos, antisistema que llevan años denunciando las atrocidades del capital y
tratando de concienciar a la gente, vieron como discursos muy próximos a los suyos, antes marginados y casi proscritos, se
convertían de pronto en los gritos de revuelta de la gran mayoría. La gente, esa que nunca se mueve, había despertado. Sin
embargo no parecía que contaran con ellos, que siempre habían estado al pie del cañón. Parecían sentirse
descolocados..
Pero las libertarias quisieron participar, quisieron aparecer y
movilizarse con la gran masa en lo que parecía el brote de una revolución social a la que siempre habían aspirado. Cuando
llegaron a la gran asamblea fueron vistos por algunos con recelo y desconfianza; “quieren apoderarse de la asamblea”, “buscan
la revuelta violenta”, “nosotros hemos conseguido lo que ellos llevan años intentando”.
“Criminalizados como
siempre”, se resignó a pensar alguno de los compañeros. Otros señalaron los defectos de la gran asamblea “no tienen
experiencia en esta clase de organización, les viene grande y se les va de las manos”. También se cuestionó la fuerza real de
las movilizaciones “son fácilmente manipulables y su discurso puede quedar en mero reformismo”.
Tras las primeras
impresiones de este extraño encuentro, las reflexiones fueron cogiendo más jugo, más matices, más profundidad. Las reacciones
eran difíciles de controlar, los acontecimientos desbordaban toda previsión. Había muchas cosas que compartir pero no se
sabía bien cómo hacerlo; la inexperiencia común ante la novedad y el impacto al ver de cerca antiguas esperanzas se sentían
en el ambiente. La cosa cogía cada vez mayor magnitud, con su simple presencia física en la plaza las gentes se hacían ver
unos a otros que eran muchos muy diferentes sintiendo cosas muy parecidas.
Alguien entre las libertarias pensó que
tampoco era normal creer que de repente un día la gente iba juntarse y organizar una asamblea perfectamente, “si muchas veces
no lo conseguimos nosotros que tenemos experiencia…” Y aunque bien es cierto que habían sido mal recibidos por algunos
personajes, sus principios no se tambalearon por esto; “al fin y al cabo hemos venido aquí para compartir y acercarnos a la
gente, y ser la gente que es lo que en verdad somos, y si se puede también a disfrutar”
Tal vez es estos primeros
momentos costaba entender que lo ocurrido estos días en nuestras ciudades no es cosa que surja de repente y porque sí. La
historia nunca se escribe en un día. Cuando son miles y miles los que se movilizan, siendo gentes diversas a la que les
invade un empuje común, la cosa no se organiza en una semana a través de las redes sociales. Esto es sólo la superficie, el
hecho concreto y también importante. Pero cuando miles de personas diferentes se movilizan es por que ha habido una toma de
conciencia. Porque cuando los discursos, las ideas y los lemas que hace tan sólo unos años eran despropósitos de minorías
radicales, hoy son reivindicaciones sensatas y justas para la mayoría, es porque algo ha acabado por calar hondo. Para ello
han tenido que pasar años, luchas, penas y alegrías para que se puedan llegar a poder vivir momentos como éste.
La
crisis(la estafa financiera, perdón), las filtraciones de Wikeleaks, las revoluciones árabes, han provocado ese despertar en
la conciencia de los que parecían dormidos. Pero esto habría sido imposible sin el duro trabajo que desde mucho atrás han
venido haciendo los ecologistas, los antimilitaristas, los creadores de sofware libre, los movimientos asamblearios de base,
el movimiento okupa, los defensores de los derechos humanos, los antifascistas, los artistas y músicos alternativos, los
medios de comunicación alternativos, los anticapitalistas, quienes trabajan por la comunidad en los barrios, quienes luchan
contra la explotación, la pobreza y las prisiones, quienes denuncian la discriminación sexual, racial y de género, quienes
desde su diferentes rincones han alimentado la idea de que otra sociedad es posible, otro mundo, otra vida no son sólo
imaginables, se puede, se debe pelar por los cambios.
Los escépticos dirán que las movilizaciones desaparecerán
en poco tiempo, que la gente volverá a dormir pronto. Sin embargo y pase lo que pase(que siempre puede ir todo a peor, eso
está claro) se ha creado un precedente; muchos, si no todos, aprenden cosas nuevas, tienen experiencias nuevas, hay semillas
de futuro. Además, también es sabido que cuando uno se despierta con tanto ímpetu cuesta volver a dormirse después.
Eleuterio Gabón